La histórica decisión de la Unión Europea (UE) de prohibir casi todas las importaciones de petróleo ruso con el fin de castigar al país por su invasión a Ucrania es un golpe a la economía de Rusia, pero sus efectos podrían perder peso por el aumento en los precios de los energéticos y por la disposición de otras naciones a adquirir parte de ese crudo, aseguraron expertos en la industria.
Los gobernantes de la UE acordaron la noche del lunes reducir las importaciones de petróleo ruso en cerca de un 90% durante los próximos seis meses, una medida drástica que se consideraba impensable apenas hace unos meses.
El bloque de 27 naciones depende del Rusia para el 25% de su petróleo y el 40% de su gas natural, y los países europeos que dependen todavía más de Moscú se habían mostrado particularmente renuentes a implementar acciones.
Los dignatarios europeos describieron la decisión como un parteaguas, pero los analistas fueron más cautelosos.
El embargo de la UE aplica a todo el petróleo ruso distribuido por vía marítima. Ante la insistencia de Hungría, la medida contiene una excepción temporal al crudo que fluye por el oleoducto ruso Druzhba hacia ciertas naciones de Europa central que no tienen acceso al mar.
Además de retener algunos mercados europeos, Rusia podría vender parte del petróleo que destinaba previamente a Europa a naciones como China, India y otros países asiáticos, aunque tendrá que ofrecer descuentos, señaló Chris Weafer, director general de la empresa de consultoría Macro-Advisory.
“Ahora, por el momento, no es un gran daño financiero para Rusia debido a que los precios globales se encuentran elevados. Son mucho más altos que los del año pasado”, aseguró. “Así que incluso si Rusia ofrece descuentos, esto significa que probablemente vendan su petróleo al mismo precio al que lo vendían el año pasado”.
Destacó que “India ha sido un comprador dispuesto” y “China ciertamente ha estado interesada en comprar más petróleo porque son dos países que están obteniendo grandes descuentos en los precios de los mercados globales”.
Sin embargo, Moscú ha considerado desde hace muchos años a Europa como su mercado energético primario, lo que convierte a la decisión del lunes en la sanción más significativa contra Rusia por su guerra en Ucrania.
“Las sanciones tienen un objetivo claro: Obligar a Rusia a ponerle fin a su guerra y retirar a sus tropas, y a llegar a un acuerdo de paz justo y sensato con Ucrania”, señaló el canciller alemán Olaf Scholz.
Ucrania estimó que la medida podría costarle a Rusia decenas de miles de millones de dólares.
“El embargo petrolero acelerará la cuenta regresiva del colapso de la economía rusa y su maquinaria de guerra”, afirmó el ministro ucraniano del Exterior, Dmytro Kuleba.
El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy señaló en un discurso en video que Ucrania presionará en busca de más sanciones, añadiendo que “no debería haber más vínculos económicos significativos entre el mundo libre y el Estado terrorista”.
Matteo Villa, analista del centro de estudios ISPI de Milán, dijo que Rusia recibirá un golpe bastante importante ahora, pero advirtió que la medida podría resultar contraproducente.
“El riesgo es que el precio del petróleo en general suba debido a las sanciones europeas. Y si el precio sube mucho, el riesgo es que Rusia empiece a ganar más, y Europa pierda la apuesta”, señaló.
Al igual que las anteriores rondas de sanciones, es poco probable que el embargo al petróleo convenza al Kremlin de poner fin a la guerra.
Moscú aprovechó las nuevas sanciones para tratar de generar apoyo de la opinión pública contra Occidente, al que describió como empeñado en destruir a Rusia.
Dmitri Medvedev, jefe adjunto del Consejo de Seguridad de Rusia que fue presidente del país, dijo que el embargo petrolero tiene por objeto reducir los ingresos del país por exportaciones y obligar al gobierno a reducir las prestaciones sociales.
“¡Nos odian a todos!”, dijo Medvedev en su canal de aplicación de mensajería. “Esas decisiones surgen del odio contra Rusia y contra todo su pueblo”.