El problema mundial de los alimentos ya es grave en medio del aumento de los precios y la agudización del proteccionismo, pero existe una gran probabilidad de que los gobiernos puedan evitar que empeore si prestan atención a la lección de la crisis del 2008: no entrar en pánico.
Con un indicador de los precios globales que ya se encuentra en un récord luego de la invasión rusa a Ucrania, una serie de naciones han optado por frenar las exportaciones de cultivos, desde el trigo y el azúcar hasta los aceites para cocinar, lo que exacerba los riesgos de seguridad para el resto del mundo.
El mal tiempo también es una preocupación. Sin embargo, mientras el trigo, el maíz y la soja se han disparado, el arroz, que es un alimento básico para más de 3,000 millones de personas, se ha mantenido más estable hasta ahora.
Si los países no entran en pánico ni comienzan a acaparar las existencias, pueden evitar que la crisis actual se transforme en una repetición de la de 2008, cuando los precios del arroz se dispararon y pusieron la seguridad alimentaria de la región en grave riesgo, según Peter Timmer, profesor emérito de la Universidad de Harvard que ha estudiado la seguridad alimentaria durante décadas.
Hay demasiado en juego. Encargados de política monetaria desde Estados Unidos hasta China están lidiando con una elevada inflación y una desaceleración del crecimiento, mientras los consumidores enfrentan un rápido aumento de los costos de vida y el hambre se extiende. El arroz –aproximadamente el 90% del cual se produce y consume en Asia– es uno de los cultivos más importantes.
La crisis del 2008 entrega lecciones fundamentales, ya que pone de relieve cómo los impactos comerciales impuestos por los gobiernos pueden impulsar los precios de los productos básicos. El alza del arroz en ese entonces se debió fundamentalmente a las prohibiciones de exportación de los principales productores en medio de la escasez interna y al aumento de los precios. Eso provocó compras de pánico en otros países, creando un efecto dominó.
Hay ciertas similitudes en la actualidad. Los crecientes precios de la energía, el mal tiempo y las prohibiciones a la exportación han contribuido a la actual alza de los precios de los alimentos, tal como ocurrió entonces, aunque la guerra en Ucrania añade una nueva dimensión. Este año, cuando los precios agrícolas aumentaron, varios gobiernos tomaron medidas para salvaguardar sus propios suministros.
Si bien hay preocupaciones de que el arroz pueda ser el próximo, dado que es absolutamente crucial para la seguridad alimentaria y la estabilidad política en Asia, también hay diferencias con respecto al 2008. Timmer dijo que los países han diversificado sus hábitos alimenticios y han acumulado enormes reservas en un intento por evitar impactos en los precios.
De hecho, el arroz es tan abundante, que podría ayudar a aliviar la presión sobre el trigo, que alcanzó un precio récord en marzo. Los consumidores de India, China y el sudeste asiático pueden cambiarse con relativa facilidad del trigo al arroz –como en fideos y pasteles– ahorrando al mercado entre 30 y 40 millones de toneladas de trigo, señaló Timmer.
Si otros países del sudeste asiático retienen sus exportaciones, el “verdadero desastre” se produciría en África, que se ha vuelto cada vez más dependiente de las importaciones de arroz. El continente ya está sufriendo las interrupciones del trigo de la región del mar Negro y no puede permitirse una crisis del arroz, dijo Timmer.