Alrededor de 300 personas murieron la semana pasada en un ataque aéreo ruso contra un teatro de Mariúpol que se empleaba como refugio, informó el gobierno ucraniano. Se trata del ataque contra civiles más mortal del que se tenga conocimiento en lo que va de la guerra.
Por otro lado, en lo que podrá ser el indicio de una reducción importante de los objetivos militares de Moscú, Estados Unidos indicó que las fuerzas rusas parecen haber detenido, al menos por ahora, su ofensiva terrestre con la que buscan tomar la capital de Ucrania, Kiev, y concentrarse más en la lucha por el control de la región de Donbás en el sureste del país, un cambio que el Kremlin parecía confirmar.
El coronel general Sergei Rudskoi, subjefe del Estado Mayor ruso, dijo que el objetivo principal de la primera etapa de la operación —reducir la capacidad de combate de Ucrania— ha “sido cumplido en general”, lo que permite a las fuerzas rusas enfocarse en “el objetivo principal, la liberación de Donbás”.
El aparente cambio de objetivos de guerra manifestados por Moscú —luego de semanas en las que el presidente ruso Vladimir Putin negó el derecho de Ucrania a existir como país soberano y parecía empeñado en tomar la mayor cantidad posible de sus ciudades y derrocar a su gobierno— podría revelar una posible estrategia de salida por parte de Rusia, que se ha enfrentado con una férrea resistencia y pérdidas más serias que las previstas.
Donbás es una región en el este de Ucrania cuya población habla en su mayoría ruso, en que los separatistas apoyados por Rusia han combatido contra las fuerzas ucranianas desde el 2014 y donde muchos residentes han manifestado su apoyo a Moscú.
En Mariúpol, el ataque contra el teatro avivó las afirmaciones de que Rusia está cometiendo crímenes de guerra al asesinar a civiles, ya sea de manera deliberada o con ataques indiscriminados.
Durante días, el gobierno de la ciudad portuaria, asediada y en ruinas, no pudo ofrecer una cifra de personas que murieron en el bombardeo del 16 de marzo contra el enorme Teatro Dramático de Mariúpol, en el cual, de acuerdo con los reportes, se refugiaban cientos de personas.
En el exterior del edificio se había escrito en ruso la palabra “NIÑOS”, en letras blancas de gran tamaño para ser visible desde el cielo.
Al anunciar el número de muertos en su canal de Telegram el viernes, el gobierno de la ciudad citó a testigos presenciales. Pero de momento se desconoce cómo calcularon la cifra los testigos o si personal de emergencias había terminado de realizar excavaciones en los restos del edificio.
Jake Sullivan, asesor en seguridad nacional del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que el bombardeo al teatro fue una “impresión absoluta, sobre todo por el hecho de que se trató claramente de un objetivo civil”. Agregó que el incidente mostró “un desdén descarado hacia las vidas de gente inocente”.
La escala de devastación en Mariúpol, donde hay cadáveres insepultos entre cráteres de bombas y edificios en ruinas, ha dificultado la obtención de información.
Pero poco después del ataque, el comisionado de derechos humanos del Parlamento Ucraniano dijo que más de 1,300 personas se habían refugiado en el teatro, muchas de ellas debido a que sus casas habían sido destruidas. El edificio tenía un refugio antibombas subterráneo, y algunos sobrevivientes salieron de entre los escombros tras el ataque.
“Esta es una guerra bárbara, y de acuerdo con las convenciones internacionales, ataques deliberados contra civiles constituyen crímenes de guerra”, subrayó Mircea Geoana, subsecretario general de la OTAN.