El ritmo del aumento del dióxido de carbono en la atmósfera debe reducirse en alrededor de 20% en los próximos cinco años para limitar el calentamiento global a 1.5 °C en comparación con los niveles preindustriales, según el último análisis de la Oficina Meteorológica del Reino Unido.
El pronóstico anual de CO2 del departamento es un recordatorio de que los actuales esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no son suficientes, lo que significa que el mundo debe actuar de manera aún más agresiva en los próximos años para tener alguna posibilidad de alcanzar los objetivos climáticos globales.
Este año, la concentración promedio de CO2 probablemente aumentará en 2.14 partes por millón, indicó la oficina meteorológica. Ese es, efectivamente, un ritmo más lento que en los últimos años, gracias al crecimiento de una mayor cantidad de plantas que eliminan carbono. Dicho crecimiento que se va visto impulsado por las condiciones atmosféricas provocadas por el fenómeno de La Niña.
“La naturaleza hará temporalmente nuestro ‘trabajo pesado’ este año, ya que se espera que los ecosistemas, como las selvas tropicales, absorban una proporción mayor a la habitual de dióxido de carbono de la atmósfera”, dijo Richard Betts, encargado de investigación de impactos climáticos de la oficina meteorológica.
“Sin embargo, si el mundo quiere cumplir con los ambiciosos objetivos del Acuerdo de París, la acumulación a largo plazo de CO2 en la atmósfera debe desacelerarse rápidamente y detenerse antes de mediados de siglo”, agregó.
Al 2021, que quedó en los registros como el quinto año más caluroso de la historia, le sigue otro año de contenido de carbono cada vez mayor en la atmósfera de la Tierra.
Para alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento a 1.5 °C, que es el nivel de preferencia establecido en el acuerdo climático de París, el aumento del CO2 atmosférico debe ralentizarse a un promedio de 2 partes por millón por año durante los próximos cinco años.
Esa tasa debería seguir disminuyendo rápidamente y luego detenerse a principios de la década del 2040, dejando que los niveles de CO2 disminuyan durante el resto del siglo. Hay pocos indicios de que el mundo pueda a alcanzar ese escenario mientras las economías sigan quemando una cantidad récord de carbón en su recuperación de la pandemia.