Rusia viene superando día a día sus máximos de contagio de COVID-19 y las últimas cifras de hoy no son la excepción: 34,303 casos reportados, el cuarto máximo diario consecutivo desde el comienzo de la pandemia. Esto coloca a Rusia como el quinto país del mundo que ha registrado mayor número de contagios con más de 7.8 millones y más muertes (217,000).
En agosto del 2020, el presidente Vladimir Putin anunciaba su vacuna contra el coronavirus, la Sputnik V, desarrollada por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología (Gamaleya) junto con el Ministerio de Defensa.
Pese a este temprano anuncio, que colocó a Rusia al frente de la carrera global que se había iniciado para lograr una vacuna contra el nuevo coronavirus, las cifras de inmunizados son bajas: solamente un 31% de los habitantes de Rusia se encuentran completamente vacunados y apenas un 3% adicional se encuentra parcialmente vacunado, de acuerdo con cifras de Our World in Data de la Universidad de Oxford.
¿Qué sucede?
El número bajo de vacunados no tiene relación a la falta de vacunas, como puede ocurrir con naciones que no tienen acceso, sino con la resistencia de la población a ponérsela.
Solo el 54% de los rusos dijo que no se pondría la vacuna si esta no es obligatoria, mientras que 38% dijo que sí lo haría, según una encuesta del Centro Levada.
“Ciertamente, las cifras [la tasa actual de mortalidad por COVID-19] son terribles. Es alarmante. La principal razón son los bajos niveles de vacunación”, dijo el pasado 5 de octubre el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, según apunta la BBC.
Alexandra Arkhipova, investigadora principal del Instituto de Ciencias Sociales de la Academia Presidencial Rusa de Economía Nacional y Administración Pública, declaró para la BBC y aclaró que estas personas que rechazan inmunizarse no necesariamente son antivacuna.
“Muchos no se han vacunado no porque sean convencidos antivacunas, sino porque han decidido esperar. Mucha gente dice que no está lista para vacunarse porque no confían en la forma como se diseñó la Sputnik V. Ellos están extremadamente molestos por la falta de información acerca de cómo se hizo, cuáles fueron sus efectos secundarios, cuánta gente enfermó, cuán severa o suave fue la enfermedad, cuántos de los vacunados fueron hospitalizados, etc.”, dijo.
Así como en otras partes del mundo, en Rusia también los bulos y desinformaciones contra las vacunas han sido abundantes y tienen incidencia en las personas.
Según explicó Arkhipova, hasta julio de este año habían acumulado una base de datos con unos 314 rumores distintos sobre el coronavirus, de los cuales “83 están relacionados con las vacunas y habían sido compartidos 2,6 millones de veces en redes sociales”.