El sindicato de tres grandes fabricantes de automóviles estadounidenses lanzó una huelga simultánea sin precedentes en tres plantas de Estados Unidos para exigir aumentos salariales, una medida que amenaza la economía y que recibió el respaldo del presidente Joe Biden.
Frente a la planta de Ford en Wayne, en la región de Detroit (Michigan), bocinas y aplausos saludaron la llegada del presidente del poderoso sindicato United Auto Workers (UAW), Shawn Fain, quien poco antes había anunciado los tres sitios elegidos para iniciar el paro, uno en cada grupo involucrado: General Motors, Stellantis y Ford.
Además de Wayne, los otros dos centros que en huelga son plantas de montaje en Wentzville (Misuri), de GM, y en Toledo (Ohio), de Stellantis.
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”Hoy estamos reuniendo a nuestros miembros. Mañana estaremos en la mesa de negociación”, declaró el viernes por la tarde Fain, quien afirmó que los tres grupos habían recibido una “contraoferta exhaustiva”.
Pero el movimiento podría extenderse, subrayó Fain, quien instó a los aproximadamente 146,000 miembros del sindicato que trabajan para estos fabricantes a estar dispuestos a hacer huelga en función de la evolución de las negociaciones.
Un conflicto social prolongado podría tener consecuencias políticas para Biden, cuya gestión de la economía recibe críticas, en particular debido a la persistente inflación.
No obstante, el mandatario respaldó este viernes el reclamo de los trabajadores, al asegurar que las “ganancias récord” de los fabricantes de automóviles deben repartirse de forma “justa”.
Biden dijo que los trabajadores no habían podido beneficiarse de los enormes beneficios empresariales, que superaron los 20.000 millones de dólares para los tres gigantes sólo en el primer semestre de 2023.
”Las compañías han hecho ofertas significativas, pero creo que deberían ir más allá para asegurar que las ganancias empresariales récord se traduzcan en convenios récord para la UAW”, dijo Biden en la Casa Blanca y abogó por un acuerdo “justo y beneficioso para ambas partes”.
- 40% de aumento -
En campaña para la reelección en 2024, Biden se mueve en un terreno espinoso y debe hacer un equilibrio entre el apoyo expresado a los sindicatos y el temor por las consecuencias para la economía estadounidense de esta huelga.
Según la consultora Anderson Economic Group (AEG), una huelga de diez días podría representar más de 5.000 millones de dólares en ingresos perdidos para la economía estadounidense.
Las negociaciones entre sindicatos y constructores para elaborar los nuevos convenios colectivos por cuatro años comenzaron hace dos meses.
Los empleados del sector exigen aumentos salariales y más beneficios, mientras que los fabricantes, que han registrado ganancias en los últimos años, apretaron las tuercas tras la crisis financiera de 2008.
La última huelga del sector, que se remonta a 2019, sólo afectó a GM. El paro duró seis semanas.
El UAW exige un aumento salarial de alrededor de 40% en cuatro años, mientras que los tres fabricantes no han superado el 20% (Ford), según el gremio
.Los tres gigantes históricos de Detroit también se negaron a conceder días adicionales de vacaciones y a aumentar las pensiones, proporcionadas por fondos específicos de cada empresa.
- Oferta “competitiva” -
En un comunicado, Ford dijo que estaba “absolutamente comprometido a alcanzar un acuerdo que recompense a los empleados y proteja la capacidad de Ford para invertir en el futuro”.
El grupo calificó la oferta que hizo al sindicato hace más de dos días como “históricamente generosa”.
Interrogada el viernes en CNN, Mary Barra, directora de GM, defendió las propuestas de los fabricantes, que incluyen “no sólo un aumento del 20% del salario bruto, sino también una participación en los beneficios, una asistencia sanitaria de clase mundial y varias características más”.
”Creo que tenemos una oferta muy competitiva sobre la mesa”, afirmó.
La compañía Stellantis, en tanto, dijo en un comunicado estar “extremadamente decepcionada por la negativa de los líderes del UAW a comprometerse responsablemente para llegar a un acuerdo justo”.
Intentando calmar las aguas, Biden habló por teléfono el jueves por la noche con Fain y los líderes de los constructores.
A mediados de agosto, abogó por un acuerdo “justo” y en el que todos ganen, fortaleciendo los derechos de los trabajadores durante la transición a los vehículos eléctricos.
Según el analista de CFRA Garrett Nelson, las empresas “están llenas de efectivo y (...) probablemente puedan resistir una huelga más tiempo que los empleados”.
(Con información de EFE)