El trayecto, que dura poco menos de media hora, es amenizado por dos actores vestidos de elfos que van repartiendo piruletas y galletas entre menores y adultos. (Foto: difusión)
El trayecto, que dura poco menos de media hora, es amenizado por dos actores vestidos de elfos que van repartiendo piruletas y galletas entre menores y adultos. (Foto: difusión)

La fiebre por tener el árbol más alto de no solo ha llegado a, sino también a donde la localidad de Ermesinde se enorgullece de tener el más grande del país, con 55 metros de altura, al que se puede llegar en un tren de vapor de casi 100 años.

Situada en el área metropolitana de Oporto, esta localidad de poco más de 39,000 habitantes acoge desde hace varios años el mayor árbol navideño de que atrae a visitantes de todas partes del territorio luso y del extranjero, como españoles e ingleses.

Frente a los 55 metros de altura del árbol de Ermesinde, que no es un pino sino una estructura con luces, los más altos de Oporto y Lisboa rondan los 30 metros.

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Muchos de los visitantes que vienen de fuera recorren los 12 kilómetros que separan Ermesinde de Oporto en un tren de vapor de casi cien años, que la empresa Comboios de Portugal (Trenes de Portugal) ha puesto en funcionamiento por segundo año consecutivo con motivo de las festividad de Navidad.

Este tren histórico no funciona a diario, opera únicamente los días 16, 17, 23 y 30 de diciembre, y el 6 y 7 de enero, por lo que va prácticamente lleno en cada uno de los cuatro viajes que lleva a cabo en cada jornada.

El mexicano Bernado y Cris, su pareja portuguesa, han aprovechado las vacaciones en Portugal para montar a sus hijos de 4 y 2 años en esta reliquia del transporte.

Cris explica a EFE que han venido porque su hermano se había apuntado y les preguntó si querían ir con él, “y qué mejor que justo un día antes de Navidad”, apostilla Bernardo.

Del árbol navideño más alto de Portugal no sabían hasta que vieron cuál era el destino del tren, cuya locomotora a vapor 0186, construida en 1925 en Alemania, es lo que más curiosidad despierta entre los pasajeros.

Viajar a bordo de los vagones es volver al pasado, con sus bancos de madera en la clase turista y otros almohadillados en la preferente, mientras se oye el pitido de la locomotora que va dejando una hilera de vapor a su paso.

A Manuela, una jubilada de Oporto que viaja con sus nietas de 9 y 5 años, no le sorprende la experiencia, ya que, como asegura a EFE, viajaba así en su juventud.

“He venido con mis nietas para que experimentaran cómo se viajaba antes”, detalla Manuela, bajo la mirada de las dos niñas, Beatriz y Catarina, que llevan cuernos de arce navideños en sus cabezas.

El trayecto, que dura poco menos de media hora, es amenizado por dos actores vestidos de elfos que van repartiendo piruletas y galletas entre menores y adultos.

Ya en Ermesinde basta caminar cinco minutos desde la estación para llegar al Parque Urbano, donde está instalado el árbol navideño, que enciende sus luces al atardecer. Alrededor de esta atracción hay un mercadillo, donde la gente del pueblo afirma que hay más actividad desde que se lanzó esta iniciativa.

Filipe Bacelo, dueño de la librería de Rota do Livro, tiene una caseta en este mercado e indica a EFE que muchos visitantes acuden a Ermesinde para ver el árbol.

“Atrae a muchos más, es una atracción que a la gente le gusta ver aquí en Ermesinde, en el concejo de Valongo”, dice el librero, para quien esto “es la magia de la Navidad, la magia del amor”.

Junto a él firma libros Carlos Clemente, que ha escrito una obra en portugués sobre el camino de Santiago, ‘O outro lado do camiño’ (el otro lado del camino), que pronto será traducido al inglés y al francés: “Soy peregrino y es la segunda vez que vengo a este mercado, es una comunidad muy ligada al camino de Santiago, tiene varios grupos vinculados a él”, comenta.

El árbol permanecerá allí hasta el próximo 7 de enero, y después, vuelta a la normalidad y a esperar hasta dentro de un año.

Thiago, que ha acudido desde Oporto a bordo del tren de vapor con su mujer, hijo de tres años y suegros no duda cuando se le pregunta si repetiría: “Por supuesto”, sentencia, al tiempo que señala que a su hijo le ha gustado, “aunque se ha quedado dormido”.

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