Escribe: Joswilb Vega, Chief Investment Officer en Profuturo AFP
La caída del muro de Berlín dio inicio a un mundo unipolar donde el poder estaba concentrado en Estados Unidos, fundamentado en una economía floreciente, fuerzas armadas sin comparación y el dólar como moneda global. La Guerra Fría, iniciada por el mundo multipolar, había acabado y los siguientes 30 años fueron de prosperidad económica, paz y estabilidad hasta que llegó el Covid-19.
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Este nuevo orden mundial, con una sola potencia dominante comenzó a converger a un mundo globalizado. El comercio mundial aumentó de US$ 5 billones hasta casi US$ 30 billones, mientras que el PBI se multiplicó 5 veces. Los países que se dieron cuenta de ese cambio se beneficiaron de la mano de obra barata, del acceso a mercados con gran poder adquisitivo y del flujo de tecnología.
Los gobiernos dejaron de gastar en sus ejércitos, con excepción de Estados Unidos. China comenzó a exportar a costos muy bajos, los déficits fiscales comenzaron a controlarse y todo ello llevó a que los niveles de inflación global se redujeran, pasando de dos dígitos a niveles de 3%. No solo eso, las tasas de financiamiento también cayeron de 15% a finales de la década de los 80 hasta 0% en la pandemia.
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Desinflación y tasas en 0% llevaron a que las bolsas se dedicaran a subir de valor. El S&P 500 se encontraba en niveles de 300 puntos en 1990 y viene subiendo por encima de los 6,000 puntos, casi 20 veces en 30 años. A esto se le conoce como bull market, un mercado que solo sube de valor. En este contexto y con mucha liquidez, es fácil considerarse un gran inversionista y pontificar sobre cómo se deberían gestionar las inversiones, así que mucho cuidado con los autodenominados gurús... pero eso es tema de otro artículo.
Todo esto terminó el 2020 y la razón no fue el Covid-19. La pandemia fue solo el catalizador de un cambio en el orden mundial que se venía gestando años atrás. China ya dejó de ser el país de la mano de obra barata y que se dedicaba a venderle al mundo copiando tecnología y quiere competir por la hegemonía global con el país que se le ponga en frente en cualquier industria. Ahora se encuentra a la vanguardia de varias industrias, entre ellas la electrificación de la energía. Y acaba de sacudir al mundo cuando se supo de la existencia de DeepSeek, una empresa que ha logrado entrenar modelos de inteligencia artificial a una fracción del costo de empresas como OpenAI, que ha desarrollado ChatGPT.
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Así como la caída del muro de Berlín supuso un punto de quiebre de un mundo multipolar a uno unipolar, la pandemia se viene configurando como el punto de quiebre hacia un mundo multipolar nuevamente, en el cual Estados Unidos viene siendo retado por China. Por ahora sabemos que el recurso más valioso de este nuevo orden mundial son los semiconductores y la inteligencia artificial, quien logre dominar esa área se convertirá en la nueva potencia dominante.
Pero vayamos a qué significa gestionar inversiones y empresas en un orden mundial multipolar o donde la hegemonía de un país viene siendo cuestionada. Lo que hemos visto es que las economías dejan de pensar en el resto del mundo como aliados y comienzan a configurarse bloques que tienen objetivos comunes. Al mismo tiempo buscan la autosuficiencia y retomar el control de sus cadenas de suministro, de su tecnología y la revitalización de sus economías. De acá nacen las tendencias conocidas como reshoring que significa traer sus cadenas de suministros a geografías cercanas o donde se tiene pleno control, así como políticas de inmigración y comerciales más estrictas.
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Estas tendencias generan inflación, tasas de interés al alza y mayores precios de los metales preciosos. Lo que todavía está por definirse es cuál será el impacto en las bolsas de valores y en el dólar, eso dependerá mucho de cómo se vaya dando esta lucha entre la potencia dominante y la potencia emergente. Si la potencia dominante se mantiene, el dólar seguiría fuerte las siguientes décadas y las bolsas continuarían subiendo.
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