Gobierno claudicante ante la peor crisis sanitaria, económica y social de nuestra historia (Foto: AFP)
Gobierno claudicante ante la peor crisis sanitaria, económica y social de nuestra historia (Foto: AFP)

Por Abel Salinas R.

Exministro de Salud

La madrugada del segundo domingo del reiniciado “aislamiento social obligatorio”, decretado por el gobierno del presidente Vizcarra y el primer ministro Martos, la prensa nos informaba la muerte de trece jóvenes, ocurridas durante la intervención policial a una discoteca en el distrito Los Olivos. Hecho absolutamente incongruente e indignante derivado de irresponsabilidades y responsabilidades.

Sin dudas las investigaciones forenses, policiales y periodísticas determinarán en los próximos días las causas precisas de muerte luego de las necropsias de ley. Si hubo asfixia, aplastamiento u otra causa y si eran portadores del COVID19. Asimismo, deberán informar cómo fueron convocados más de cien jóvenes a un pequeño local que no reunía las condiciones mínimas de seguridad, si pesaban sobre el mismo clausuras y multas (pagadas y/o pendientes de pago), así como el propio accionar de la policía nacional en la detección oportuna de dicha reunión y la misma intervención policial profesional acorde a protocolos –a decir del Director General del PNP-.

Todo esto ocurrirá en plena pandemia con altísimas cifras de contagio, pérdidas de vidas humanas por la pandemia y otras enfermedades dejadas de atender y peor aún sin llegar a acceder a oxígeno ni a camas de UCI.  En medio de la peor crisis socioeconómica, desde la guerra con Chile, donde el desempleo, el hambre y las “aglomeraciones” por acceder a un bono de cualquier denominación y/o numeración impactarán angustiosamente a millones de peruanos. Incluidos algunos del entorno presidencial quienes están citados a la comisión de fiscalización del Congreso esta misma semana a fin de esclarecer graves imputaciones contra ellos dadas a conocer por diversos medios de prensa.

Indudablemente, muchos medios periodísticos -escritos, radiales y televisivos- nos presentarán diariamente los avances en la investigación, sesudos comentarios y entrevistas de expertos en los diferentes campos de la criminalística, psicología y hasta sociología, ensayando explicaciones que sin duda no devolverán la vida a estos jóvenes, así como tampoco la tranquilidad y resignación de los deudos. Probablemente, se tildará a los peruanos de irresponsables, egoístas y hasta suicidas. Nada de esto ayudará a devolver a la ciudadanía la confianza ni esperanza en un gobierno que a todas luces ha resultado inerme.

La mayoría de ciudadanos percibe que hemos pasado de los anuncios de mediodía –antes triunfalistas- a los actuales de justificación derrotistas pretendiendo trasladar la responsabilidad de los malos resultados derivadas de estrategias desafortunadas y políticas desarticuladas al ciudadano de a pie y a la sociedad en su conjunto. Esperanzarnos únicamente en el desarrollo de vacunas efectivas que otros países vienen trabajando y que en el mejor de los escenarios deseados no estarán disponibles para nosotros antes del primer o segundo trimestre del próximo año, resulta absolutamente claudicante para un gobierno que enarboló la bandera contra la corrupción y el “tarjetazo”.  La eficiencia prometida –a decir por la reforma judicial y política- y los incontables hospitales y escuelas ofrecidos sólo quedarán en la memoria imborrable de los peruanos.

El cierre del telón debe acabar en abril del próximo año con la elección democrática de nuevas autoridades. No obstante, muchos alentados por la convulsión social generada deslizan la necesidad de adelantos. Mientras tanto, todos los peruanos seguimos exigiendo correcciones urgentes en las estrategias y políticas de lucha contra la pandemia repetidas por muchos: pruebas moleculares, control domiciliario y comunitario en verdaderos cercos epidemiológicos focalizados e inteligentes con intervención multisectorial (gobiernos locales, regionales, nacional, centros de salud, comunidad organizada, iglesias, fuerzas policiales y militares, entre otros), centros temporales de aislamiento, comunicación de riesgo con mensajes comunicacionales efectivos para los diversos grupos humanos y localidades.  De igual forma una efectiva reactivación económica y social que permita a millones de peruanos salir del hambre y miseria generada.