"En parte, esto está ocurriendo en Brasil porque el aumento de los costos de producción está presionando la inflación y perjudicando a la actividad económica", dijo Caio Megale, economista jefe de XP Investimentos y antiguo funcionario del Ministerio de Economía. (Foto: REUTERS/Ricardo Moraes)
"En parte, esto está ocurriendo en Brasil porque el aumento de los costos de producción está presionando la inflación y perjudicando a la actividad económica", dijo Caio Megale, economista jefe de XP Investimentos y antiguo funcionario del Ministerio de Economía. (Foto: REUTERS/Ricardo Moraes)

Brasil se aproxima a una “estanflación”, tambaleándose al borde de la recesión y con una inflación que ha superado el objetivo oficial para fin de año, lo que pone al banco central en una situación cada vez más difícil.

¿Cómo puede cortar de raíz las presiones sobre los precios sin causar más daños a una devastada por una de las epidemias de COVID-19 más mortíferas del mundo?

“En parte, esto está ocurriendo en porque el aumento de los costos de producción está presionando la inflación y perjudicando a la actividad económica”, dijo Caio Megale, economista jefe de XP Investimentos y antiguo funcionario del Ministerio de Economía.

Como muchos, Megale cree que el banco central mantendrá la inflación bajo control y que cualquier brote de estanflación será relativamente leve.

Pero reconoce la posibilidad de que la alta inflación actual aliente las expectativas, especialmente en una economía con una historia de espirales de precios y en la que los contratos vinculados a índices siguen teniendo importancia.

El mes pasado, el banco central elevó su tasa de interés Selic de referencia, por primera vez en seis años, a un 2.75% desde un mínimo histórico de 2%.

Con una inflación anual de 6.1%, muy por encima del objetivo del banco de 3.75% para finales de año, el jefe del banco central, Roberto Campos Neto, ha dicho que las subidas se concentrarán en los primeros meses para mantener controladas las expectativas para el 2022 y evitar subidas pronunciadas más adelante.

Muchos economistas consideran que la inflación superará pronto el 7%. La moneda de Brasil, el real, ha caído casi un 10% este año después de la baja del 25% del año pasado, mientras que los datos del índice de gerentes de compras de IHS Markit muestran que los costos en los sectores manufacturero y de servicios son los más altos desde que la serie de datos comenzó en el 2007.

El panorama fiscal, con el presidente Jair Bolsonaro aún sin firmar el presupuesto del 2021 y el gobierno potencialmente en camino de romper su regla de “límite de gasto” este año, también está avivando el temor a la inflación.

¿Recesión?

Brasil parece particularmente vulnerable a un aumento mayor y más persistente de la inflación dada la inestable dinámica económica, de política monetaria y de política interna”, escribieron economistas de Goldman Sachs en una nota, citando el tipo de cambio, el grado de anclaje de las expectativas de inflación y la política a corto plazo.

Aunque el banco central está subiendo los costos de los préstamos, el tipo Selic real es de menos 3.35%, el menor en más de 20 años.

Campos Neto ha defendido en varias ocasiones la postura de “normalización parcial” del banco. “Tenemos que mover las tasas, pero todavía estar en un terreno de estímulo”, dijo.

Esto se debe, en gran medida, a que las perspectivas de crecimiento a corto plazo se están deteriorando, ya que la pandemia no da señales de remitir, y los atascos fiscales y políticos en Brasilia deterioran la confianza de las empresas, los consumidores y los inversores.

El desempleo, por su parte, ha superado el 14% y pronto podría superar su máximo del 2020 -y de toda la serie de datos- del 14.6%.

Es probable que esta dinámica persista en los próximos meses antes de que la vacunación masiva ayude a la economía a repuntar en el segundo semestre del año. También podría ser entonces cuando las perturbaciones de los precios de las materias primas y del tipo de cambio empiecen a desvanecerse.

Los economistas de BNP Paribas pronosticaron esta semana una recesión técnica, con una contracción de la economía de 0.7% en el primer trimestre y 1.3% en el segundo.

Pero, al igual que muchos de sus colegas, Gustavo Arruda, jefe de investigación de América Latina del banco, confía en que la estanflación en Brasil será leve y de corta duración, muy lejos de la combinación autoperpetuada de la crisis del precio de la energía y la espiral de aumento de los salarios que asoló a muchas de las principales economías en la década de 1970.

“La política monetaria no correrá el riesgo de permitir que las expectativas de inflación se desanclen”, dijo Arruda.