La periodista filipina María Ressa, que este viernes fue distinguida con el Premio Nobel de la Paz junto al reportero Dmitry Muratov, es un icono de la libertad de expresión que vive bajo el acoso judicial y social por su trabajo periodístico.
Ressa, de 58 años, se ha destacado por la investigación de la controvertida guerra contra las drogas del presidente filipino, Rodrigo Duterte, así como por su labor contra las noticias falsas y la desinformación.
“Es un reconocimiento a las dificultades, pero también a la esperanza de que vamos a ganar la batalla por la verdad, la batalla por los hechos: no retrocedemos”, señaló visiblemente emocionada Ressa en una conferencia virtual en la que se enteró del anuncio del Nobel de la Paz.
“Mi teléfono va a explotar”, señaló más tarde en una entrevista con Rappler, el portal digital que ella mismo fundó en el 2012 con otros doce periodistas y que se ha convertido en uno de los medios de referencia en su país.
La veterana periodista, que trabajó para la cadena estadounidense CNN entre 1995 y 2005 y también colaboró con “The Wall Street Journal”, señaló en la entrevista que el periodismo se encuentra en un momento crítico y que la inteligencia artificial es peligrosa para el periodismo por la “manipulación” que genera en las redes sociales.
Para Ressa “no hay mejor momento” para ser periodista y afrontar la desinformación mediante la investigación de hechos y poder “pensar despacio” en medio de la vorágine de información.
“El periodismo te pondrá a prueba mentalmente, intelectualmente, físicamente, moralmente”, señaló la reportera, quien reconoció que Rappler no hubiera sobrevivido sin el apoyo recibido en los últimos cinco años de acoso por parte de las autoridades filipinas.
Ressa nació en Manila, pero pasó gran parte de su juventud en Estados Unidos, donde estudió en la Universidad de Princeton y más tarde prosiguió sus estudios en la Universidad de Filipinas Diliman en su país natal.
Durante su época en CNN, fue corresponsal en Manila y Yakarta y se especializó en la investigación de las redes terroristas en el Sudeste Asiático, tras lo que escribió dos libros sobre Al Qaeda y Bin Laden.
Campaña de desprestigio y acoso judicial
Ya en Rappler se ganó la animadversión de Duterte por su investigación de la guerra contra el narcotráfico, lo que la puso en la diana de una campaña de desprestigio en las redes sociales y de acoso judicial.
La campaña también afectó a los periodistas de Rappler, un equipo muy joven de 23 años de media en el que más del 60 % son mujeres.
Ressa fue elegida personalidad del año junto con otros periodistas por la revista Time en el 2018 por su lucha contra la desinformación de, según ella, la “sofisticada maquinaria” de cuentas falsas vinculadas al entorno de Duterte para intimidar y silenciar a los críticos.
La periodista, que se enfrenta a siete casos criminales por presunta evasión de impuestos y vulneración de las leyes de propiedad de los medios, fue condenada en junio 2020 por ciberdifamación por un tribunal filipino.
Por este caso se enfrenta a una pena de hasta 6 años de cárcel, aunque se encuentra en proceso de apelación.
Tras ser condenada, alertó de que la “democracia está muriendo poco a poco” debido al ascenso de líderes autoritarias y populistas como Duterte y alertó de la manipulación en las redes sociales, sobre todo en plataformas como Facebook.
“Si no actuamos ya, nuestra democracia morirá porque cuando una mentira se repite mil millones de veces, es más fácil de creer y al final se convierte en realidad”, aseveró la periodista.