Poco después de la Revolución cubana en 1959, su líder Fidel Castro comenzó a condenar a las personas que huían como ‘gusanos’. El nombre proviene de las bolsas cilíndricas en las que los migrantes metían sus pertenencias. En las cuatro décadas posteriores a la revolución, más de un millón de cubanos abandonaron el país. Castro no lamentó del todo verlos partir.
Mejor que los descontentos abandonen la isla a que generen problemas en casa, pensó. En estos días, los gusanos envían a Cuba entre 2000 y 3000 millones de dólares en efectivo al año, lo que representa del 2% al 3% del PBI. Pero el gobierno ha castigado a los exiliados. Solo permite que visiten la isla los que tienen un pasaporte cubano y cobra altas tarifas para que puedan conservar ese documento.
Recientemente, el éxodo ha crecido a medida que las condiciones de vida empeoran y la represión política continúa. El año pasado, la migración alcanzó cifras históricas. La agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos estima que más de 306,000 cubanos, más del 2% de la población de Cuba, cruzaron la frontera sur de Estados Unidos en 2022.
LEA TAMBIÉN: Elián, el niño cubano centro de una disputa con EE.UU. se convierte en parlamentario
El gobierno de Cuba ahora ha decidido ser más amable con los gusanos. El 1 de julio, su cancillería adoptó normas que facilitan y abaratan el regreso de los cubanos que se encuentran en el exterior. Extendió de seis a diez años la vigencia de sus pasaportes y redujo a la mitad la tarifa de renovación para los cubanos residentes en Estados Unidos (a US$ 180) y eliminó una tarifa de mantenimiento de pasaporte, que se pagaba cada dos años.
Cuba está cambiando estas reglas porque su economía está en una situación apremiante. La pandemia, sumada a las restricciones de viajes y remesas impuestas por Estados Unidos, ha reducido los recibos de moneda extranjera. El número de turistas es una cuarta parte de lo que era en 2019. La disminución de la demanda de médicos y enfermeras cubanos por parte de países extranjeros ha reducido los ingresos de la isla. La escasez de energía ha afectado la producción nacional.
El gobierno no ha liberalizado el comercio exterior y el espíritu empresarial lo suficiente como para acelerar el crecimiento, que se espera que sea solo del 1.5% este año. Los precios de los bienes en el mercado negro se han disparado. La semana pasada, el tipo de cambio del mercado negro del peso cubano alcanzó los 200 por dólar, igualando un mínimo histórico.
LEA TAMBIÉN: La lenta convalecencia del turismo poscoronavirus en Cuba
Es por esto que el gobierno está buscando maneras de aprovechar la diáspora, que incluye a 3 millones de personas en Estados Unidos, para obtener dinero extra. Según Havana Consulting Group en Miami, los 113,000 cubanos que visitaron el país entre enero y abril de este año gastaron más que los 500,000 canadienses que llegaron en el mismo periodo.
Los cubanos alquilan autos y gastan libremente en restaurantes y tiendas y en vacaciones en la playa con familiares que viven en la isla. También traen medicinas, artículos básicos de baño como pasta de dientes y electrodomésticos que los cubanos no pueden comprar en casa. Junto con las nuevas reglas de migración, el gobierno está relajando las restricciones a la importación de estos productos. Sería “más bien estimular la existencia de un mercado informal” que liberar al sector privado, dice Emilio Morales, jefe de Havana Consulting Group.
Los cubanos se alegrarán por el dentífrico extra. Pero los gusanos no pueden curar la economía ni proporcionar libertad.
LEA TAMBIÉN: “¡Aquí sí hay!”, el naciente sector privado gana espacio al estatal en Cuba