La directora general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, afirmó que espera que el cuello de botella generado en la cadena mundial de suministros recupere la normalidad “por sí mismo” a medida que la oferta y la demanda se reequilibren.
En una charla con el presidente del Banco Mundial (BM), David Malpass, en el marco del encuentro anual que la organización financiera internacional celebra estos días en Washington, Okonjo-Iweala achacó los problemas con los suministros a un incremento precipitado de la demanda.
“Estamos viendo un desequilibrio entre la oferta y la demanda que a su vez resulta en presiones inflacionarias. Esperamos que todo esto se resuelva por sí mismo en los próximos meses”, apuntó la directora de la OMC.
Desde que se empezaron a relajar las restricciones a la movilidad y a la actividad económica por la pandemia de COVID-19 en gran parte del mundo, la demanda de bienes y servicios ha experimentado un crecimiento repentino al que los fabricantes y transportistas no han sido capaces de dar respuesta, lo que ha generado un cuello de botella.
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Uno de los mejores ejemplos de esta situación son los puertos de Los Ángeles y Long Beach en Estados Unidos, los dos mayores del país y que viven una situación de colapso, con largas colas de enormes cargueros fondeando frente a los muelles a la espera de poder atracar y descargar sus mercancías, una tarea que puede demorarse hasta 12 días.
“Nuestros datos apuntan a que un 8% de los contenedores en todo el mundo se encuentran parados y no están llegando a los puertos. Eso es el doble de lo que sería en tiempos normales e incrementa los costos de transporte y, en consecuencia, de los bienes”, indicó por su parte el presidente del Banco Mundial.
Okonjo-Iweala y Malpass detallaron dos factores principales que han contribuido a disparar la demanda sin que la oferta haya podido tener tiempo todavía de adaptarse a ello: los estímulos financieros en gran parte de los países ricos y la acumulación de inventario por parte de las empresas.
En el primero de los casos, los generosos programas de estímulo, que en algunos países como Estados Unidos consistieron directamente en enviar varios cheques por valor de cientos o miles de dólares a los hogares, pusieron en manos de los consumidores un dinero extra que ahora, con la reapertura de la economía, están gastando.
En cuanto a las empresas, se da, a juicio de la directora de la OMC, una situación de profecía autocumplida: los empresarios ven los problemas actuales en la cadena de suministro, con lo que temen que la situación empeore y deciden protegerse de este riesgo con una acumulación de inventario para dar respuesta a la demanda futura de sus clientes.
Esta acumulación de inventario, sin embargo, incrementa los pedidos a proveedores y la contratación de servicios logísticos, lo que tensiona todavía más las cadenas de suministro, convirtiéndose así en un pez que se muerde la cola.
Aunque Okonjo-Iweala se mostró confiada en que la crisis de proveedores se solucionará por sí misma, sugirió que la OMC puede ayudar mientras tanto, con su función de supervisión del comercio mundial y promoviendo que se eliminen las barreras comerciales.
La economista nigeriana también pidió a los líderes políticos y económicos del planeta que no sean “complacientes” con la situación de recuperación del comercio y de la producción que se está viviendo en los países ricos, y pidió que se ayude a los pobres a acceder a las vacunas contra el COVID-19.
“Son los países con acceso a las vacunas los que se están recuperando, mientras que los que no tienen acceso a ellas van a la zaga. Como digo a menudo: las políticas de vacunación son políticas comerciales, y viceversa”, concluyó la directora de la OMC.