Por Max Nisen
Las pandemias generan alianzas y comportamientos extraños en la industria farmacéutica.
El mundo confía en que la experticia de los laboratorios farmacéuticos nos sacará de la crisis del COVID-19, inicialmente con tratamientos para ayudar a reducir los riesgos de contraer el virus y, finalmente, con una vacuna. La gran presión, la enorme necesidad y la atención global están llevando a las empresas a probar cosas nuevas sobre la marcha.
La semana pasada, Regeneron Pharmaceuticals Inc. firmó un acuerdo con Roche Holding AG, que solía ser su rival, para aumentar sustancialmente los suministros de un posible tratamiento contra el COVID-19; incluso hizo algunos sacrificios monetarios para lograrlo. Y ese es solo el último ejemplo.
Gran parte de lo que está sucediendo representa una respuesta a una situación única en lo que podría asemejarse a tiempos de guerra, y puede que no se repita. Después de todo, son empresas con fines de lucro, y actuarán de acuerdo con ello. Pero desde una búsqueda de vacunas sin precedentes hasta acuerdos de fabricación internacionales, la respuesta de la industria farmacéutica muestra las posibilidades de lo que podría aportar un mercado de medicamentos más colaborativo.
Por ejemplo, el acuerdo entre Regeneron y Roche, en virtud del cual Regeneron venderá su prometedora terapia de anticuerpos en Estados Unidos y Roche se encargará del resto del mundo. Las compañías asumirán sus propios costos de fabricación y distribución y dividirán los gastos de desarrollo y las ganancias. El empuje de Roche podría triplicar con creces su capacidad, según Regeneron.
Por lo general, Roche pagaría un alto precio por un recorte de las posibles ventas de un prometedor medicamento. En este caso, Regeneron renuncia a ese pago inicial y garantía habituales en pos de maximizar la oferta durante la pandemia.
Regeneron no podrá satisfacer la demanda global por sí sola, y Roche es un gigante en el campo de los medicamentos basados en anticuerpos. La compañía más grande tiene muchos incentivos para ampliar la fabricación: recibirá entre 40% y 50% de la ganancia bruta.
Regeneron no recibirá más que el pago de algunos de sus costos si no funciona. Sin embargo, la compañía no puede vender medicamentos que no puede producir. Optar por el volumen y el acceso para los pacientes en lugar de un margen de ganancias mayor —táctica que los laboratorios farmacéuticos rara vez adoptan— tiene sentido desde una perspectiva humanitaria y comercial.
Si bien el acuerdo entre Regeneron y Roche se centra en la producción de anticuerpos, también se están formando asociaciones y acuerdos poco comunes en otras áreas para satisfacer varias necesidades apremiantes. Estas son solo algunas:
Garantizar el suministro mundial
Gilead Sciences Inc., la compañía detrás del medicamento remdesivir, uno de los pocos tratamientos disponibles contra el COVID, entregó libremente una licencia para que varios fabricantes de medicamentos genéricos puedan hacer una versión de bajo costo para los países en desarrollo, algo que generalmente no sucede con un medicamento completamente nuevo, lo que aumentará drásticamente la disponibilidad del medicamento.
Colaborar en una vacuna
Los rivales Sanofi y GlaxoSmithKline PLC formaron una asociación histórica en virtud de la cual uno proporcionará el núcleo de una vacuna y el segundo, un tipo de refuerzo llamado adyuvante.
Precios accesibles
En lugar de dejar los precios al libre mercado, como suele hacerlo, EE.UU. se está comportando como otros países que se encargan de mantener los costos los medicamentos en niveles razonables negociando el precio de cientos de millones de dosis de vacunas antes de que lleguen al mercado.
Ha recibido la ayuda de compromisos sin fines de lucro de AstraZeneca PLC y Johnson & Johnson, las que están desarrollando dos de las principales vacunas experimentales. Sin embargo, los precios negociados con las empresas que apuntan a obtener lucro son más bajos que la norma del mercado privado para vacunas nuevas.
EE.UU. está comprando las dosis y la primera entrega de vacunas será gratuita para los estadounidenses. Es un fuerte contraste con épocas normales, donde los más altos precios de los medicamentos conducen a dificultades financieras y tratamientos no realizados.
Riesgo compartido
Al menos uno de los acuerdos para vacunas del programa del Gobierno de EE.UU., Operation Warp Speed, incluye estructuras de riesgo compartido que nunca había visto en un contrato gubernamental. EE.UU. pagará menos por la vacuna de Moderna Therapeutics Inc si la compañía tarda en entregarla. La compañía también tiene la oportunidad de recibir un monto anticipado de US$ 600 millones si puede cumplir con los ambiciosos plazos de fabricación.
Arreglar un mercado roto
La investigación de enfermedades infecciosas, el desatendido y no rentable pariente pobre del desarrollo de medicamentos, recibe ahora caudales de dinero y atención. Solo EE.UU. ha comprometido o prometido más de US$ 10,000 millones a seis empresas y muchas más están trabajando en nuevas vacunas. Ojalá las grandes sumas convenzan a las empresas de continuar invirtiendo.
Es genial que empresas y Gobierno estén avanzando, pero el impulso se desperdiciará si todo retrocede después de la pandemia. Un mejor precio, más enfoque en los pacientes y la salud pública, y menos duplicación de esfuerzos, son posibles y deberían ser la expectativa incluso cuando no hay crisis.