Un manojo de hojas sexagenarias unidas por sujetadores metálicos con la inscripción “Julio Cortázar. Historias de Cronopios y de Famas. París. 1952″ fue subastado el jueves en Montevideo con siete relatos inéditos.
Las 60 hojas amarillentas de 28,5 x 22,8 centímetros tipeadas en máquina de escribir contienen 46 ensayos literarios que son el corazón del célebre libro del escritor argentino Cortázar escrito al poco de llegar a París.
De ellos, 35 fueron publicados en 1962 en la primera edición de “Historias de Cronopios y de Famas”. Algunos fueron impresos exactamente iguales al borrador hallado en Montevideo el año pasado y otros tuvieron cambios de edición. Otros tres relatos fueron conocidos en revistas estando Cortázar vivo.
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Pero los siete restantes son inéditos: “Inventario”, “Carta de un fama a otro fama”, “Mariposas automáticas”, “Los viajes y los sueños”, “Diminuto unicornio”, “Rabia del espejo” y “Rey del mar”.
La subasta, a cargo de la casa Zorrilla de Montevideo en asociación con el anticuario de arte Hilario de Buenos Aires, tenía un valor base de 12.000 dólares estadounidenses. Pero un comprador argentino, que participó por vía telefónica, se lo llevó por 36.000 dólares.
En 1952 Julio Cortázar envió de París a Buenos Aires un escrito con el título “Historias de Cronopios y Famas” a Luis María Baudizzone, responsable de la editorial Argos. El editor era amigo del escritor argentino, por entonces ignoto que solo había publicado su primera novela, “Bestiario”, y tenía 37 años. El editor ni siquiera respondió, por lo menos hasta donde saben los historiógrafos cortazarianos.
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“Estos cuentecitos de cronopios y de famas han sido mis grandes camaradas de París. Los anoté en la calle, en los cafés, y sólo dos o tres pasan de una carilla”, escribió Cortázar en octubre de 1952 a su amigo Eduardo Jonquiéres. En la misma carta, le informaba que había enviado un ejemplar escrito a máquina a Baudizzone.
Más de medio siglo después, ese borrador comenzó a ser estudiado por especialistas porque el hijo de un coleccionista de libros, fallecido en Montevideo, lo encontró al final de una caja con otros materiales.
“Era algo que estaba perdido”, explicó Roberto Vega, responsable de la casa de subastas Hilario a The Associated Press. “El libro estaba en una caja sin inventariar. Podría haber pasado que el coleccionista muriera y las cosas fueran a parar quién sabe a dónde. Perfectamente se podría haber perdido”, dijo este rematador que solo compara el hallazgo con otro manuscrito de Jorge Luis Borges que pasó por sus manos.
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Vega supone que Cortázar “perdió el rastro del manuscrito” tras enviarlo a Baudizzone. “El manuscrito se pierde. Luego lo que sucede es que el Río de la Plata no separa Argentina de Uruguay, sino que une. Siempre hubo circulación entre intelectuales, coleccionistas e investigadores”, opinó.
La familia del coleccionista, que pidió anonimato a los subastadores, no sabe cómo llegó el texto de Cortázar al acervo del fallecido, que lo atesoraba en silencio. El heredero contactó a Lucio Aquilanti, un librero anticuario bonaerense, además un relevante bibliógrafo de Cortázar, quien confirmó la originalidad de la pieza.
Entre otros motivos por la tipografía y el golpe de la máquina de escribir Royal que Cortázar usó durante años. El documento subastado “tiene todo el papel con las huellas del golpe de esa máquina de escribir”, explicó Vega a la AP.
El anticuario dice que desde la semana pasada no para de atender consultas por la pieza desde América y Europa, de instituciones, coleccionistas e investigadores. Vega dice que hay manuscritos de otros escritores latinoamericanos, pero “de Cortázar se han vendido muy pocos originales”, remarcó.