El médico ucraniano Volodimir recordará siempre el día que tomó la última dosis de un tratamiento contra la tuberculosis más corto, más eficaz y con menos efectos secundarios, que constituye un punto de inflexión en la lucha contra esta mortífera enfermedad y a él le cambió la vida.
Antes, Volodimir, 25 años, un habitante de Kiev que prefirió no dar su apellido, seguía otro tratamiento casi dos veces menos eficaz, que suponía la toma de más comprimidos y que le había causado efectos neurológicos secundarios.
Estos desaparecieron cuando se pasó al nuevo tratamiento, que ha durado solo seis meses contra los dos años del anterior.
“Fue muy fácil”, dijo Volodimir a AFP, que prefirió no dar su apellido.
El día de la última dosis, un escáner le mostró que ya no presenta restos de tuberculosis.
La próxima semana ya quiere volver a trabajar tras ocho meses de baja. “Ahora, puedo volver a empezar a vivir”, se alegra.
La tuberculosis era la principal causa de muerte infecciosa antes de la llegada del COVID-19, con 1,5 millones de víctimas anuales.
Alrededor de un 5% de los nuevos casos mostraban resistencia a los antibióticos prescritos, lo que dificultaba el tratamiento.
Pero un nuevo régimen de medicamentos, llamado BPaL porque combina los antibióticos bedaquilina, pretomanida y linezolida, supuso un gran avance desde su aprobación por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos en el 2019.
Dosis reducida
La investigación en el 2020 demostró que el tratamiento BPaL curaba más del 90% de pacientes, pero que había una tasa elevada de efectos secundarios vinculados a la linezolida, especialmente dolor nervioso o depresión medular, una bajada de la producción de las células responsables de la inmunidad.
Pero un estudio publicado el miércoles en el New England Journal of Medicine demostró que la dosis de linezolida puede reducirse a la mitad sin disminuir significativamente la eficacia del tratamiento.
Los investigadores realizaron un ensayo con 181 pacientes de tuberculosis resistente en Rusia, Sudáfrica, Georgia y Moldavia, los países con tasas más elevadas de esta enfermedad.
La conclusión es que si 1,200 miligramos de linezolida durante seis meses resulta efectiva en un 93%, esta se mantiene en 91% con una dosis de 600 miligramos.
En este ensayo, el número de participantes que sufren neuropatía periférica (causante de los dolores nerviosos) pasó de 38 a 24% y aquellos con supresión de la médula ósea de 22 al 2%.
“Es el principio del fin de la tuberculosis resistente a los fármacos”, dice a AFP la autora principal del estudio, Francesca Conradie, de la Universidad de Witwatersrand de Sudáfrica.
“Cuanto más rápido tratas la tuberculosis de alguien, menos contagioso es. Es como el covid en muchos aspectos”, dice.
“Grandes avances”
Además, el tratamiento es más fácil para los pacientes: pasan de tener que tomar hasta 23 píldoras al día y 14,000 en dos años a solo cinco pastillas diarias y menos de 750 en los seis meses de duración.
Para Natalia Lytvynenko, que supervisó el tratamiento BPaL en Ucrania, esta cantidad más gestionable de pastillas facilita el seguimiento del tratamiento para los pacientes desplazados a causa de la guerra.
La Organización Mundial de la Salud indicó este año que actualizará sus directrices para recomendar el BPaL con 600 miligramos de linezolida a la mayoría de pacientes de tuberculosis resistente.
Se trata de “grandes avances”, señalaron dos expertos en este campo no implicados en el estudio del miércoles.
El tratamiento BPaL “es uno de los progresos determinantes de la investigación científica sobre la tuberculosis de este siglo”, escribieron Guy Thwaites de la Universidad de Oxford y Nguyen Viet Nhung del Programa Nacional de la Lucha contra la Tuberculosis de Vietnam en un editorial del New England Journal of Medicine.
Estos avances ocurren entre temores de que la pandemia del COVID-19 frene la investigación en la lucha contra la tuberculosis.