Con una inflación que se acerca al 100%, el Gobierno argentino apostó su futuro político a un experimentado dirigente con ambiciones presidenciales, pero sin experiencia en política económica, para sacar al país de su última crisis.
El ministro de Economía, Sergio Massa, que asumió el cargo el mes pasado, se anotó algunas victorias iniciales tras una semana en Washington en la que obtuvo más financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo y habló brevemente el lunes con la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, un encuentro de alto nivel que sus predecesores no lograron concretar. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, elogió las “firmes medidas” adoptadas por Massa para estabilizar la economía tras una reunión aparte.
El ministro necesitará más victorias como esta si quiere tener éxito donde la mayoría de sus predecesores fracasaron: controlar la economía sudamericana propensa a la crisis. Entre sus desafíos, tiene que frenar el gasto y evitar que el tipo de cambio se salga de control, al tiempo que cumpla con los compromisos del país en el marco de su programa de US$ 44,000 millones del Fondo Monetario Internacional. Todo ello en medio de las exigencias de un mayor gasto social por parte de una coalición de Gobierno fracturada.
Massa también tendrá que sortear una situación políticamente explosiva sin enemistarse con su poderosa aliada, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que se opone a las políticas favorables al mercado que respalda el FMI, y quien no ha sido tímida a la hora de criticar a su propio Gobierno en el pasado.
Si Massa, el quinto ministro de Economía de Argentina en cuatro años, puede lograr este difícil equilibrio, será un aspirante a la presidencia en las elecciones de 2023. Pero si la nación sufre una crisis total con una inflación galopante, su futuro político será difícil de salvar, y el Gobierno tendrá dificultades para mantener el poder.
Massa aceptó el cargo “porque vio una oportunidad, un camino hacia la presidencia, y hará lo que crea necesario para asegurarse de que puede llegar allí”, dijo Daniel Kerner, director gerente para América Latina de Eurasia Group.
Medicina desagradable
Los bonos internacionales de Argentina se apreciaron inicialmente tras el nombramiento de Massa como ministro, pero siguen en territorio “distressed” por debajo de los 30 centavos de dólar. Los inversores especulan sobre hasta dónde puede llegar el impopular ajuste fiscal antes de que sus instintos políticos lo lleven a cambiar de rumbo.
”La sensación fuera de Argentina es que el país se precipita hacia una crisis caótica y que está irremediablemente sumido en disputas internas, incapaz de desarrollar un plan”, dice Benjamin Gedan, director interino del programa de América Latina en el Wilson Center. Massa “es visto como alguien que entiende lo que los inversores necesitan oír”.
Convencer a Washington y a Wall Street es la oportunidad de Massa de demostrar que es diferente a sus predecesores y que puede hacer frente a una crisis económica cada vez más profunda, ya que tiene la fuerza política de la que ellos carecían. El nuevo ministro tiene profundos vínculos con los sindicatos y los movimientos sociales de Argentina, organizaciones clave que podrían ayudar a controlar las tensiones sociales.
Por ahora, también cuenta con el apoyo tácito de Kirchner, según un legislador familiarizado con su forma de pensar. Massa considera que una foto que se tomó con la vicepresidenta cuando se convirtió en ministro es una señal de que ella no se interpondrá en su camino, según una persona con conocimiento directo.
Política zigzagueante
Massa fue jefe de gabinete de Kirchner durante parte de su presidencia, antes de abandonar su Administración para formar un nuevo partido y presentarse a las elecciones presidenciales del 2015 contra el candidato de Kirchner. Quedó en tercer lugar, pero después se alió con el principal rival político de Kirchner, el expresidente Mauricio Macri, que trató de implementar reformas pro mercado.
Más tarde, Massa abandonó a Macri cuando su Gobierno se desmoronó, y volvió con Kirchner y Fernández en el 2019, ocupando desde entonces el cargo más importante en la Cámara Baja del Congreso.
Fernández se resistió a nombrar a Massa como ministro durante meses porque compiten por el mismo espacio de centroizquierda en su coalición, según otras tres personas al tanto de sus conversaciones.
Pero Fernández terminó cediendo después de que su ministro elegido a dedo, Martín Guzmán, dimitiera abruptamente en julio y su sustituta, Silvina Batakis, durara solo tres semanas. Massa había insistido con Fernández en la revisión del equipo económico durante varios meses, según cuatro personas, lo que llevó a la prensa local a apodarlo “superministro” tras consolidar las carteras de economía, producción y agricultura bajo un mismo techo.
Mientras que Massa resta importancia a la idea de una candidatura presidencial en el 2023, uno de sus encuestadores externos, Antoni Gutiérrez Rubí, le aconsejó que dejara el Congreso y ocupara un puesto en el poder ejecutivo, donde podría tomar las riendas, mostrar los resultados a los votantes y, en última instancia, revertir sus índices de aprobación que se hunden, según dos personas. Gutiérrez no respondió a una solicitud de comentarios.
”Ese es el elemento que aporta Massa y que nadie más ha aportado: tiene peso político propio y busca aumentarlo”, dice Jimena Blanco, directora para las Américas de la consultora Verisk Maplecroft.
Hasta ahora, Massa se ha comprometido a cumplir una meta fiscal y detener la emisión de dinero como primeras medidas para enfriar la inflación, que se espera alcance el 100% p fin de año. Pero todavía no ha presentado una estrategia monetaria integral, sino que ha optado por un tipo de cambio especial solo para los productores de soja del país como incentivo para impulsar las exportaciones, aumentar las reservas y evitar una devaluación abrupta.
Y el tiempo se está acabando. Según algunas estimaciones privadas, el banco central de Argentina tiene menos de US$ 3,000 millones de reservas netas en efectivo.
”Para Massa, este es un momento decisivo”, dice Blanco.