La Organización Panamericana de la Salud (OPS) anunció que trabaja en la transferencia de tecnología de las vacunas de ARN mensajero contra el coronavirus a Latinoamérica para que varios países puedan asociarse y fabricar juntos dosis que protejan a millones de personas en la región, reduciendo así la dependencia de suministros desde el exterior.
Hasta ahora unas 30 empresas e instituciones públicas y privadas de toda la región han expresado su interés en participar en la iniciativa.
“Estamos en el proceso de identificar las propuestas más promisorias, establecer un proceso de cooperación que pueda aprovechar las capacidades existentes en diferentes países y asegurar que la producción beneficie a todos los países de América Latina y el Caribe”, expresó la directora de la OPS, Carissa Etienne.
La funcionaria reveló la iniciativa en una rueda de prensa virtual de la organización realizada desde su sede en Washington, en momentos en que la región continúa siendo el epicentro de la pandemia de coronavirus con más de 1.5 millones de casos y 20,000 muertes reportados en la última semana.
Aunque tres países de las Américas -Estados Unidos, México y Brasil- reportan la mayor cantidad de casos, el virus continúa presente en toda la región.
La tecnología de ARN mensajero, conocida también como mRNA en inglés, es la utilizada en la fabricación de las vacunas Pfizer y Moderna. Se trata un nuevo tipo de vacuna con una tecnología revolucionaria ya que no contiene ningún virus y no puede causar una infección accidental.
En cambio, emplea parte del código genético para enseñar al sistema inmunológico a reconocer las proteínas presentes en la superficie del virus y lo prepara para atacarlo en caso de contagio.
La OPS no ofreció detalles sobre cuáles son las empresas o instituciones que ya presentaron propuestas para participar en el proceso de transferencia de tecnología. Tampoco dijo cuánto tiempo tardarían en comenzar a producir las vacunas ni cuántas dosis se espera que fabriquen.
Pero sí expresó que será un proceso de largo plazo que no sólo apunta a fabricar vacunas para la actual pandemia sino para prepararse mejor ante posibles escenarios similares que pudieran surgir en el futuro.
Aunque siete de los 20 países con las tasas de mortalidad de COVID-19 más altas del mundo están en Latinoamérica, sólo el 23% de la población de la región ha completado su vacunación. En algunos países incluso el porcentaje de vacunados es mucho más bajo como en Guatemala, con un 3%.
Desde el comienzo de la pandemia la OPS ha trabajado con los países ayudándolos a conseguir vacunas, pero uno de los mayores obstáculos ha sido la falta de disponibilidad.
Gran parte de los países desarrollados han comprado la mayoría de las dosis, obstaculizando el acceso de las naciones de medianos y bajos ingresos. Un puñado de compañías son las que fabrican las vacunas para todo el mundo.
Algunos gobiernos han también sellado acuerdos bilaterales con las farmacéuticas, pero incluso así han tenido demoras para recibir las vacunas.
De acuerdo con Etienne, la producción limitada y la distribución inequitativa de las vacunas ha puesto a la salud pública de Latinoamérica “en un riesgo muy grande” y en una situación “especialmente vulnerable”.
La región importa productos farmacéuticos a una tasa 10 veces mayor de lo que produce, manifestó.
“Dependemos casi exclusivamente de otros lugares para fabricar las materias primas de productos farmacéuticos, medicinas y las tecnologías de salud que nuestras poblaciones necesitan para estar saludable”, afirmó Etienne.
Explicó que la iniciativa cuenta con la ventaja de que ya existe una experiencia e infraestructura en la región para fabricar vacunas y citó como ejemplo a países como Brasil y Cuba que fabrican vacunas precalificadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) contra la fiebre amarilla y la meningitis B.