El estallido social de hace cinco años y los largos confinamientos decretados por la pandemia sumieron a Santiago en un letargo turístico del que va poco a poco despertando, promocionando sus barrios patrimoniales, Los Andes y una robusta oferta vitivinícola y gastronómica.
Durante el primer semestre del año, llegaron al principal aeropuerto de la capital más de 1,2 millones de turistas extranjeros -un 38.2% más que el año pasado-, de los cuales un poco menos de la mitad pasaron unos días en la ciudad.
“Cuando la gente habla de Chile, nombre siempre tres lugares: Torres del Paine, San Pedro de Atacama y Rapanui, pero el turismo en Santiago sorprende. Santiago es la experiencia más concreta de lo que ocurre en Chile: tener a dos horas la cordillera y el mar”, dijo a EFE la subsecretaria de Turismo, Verónica Pardo.
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Brasileños, argentinos y estadounidenses son las nacionalidades que más están visitando este año Santiago, señaló Pardo, quien aseguró que el turismo procedente de la Unión Europea es el único que aún no ha recuperado los niveles prepandemia.
Galardonada con un ‘Óscar’
Santiago fue seleccionada por primera vez en julio como ‘Mejor Destino Ciudad Líder’ en los World Travel Awards Sudamérica, conocidos como los ‘Óscar del Turismo’.
El jurado destacó su “gran oferta cultural, gastronómica y de entretenimiento”, su “ambiente vibrante” y su “ubicación estratégica”.
Emplazada en un valle rodeado de la imponente cordillera andina, Santiago llevaba años bajo una intensa sequía, pero este invierno está siendo especialmente lluvioso, lo que ha llenado de nieve todas sus cimas y ha atraído a miles de turistas.
“Aún queda un mes y medio, pero se proyecta como una temporada histórica, superando los 750,000 esquiadores en la zona central”, indicó el presidente de la Asociación de Centros de Ski de Chile (ACESKI), James Ackerson.
En los últimos años, la capital chilena se ha convertido también en un destino destacado para el turismo de convenciones, de compras -principalmente a raíz de la crisis en Argentina- y de vino, ya que alberga algunas de las viñas más importantes del país.
También busca ser un importante polo gastronómico, aunque aún está lejos de Lima, el gran estandarte regional. El mayor exponente de esta efervescente nueva cocina chilena es Boragó, que este año fue incluido nuevamente en la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo.
Su chef, Rodolfo Guzmán, define su propuesta como un “ensayo acerca del territorio chileno” y anima a sus colegas a explorar los productos locales en sus platos.
“Boragó nació cuando respondí a tres preguntas que llevaba tiempo haciéndome: quién eres, de dónde vienes y qué tienes alrededor. Chile tiene una de las despensas endémicas más grandes del mundo”, apuntó entre los fogones de su restaurante, en el acaudalado barrio de Vitacura.
“Recuperar el relato del centro histórico”
Fundada en 1541 por Pedro de Valdivia, Santiago tiene un casco histórico de gran valor patrimonial y barrios llenos de encanto, como Yungay, París-Londres, Concha y Toro o Lastarria.
Las protestas de 2019, que combinaron marchas multitudinarias con vandalismo, cambiaron el rostro de esta parte de la ciudad. Las fachadas se llenaron de graffitis, muchos locales cerraron sus puertas, el comercio ambulante inundó las calles y una parte de los santiguinos dejaron de ir al centro.
“El estallido social dejó marcas muy fuertes. Luego vino la pandemia, lo que hizo que se descuidara más, pero tanto el Gobierno central como el regional se han puesto como tarea embellecer la ciudad (...) El gran desafío es recuperar el relato de un casco histórico que es hermoso”, reconoció la subsecretaria Pardo.
Eso es precisamente lo que hace el periodista Rodrigo Guendelman, fundador de “Santiago Adicto”, una cuenta en redes sociales que tiene miles de seguidores y con la que busca que “los santiaguinos valoren un poco más la ciudad”.
Guendelman explicó a EFE que el abandono del centro es anterior a las protestas de hace cinco años y comenzó con el traslado de las clases más pudientes a los barrios del oriente, pegados a la cordillera.
“El principal dolor de esta ciudad es la segregación, que se potenció durante la dictadura. Apartar a las clases sociales ayudaba a controlar a la población y reprimir cualquier tipo de sublevación”, resaltó el periodista durante un paseo por el Cementerio General de Santiago, que describe como “uno de los más bonitos de Latinoamérica”.
“Santiago es una ciudad que hay que recorrerla, hay que darle un espacio, no es una ciudad que se te muestra a la primera. Tienes que conocerla, quererla y así empezar a cuidarla”, añadió.
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