¿A alguien le podía quedar duda que este Congreso iba a aprobar un séptimo retiro de fondos de las AFP con las consecuencias que eso acarrea al sistema y a los afiliados? Lo ocurrido el jueves pasado no es ninguna sorpresa y lo que vendrá en las próximas semanas tampoco, pero sí nos debería alarmar el rumbo hacia donde nos está llevando este Parlamento: a un destino de informalidad e ilegalidad.
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Nuestros siempre atinados “padres de la patria” han vuelto a poner en agenda iniciativas para legalizar a los colectiveros informales en la capital. Sí, esos que rompen las reglas de tránsito, que atropellan policías y que de vez en cuando se agarran a golpes con los fiscalizadores de la Autoridad del Transporte Urbano (ATU).
Ya este Congreso había formalizado a los colectiveros en todo el país con excepción de Lima y Callao. Pero esta vez desde la bancada de Perú Libre se promueve una iniciativa de ley para volver más caótico el tráfico en la capital. Incluso, hace unos días, El Comercio reveló que el congresista Waldemar Cerrón aseguró durante una reunión con colectiveros que esta formalización está “asegurada [...] así sea por insistencia”.
Si alguna vez hubo un intento de impulsar una reforma del transporte en la ciudad, es claro que esta fue un completo fracaso y lo que tenemos hoy en día es el acecho de grupos informales con suficiente poder económico y político para mover en el Congreso su agenda y, claramente, en perjuicio de los ciudadanos.
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Porque no es la primera vez que los colectiveros informales intentan promover este tipo de leyes. En menos de dos años se han presentado hasta seis proyectos de ley, de los cuales cuatro corresponden a Perú Libre, uno a Acción Popular y otro al Bloque Magisterial. No olvidemos que, incluso, tenían de aliado clave al prófugo exministro de Transportes y Comunicaciones de Pedro Castillo, Juan Silva.
Entonces, vemos que se repite la historia. Grupos ilegales o informales con mucho poder económico y fuertes conexiones políticas promueven leyes en el Congreso para operar a sus anchas en perjuicio del bienestar social. Nuestros congresistas aprueban estos proyectos siempre con la excusa de favorecer a los más pobres y un Ejecutivo, que solo busca llegar al 2026, se pone de costado y calla en todos los idiomas. Una novela muy triste, pero recurrente.
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Ejemplos hay varios. Desde las leyes a favor de las universidades bamba a iniciativas que favorecen a los mineros ilegales. Así que no debería sorprender que más temprano que tarde las bancadas vuelvan a ponerse de acuerdo para ayudar ahora a los colectiveros. La gran pregunta es ¿qué vendrá luego?, ¿a qué otros grupos se buscará “formalizar”? y, sobre todo, ¿a quiénes se terminará perjudicando?
Pero trato de ser optimista. Si algo nos caracteriza es la resiliencia, es esa capacidad de salir de las peores crisis. Sé que es difícil y se ve lejano, pero no me cabe duda de que somos más los que queremos un mejor lugar para vivir e invertir, así que depende también de nosotros acabar con esta triste novela ya repetida.
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Magíster en Economía, diplomado internacional en Comunicación, Periodismo y Sociedad, estudios en Gestión Empresarial e Innovación, y Gestión para la transformación. Cuento con más de 15 años de experiencia en el ejercicio del periodismo en medios tradicionales y digitales.