Es uno de los pescados más caros del mundo. Se vende a US$ 32 la libra (450 gramos) en los supermercados Whole Foods de Estados Unidos y se lo sirve en los restaurantes más finos.
Sin embargo, la obstrucción de Rusia a los esfuerzos por proteger la especie y su negativa a aceptar límites a la pesca de la austromerluza negra en un área protegida frente a la Patagonia ha desatado una disputa pesquera en ese extremo del mundo que genera roces entre dos viejos aliados, Estados Unidos y el Reino Unido.
La disputa diplomática, que no había trascendido hasta ahora, se intensificó cuando Gran Bretaña concedió licencias este año para pescar la austromerluza negra frente a Georgia del Sur, una isla remota, deshabitada, controlada por el Reino Unido, unos 1,400 kilómetros al este de las Malvinas (Falkland para los ingleses).
Como consecuencia de ello, por primera vez desde que los gobiernos se aliaron hace 40 años para proteger la vida marina cerca del Polo Sur, la pesca en aguas profundas de este pez con dientes puntiagudos se desarrolla esta temporada sin los límites a la cantidad que se puede atrapar que generalmente fija la Comisión de Conservación de los Recursos Vivientes Marinos de la Antártida, o CCAMLR (las siglas en inglés por la que es conocida).
Esto cambió de la noche a la mañana la dinámica de una de las áreas de pesca mejor manejadas del mundo. Un territorio marino del tamaño de Francia pasó a ser una zona sin ley, al menos a los ojos de las autoridades estadounidenses, que amenazan con prohibir las importaciones británicas de esa zona.
“En un mundo lleno de conflictos, el Reino Unido hace un juego peligroso”, dijo Will McCallum, director de océanos de la filial británica de Greenpeace. “La historia de la protección antártica se ha caracterizado por una cooperación pacífica por el bien común de la humanidad. La permanente disposición de Rusia a abusar del proceso no excusa medidas unilaterales de otros miembros. Esperamos que las naciones que en el pasado importaron el pez de dientes puntiagudos de Georgia del Sur no aceptarán el producto de lo que es ahora una pesca no regulada”.
Por años, la pesca cerca de Georgia del Sur fue un ejemplo de cooperación internacional, que acercó a potencias habitualmente adversarias como Rusia, China y Estados Unidos, con el ánimo de proteger esas aguas del tipo de pesca desenfrenada que se observa en el mar abierto.
El año pasado, cuando las tensiones con Occidente aumentaban por el tema de Ucrania, Rusia decidió rechazar los límites a la pesca de la austromerluza negra dispuesta por los científicos de la CCAMLR. La medida equivalió a un veto unilateral porque tradicionalmente se buscan soluciones unánimes.
Hay quienes dicen que la respuesta del Reino Unido, que emitió licencias sin los límites fijados por la CCAMLR, es ilegal y debilita el Tratado Antártico aprobado durante la Guerra Fría que declara el continente antártico una zona de interés científico.
Las autoridades estadounidenses les dijeron en privado a las británicas que probablemente prohíban las importaciones de austromerluza negra pescadas cerca de las Georgias del Sur, de acuerdo con la correspondencia entre los administradores de las empresas pesqueras y legisladores estadounidenses a la que tuvo acceso The Associated Press.
La disputa indica que los esfuerzos de Rusia por socavar a Occidente llegan a las regiones más remotas, tradicionalmente al margen de las batallas geopolíticas.
También se corre el riesgo de revivir las tensiones entre Gran Bretaña y Argentina, que invadió Georgia del Sur en 1982 en el marco de una campaña por recuperar las Malvinas.
La controversia se produce en momentos en que disminuye la cantidad de peces en todo el mundo por una sobrepesca y los consumidores exigen mayor transparencia acerca del origen de sus filetes. En estos esfuerzos es vital contar con leyes que regulen la pesca en mar abierto y en regiones en las que peligra el medio ambiente, como los dos polos.
“Sienta un precedente peligroso”, afirmó Evan Bloom, que por 15 años, hasta que se jubiló del Departamento de Estado en el 2020, encabezó la delegación de Estados Unidos ante la CCAMLR.
“Lo que hicieron los rusos claramente viola el espíritu de la pesca basada en la ciencia”, declaró Bloom, hoy experto en temas polares del Centro Wilson de Washington. “Pero eso”, agregó, “no quiere decir necesariamente que el Reino Unido pueda actuar unilateralmente”.
Tres de las cuatro embarcaciones autorizadas por el Reino Unido a pescar cerca de Georgia del Sur a partir del 1 de mayo son propiedad de Argos Froyanes, una empresa británico-noruega que estuvo a la vanguardia de los esfuerzos por desarrollar técnicas que redujeron significativamente la mortalidad de las aves marinas en el Atlántico Sur.
Una de sus clientes es Mark Foods, empresa de Nueva York que es una de las principales proveedoras estadounidenses de la austromerluza negra certificada por el Marine Stewardship Council, que fija estándards internacionales para una pesca sostenible.
Su director ejecutivo Barry Markman declinó ser entrevistado, pero dijo que la empresa no importará producto alguno que las autoridades estadounidenses consideren ilegal.
“Hemos estado colaborando con las autoridades estadounidenses para resolver esto de una forma favorable”, expresó en un email.
La austromerluza negra de Georgia del Sur lo venden Whole Foods y Darden Restaurants, firma de Orlando que opera cadenas de restaurantes caros como Eddie V’s y The Capital Grille. Ninguna de las dos empresas respondió a pedidos de comentarios.
Un funcionario del gobierno de Georgia del Sur y de las Islas Sandwich del Sur, que emitió las licencias en coordinación con la secretaría de relaciones exteriores del Reino Unido, afirmó que intervino para no ceder ante las tácticas obstruccionistas de Rusia, que no espera sean abandonadas a corto plazo.
Esta zona de pesca es una de las mejor administradas del mundo. Georgia del Sur fija límites incluso inferiores a los recomendados por la CCAMLR. Además, las embarcaciones autorizadas a pescar en la zona tienen observadores y equipo electrónico a prueba de manipulaciones para vigilar lo que sucede.
Las autoridades dicen que suspender la pesca en ese sector hubiera privado a la isla de recursos para las investigaciones y la vigilancia de la actividad pesquera dado que el 70% del presupuesto de las islas proviene de la venta de licencias.
Destacan que la población de austromerluza negra, una especie de aguas profundas capaz de vivir 50 años, casi se extingue en la década de 1990 por la pesca ilegal impulsada por los altos precios. Algunas austromerluzas negras llegan a pesar 90 kilos (100 libras). Sin embargo, gracias en parte a los esfuerzos multinacionales de la CCAMLR, la especie sobrevivió.