El gobierno británico anunció que quiere allanar el camino en Inglaterra al cultivo de plantas editadas genéticamente para que sean más resistentes y nutritivas, un proyecto que será posible gracias al Brexit.
Esta técnica, conocida como mutagénesis, es diferente de la modificación de genes, dado que cambia el genoma sin introducir un gen de una especie diferente. Sin embargo, según la legislación europea, esta técnica también crea organismos genéticamente modificados (OGM) y, por tanto, está sujeta a las mismas normas.
La salida británica de la Unión Europea (UE) permite así ahora al gobierno flexibilizar las normas para facilitar la investigación y el desarrollo.
Según el ejecutivo de Boris Johnson, esto podría conducir, por ejemplo, a variedades de remolacha azucarera resistentes a los virus, lo que reduciría la necesidad de pesticidas químicos.
La edición genética “es una herramienta que podría ayudarnos a abordar algunos de los mayores retos a los que nos enfrentamos, en torno a la seguridad alimentaria, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”, afirmó el ministro de Medio Ambiente, George Eustice, en un comunicado.
“Fuera de la UE, estamos en condiciones de impulsar la innovación para ayudar a cultivar cosechas más fuertes y resistentes al cambio climático. Trabajaremos estrechamente con los grupos agrícolas y ecologistas para garantizar que se aplican las normas adecuadas”, añadió.
La decisión se produce pese a los resultados de una consulta pública en que el 87% de los encuestados expresó su preocupación por esta técnica.
Liz O’Neill, directora del grupo GM Freeze, que se opone a los alimentos transgénicos, teme que el Reino Unido esté abandonando una “red de seguridad” que protegía al consumidor.
El gobierno también tiene previsto revisar la regulación de los OGM a largo plazo. Subrayó que sólo se permitirá la comercialización de alimentos modificados genéticamente si se considera que no suponen un riesgo para la salud.