La pandemia de coronavirus barrió en cuestión de meses, y en algunos casos de semanas, veinte años de progresos en la lucha contra la pobreza y, aunque termine pronto, para 2025 el mundo en desarrollo será 12 billones de dólares más pobre debido a esta crisis sanitaria, según las estimaciones que hace la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) en su informe anual presentado hoy.
“El éxito que vimos en el alivio de la pobreza en muchos países a lo largo de años, concretamente a partir del año 2000, fue borrado en cuestión de semanas o meses, lo que muestra la fragilidad de la economía global”, dijo el economista principal de la UNCTAD, Richard Kozul-Wright, al presentar los principales hallazgos del informe.
De los 12 billones de dólares más de pobreza que habrá en cuatro años, 1.5 billones serán consecuencia directa de la disparidad en el acceso a las vacunas contra el COVID-19.
Ni austeridad ni menos Estado
Los cálculos de la UNCTAD confirman que la recuperación económica de este año será marcada (5.3%, la tasa más alta en medio siglo), pero se recuerda que se parte de muy abajo y que este crecimiento estimado podría desacelerarse fuertemente el próximo año si los “responsables políticos se dejan convencer por las voces que llaman a un nuevo periodo de desregulación y austeridad”.
“El mundo ha vuelto a descubrir el rol y la importancia del Estado y esto es bienvenido después de años de aplicar políticas que fracasaron frente a los pobres y a la clase media, no solo en los países en desarrollo, sino también en las economías avanzadas”, dijo la nueva secretaria general de la UNCTAD, Rebeca Grynspan, quien asumió el cargo esta semana, tras dirigir ocho años la Secretaría General Iberoamericana.
El análisis muestra que los países en desarrollo han sido más golpeados por la actual crisis pandémica que por la crisis financiera del 2008, que se prolongó por varios años.
Kozul-Wright reveló que se ha constatado que “el mundo no estaba preparado en lo absoluto para este shock” y esto no sólo en países en desarrollo, sino también en los industrializados.
“Esto debería ser una advertencia para todos y deberíamos tomarlo como un ensayo ya que el tipo de shocks que nos esperan en las próximas décadas serán más graves que el COVID-19”, sostuvo el experto.
¿Una nueva década perdida?
La UNCTAD teme que la pandemia provoque una nueva década pérdida para los países en desarrollo, como lo fue la de 1980, aunque con la perspectiva que se tiene ahora de ese periodo “se sabe que en realidad fueron dos décadas pérdidas”.
“Estamos preocupados por la complacencia de los países desarrollados, pues mientras ven que sus economías se recuperan y que la tasa de vacunación de sus poblaciones es elevada, están ignorando el daño de largo plazo que la pandemia ha causado en el mundo en desarrollo”, lamentó Kozul-Wright.
La UNCTAD teme que, a medida que las economías nacionales se recuperan, los países levanten de forma prematura las políticas fiscales expansionistas que adoptaron para afrontar esta crisis y que el organismo cree firmemente que deben mantenerse si se quiere que la recuperación sea sostenible e inclusiva.
Asimismo, el organismo propugna la regulación del sector financiero para garantizar un crecimiento estable y duradero, la creación de capacidad industrial capaz de formar capital humano, así como el alivio o la condonación de la deuda externa, una medida que no sólo debería alcanzar a los países más pobres del mundo, sino también a varios países de ingresos medios.
Kozul-Wright precisó que Latinoamérica es una de las regiones que más necesita una gestión efectiva de los flujos de capital y “algún tipo de controles para crear un entorno financiero más estable”.
Asimismo, explicó que esta región entró en las últimas dos década en un proceso de “desindustrialización prematura” y que la crisis actual ha puesto en evidencia que es necesario que “retome políticas de industrialización efectivas para diversificar su economía y hacerla menos vulnerable”.