Zhanna Agalakova era hasta principios de mes corresponsal en París de Channel One, la principal cadena rusa, y dimitió para no seguir formando parte del aparato propagandista del Kremlin: “Tengo mucho miedo, pero no tenía opción”, dijo tanto de esa decisión como de su voluntad de dar la cara.
El inicio de la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero, la pilló cubriendo la Semana de la Moda de Milán, y su dirección le pidió que no abandonara esa cobertura. Cuando volvió a París, el 3 de marzo, presentó su dimisión y se mantuvo en el puesto las dos semanas necesarias más para organizar su sucesión.
“No era cuestión de continuar, de llamar a lo que pasa ‘operación de pacificación’. Hay que decirlo claro, es la guerra”, apuntó en conferencia de prensa en la sede en París de Reporteros Sin Fronteras (RSF).
Agalakova, de 56 años, no había querido hasta ahora ofrecer su testimonio en público, pero lo hizo, en francés y en ruso, con la intención también de que se la escuche en su país y de animar a sus compatriotas a “aprender a distinguir la propaganda y a buscar fuentes de información alternativas”.
Durante años ella formó parte de la maquinaria del Kremlin, de la que intentó alejarse. Dejó su puesto de presentadora del telediario y en el 2005 pidió ser corresponsal en París, convencida de que contar la actualidad internacional podía evitarle ser propagandista.
Entre esa corresponsalía en la capital francesa, en Nueva York del 2013 al 2019 y después de nuevo en París, lleva 17 años fuera de Rusia: “Nunca dije mentiras, pero la propaganda funciona así. Coges cosas reales, las mezclas, y de esa composición acaba saliendo algo propagandístico”.
Agalakova admitió que en estos últimos años el poder ruso ha intentado “estrangular” a los medios independientes, “que intentan sobrevivir”, y criticó que la prensa de su país solo ofrezca un punto de vista, el del Kremlin.
Ella reconoció ser una privilegiada y sentirse más libre de haber podido dar este paso porque está en Francia. “La mayoría de periodistas allí están en contra pero están atrapados. Tal vez porque tienen padres mayores, niños o hipotecas que pagar. Son rehenes de la situación”.
A sus compatriotas, lamentó, no les llega la verdad. La Unión Soviética sufrió unos 27 millones de muertos en la II Guerra Mundial “y cuando en Rusia se dice que en Ucrania hay nazis todo el mundo se levanta para erradicar ese fenómeno. Es una manipulación y una enorme mentira”.
Aun así, la periodista dejó claro que, “aunque todo el mundo sabe quién es el culpable de esta situación, Occidente también tiene su parte de responsabilidad”, y consideró que las sanciones impuestas a Rusia por parte de la comunidad internacional no son la vía adecuada.
“Esas sanciones afectan sobre todo a la clase media, a gente que comparte los valores democráticos. Perdéis a vuestros aliados. No veo solución a esta historia. Es muy fácil introducir sanciones, pero hacen falta años para suprimirlas”.
Agalakova, que no ha pedido protección en Francia, dijo ser consciente de que asume riesgos al hacer públicas sus críticas, pero sus próximos pasos profesionales seguirán relacionados con Rusia.
Desde el 2015, durante sus vacaciones, recorrió su país desde el este hasta Moscú, visitando unas 35 ciudades para ver con sus propios ojos “lo que pasa en realidad”, y su intención ahora es dar forma a todo ese material.