La falta de políticas públicas en torno a la protección de los derechos de la infancia en Venezuela ha derivado en la vulneración de los derechos de los menores, muchos de los cuales se ven obligados a salir a las calles para trabajar y conseguir el sustento diario, aseguran organizaciones y expertos.
La más reciente Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi) -un estudio elaborado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), que recoge cifras sobre la situación en el país- determinó que el 94.5% de los venezolanos viven por debajo del umbral de pobreza y que la cobertura educativa bajó a 65%, cinco puntos menos que en la medición del 2019-2020.
Y aunque no hay cifras oficiales en materia de infancia en Venezuela, la situación de los niños dentro de hogares considerados pobres es palpable en las calles de Caracas, donde se ven grupos de hasta 20 menores concentrados en los semáforos, haciendo malabares o limpiando vidrios de vehículos para ganar entre US$ 3 y US$ 6 diarios.
Según el coordinador de la ONG Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap), Carlos Trapani, la ausencia de datos al respecto dificulta conocer, con precisión y en profundidad el problema.
“Los datos en materia de infancia no están disponibles al no tener datos desagregados, actualizados y confiables no podemos identificar la magnitud y el alcance del problema de niños en situación de calle”, explicó Trapani.
“Realidad pluriofensiva”
Eddy Blanco, de 19 años de edad, quien trabaja en las calles desde los 16 años, dijo que tomó la decisión de hacerlo para ayudar a su familia y lograr “que no falte nada en la casa”.
Blanco nunca se imaginó limpiando vidrios de carros para “sobrevivir” porque quería ser deportista, pero dice con firmeza que prefiere “trabajar que andar robando”.
“Aquí, a veces, nos salen con insultos, con groserías, nos sacan armas de fuego, pero, qué vamos a hacer... Tenemos que bajar la cabeza y seguir trabajando”, contó el joven al ser consultado sobre los peligros a los que se exponen los niños en las calles.
En la concurrida avenida del centro de Caracas en la que limpia vidrios de vehículos, Blanco dice haber visto a infantes que desde los nueve años de edad trabajan.
“No está bien, es para que estén estudiando. Es para que en lugar de tener un perol (cubo) y un haragán (escobilla), tengan un cuaderno y un lápiz”, reflexionó.
La historia de Blanco se enmarca en lo que Trapani reconoció como “una realidad pluriofensiva” que, aseguró, es lo que viven los niños y adolescentes en las calles venezolanas, en tanto que son varios los derechos que les deberían ser garantizados por el Estado y son vulnerados.
“La de los niños en situación de calle es una realidad plurofensiva. Es decir, se vulneran un conjunto de derechos, no solo la vida, a la salud, a un nivel de vida adecuado, también se vulnera el derecho a la familia, el derecho a la protección, el derecho a la escuela, al descanso, a la recreación, al esparcimiento”, detalló el especialista.
Un informe de Cecodap reveló recientemente que Venezuela registró un total de 3,738 muertes violentas de menores de edad entre el 2017 y 2019. Al respecto, Trapani explicó que se trata de condiciones que vive la infancia venezolana y en las que “no hay tendencia a la mejora”.
“Todo lo contrario. El contexto de la covid-19 agravó y profundizó las brechas y las desigualdades que viven los niños”, agregó el activista.
Trabajo para sobrevivir
La ONG internacional World Vision alertó en noviembre del 2020 que, durante la pandemia, el trabajo infantil se incrementó en un 20% respecto a años anteriores, y que, dentro de esa cifra, el 28% están dedicados a la mendicidad y, al menos, el 19% venden productos en las calles.
Yeinerson, con 10 años de edad, lleva tres semanas trabajando en una calle del centro de Caracas y forma parte de esas cifras que apunta la ONG.
Su madre, que prefirió no revelar su identidad, lo vigila de cerca mientras vende golosinas en una plaza. Ella dijo que la decisión de que el niño también buscará dinero se tomó luego de pasar un día entero sin tener qué comer en casa.
La mujer aseguró que cada vez es más común que familias enteras salgan a las calles a buscar dinero, pues con lo que consiguen pueden comprar arroz, harina de maíz o queso “para pasar un día más”.