Chile y Bolivia se enfrentarán nuevamente en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya a partir de este viernes, esta vez sobre las aguas del Silala, un río internacional para los chilenos y para los bolivianos un afluente que nace de manantiales de su propiedad.
El caso se remonta al 2016, cuando Chile presentó sorpresivamente una demanda por las aguas del Silala, en medio de otro diferendo entre ambos países en la CIJ en el que La Paz demandó obligar a Santiago a negociar una salida soberana al mar, lo que fue rechazado por el tribunal en octubre del 2018.
Chile demanda a la CIJ que declare el Silala un río internacional de cauce sucesivo y de uso de aguas compartidas. Por su parte, Bolivia sostiene que el Silala es un afluente que nace en su territorio en manantiales y en aguas subterráneas y exige a Chile el pago por el uso de estas aguas.
La demanda ocurre luego que Chile admitió el pago del 50% del uso de las aguas en un preacuerdo alcanzando con Bolivia en mayo del 2009. Pero, Bolivia planteó dos años después que el pago sea desde la concesión de las aguas a Chile a principios del siglo XX, reconociendo una deuda histórica.
Con esta demanda, Chile “resguarda sus derechos de uso sobre las aguas del río Silala” ante la postura de Bolivia de “que era dueña del 100% de sus aguas”, según un documento entregado a la prensa por la cancillería chilena.
Con la demanda sobre el Silala, Chile reaccionó a la acusación que un año antes lanzó el gobierno del expresidente Evo Morales alegando que Chile estaba “robando” las aguas de este río, en el marco de una estrategia para mostrarlo internacionalmente como un “Estado abusador”.
En agosto del 2018, Bolivia presentó sus argumentos a la demanda chilena y “contrademandó” al país en la misma causa, afirmando que una parte importante del flujo de agua que corre hacia Chile es de carácter artificial y que debe pagar por su uso.
Los alegatos se inician el viernes y concluyen el 14 de abril. La CIJ no tiene un plazo definido para entregar su fallo final pero la delegación chilena espera que sea un trámite rápido y se conozca la sentencia en unos seis meses más.
“En abril no habrá definición del tribunal de La Haya, cualquier información en ese sentido es una especulación, digamos, no muy responsable en este tema que nos atañe a todos, los bolivianos debemos ser muy cautos”, manifestó en La Paz, el canciller boliviano, Rogelio Mayta
Chile y Bolivia carecen de relaciones diplomáticas desde 1978, tras infructuosas negociaciones por resolver la demanda marítima boliviana.
Uso equitativo y razonable
Chile pide a la CIJ que declare el Silala como un río internacional y estipule su uso “equitativo y razonable”.
Los chilenos argumentan que, por efecto de la pendiente natural, el agua que usa no impacta a Bolivia. “Por efecto de la gravedad el agua sólo puede fluir hacia territorio chileno”, dice el texto de la cancillería chilena.
En tanto, Bolivia sostiene que el curso de las aguas del Silala fue intervenido de manera artificial tras canalizaciones realizadas en el siglo pasado, a partir de la concesión que entregó el gobierno de Bolivia a una empresa de ferrocarriles de capitales británicos y chilenos.
“Hay razones jurídicas fundadas que hacen más sólida la posición chilena. Entre otras cosas, porque Bolivia ha tenido algunos cambios en su argumentación a lo largo de tiempo. En cambio la posición chilena es históricamente más coherente”, asegura el académico de la Universidad de Chile, Gilberto Aranda.
El analista internacional resalta que se trata de un caso menos “bullado” que el anterior, sin campañas mediáticas por parte de ambas cancillerías para sensibilizar a la opinión pública internacional. “Esto ha sido mucho más llevado en los cauces jurídicos internacionales previstos”, agregó.
El Silala tiene una extensión de 10 km, seis de ellos cruzan a territorio chileno.
En el año 2000, Chile le propuso a Bolivia negociar formalmente sobre el uso de estas aguas y estuvo dispuesto a pagar por ellas, pero las discusiones se estancaron cuando Bolivia planteó el pago de una compensación histórica e insistió que era propietaria del 100% de ellas.
El 37% de las aguas del Silala, Chile las destina al consumo humano de la ciudad de Antofagasta y el resto para la minería del cobre, metal del que Chile es su principal productor mundial.