La agencia de calificación Moody’s recortó el martes la perspectiva de la nota soberana de China de estable a negativa, en la última señal de la creciente preocupación mundial por el impacto del aumento de la deuda de los gobiernos locales y la agudización de la crisis inmobiliaria en la segunda mayor economía del mundo.
La rebaja de la calificación refleja la creciente evidencia de que las autoridades tendrán que proporcionar más apoyo financiero a los gobiernos locales y a las empresas estatales cargadas de deuda, lo que plantea amplios riesgos para la fortaleza fiscal, económica e institucional de China, dijo Moody’s en un comunicado.
“El cambio de perspectiva también refleja el aumento de los riesgos relacionados con un crecimiento económico estructural y persistentemente más bajo a mediano plazo y la reducción en curso del sector inmobiliario”, dijo Moody’s.
Las acciones chinas cayeron el martes a mínimos de casi cinco años en medio de las preocupaciones sobre el crecimiento del país, y los rumores de un posible recorte por parte de Moody’s hicieron mella en el sentimiento durante la sesión, mientras que las acciones de Hong Kong ampliaron las pérdidas.
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Los principales bancos estatales chinos, que habían apoyado al yuan durante todo el día, intensificaron las ventas de dólares tras la decisión de Moody’s, según una fuente conocedora del asunto. A última hora de la tarde, el yuan apenas había variado.
El costo de asegurar la deuda soberana de China contra un impago subió a su nivel más alto desde mediados de noviembre.
El movimiento de Moody’s fue el primer cambio en su visión de China desde que recortó su calificación en un escalón a A1 en 2017, citando también las expectativas de desaceleración del crecimiento y el aumento de la deuda.
Aunque Moody’s ratificó el martes las calificaciones A1 de emisor en moneda local y extranjera a largo plazo de China, diciendo que la economía todavía tiene una alta capacidad de absorción de choques, dijo que espera que el crecimiento anual del PBI del país se desacelere al 4.0% en 2024 y 2025, y a un promedio del 3.8% de 2026 a 2030.
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La rebaja de la perspectiva de Moody’s se produce antes de la Conferencia Central de Trabajo Económico, que se espera para mediados de diciembre, y en la que los asesores del Gobierno piden un objetivo de crecimiento estable para 2024 y más estímulos.
Los analistas afirman que la calificación A1 es lo suficientemente alta en el territorio del grado de inversión como para que una rebaja no provoque ventas forzosas por parte de los fondos mundiales. Las otras dos grandes agencias de calificación, Fitch y Standard & Poor’s, califican a China con A+, equivalente a Moody’s. Ambas tienen perspectiva estable.
El Ministerio de Finanzas chino se mostró decepcionado por la decisión de Moody’s, y añadió que la economía mantendrá su recuperación y su tendencia positiva. También afirmó que los riesgos inmobiliarios y de las administraciones locales son controlables.
“Las preocupaciones de Moody’s sobre las perspectivas de crecimiento económico de China, la sostenibilidad fiscal y otros aspectos son innecesarias”, afirmó el Ministerio.
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Lucha por tracción
La mayoría de los analistas creen que el crecimiento de China va camino de alcanzar el objetivo del gobierno de alrededor del 5% este año, pero eso se compara con un 2022 debilitado por el COVID y la actividad es muy desigual.
La economía ha tenido dificultades para organizar una sólida recuperación tras la pandemia, ya que la crisis cada vez más profunda del mercado inmobiliario, la preocupación por la deuda de los gobiernos locales, la desaceleración del crecimiento mundial y las tensiones geopolíticas han mermado el impulso.
Una serie de medidas de apoyo sólo han sido modestamente beneficiosas, lo que ha aumentado la presión sobre las autoridades para que apliquen más estímulos.
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Los analistas coinciden en que el crecimiento de China se está desviando de la vertiginosa expansión de las últimas décadas. Muchos creen que Pekín necesita transformar su modelo económico, pasando de una excesiva dependencia de la inversión impulsada por la deuda a otro más impulsado por la demanda de los consumidores.
La semana pasada, el director del banco central chino, Pan Gongsheng, se comprometió a mantener una política monetaria expansiva para apoyar la economía, pero también instó a realizar reformas estructurales para reducir la dependencia de las infraestructuras y el sector inmobiliario para el crecimiento.
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Tras años de sobreinversión, caída en picada de los beneficios de la venta de terrenos y aumento de los costos de la lucha contra el COVID, los economistas afirman que los municipios endeudados representan ahora un grave riesgo para la economía
La deuda de los gobiernos locales alcanzó los 92 billones de yuanes (US$ 12.6 billones), o el 76% de la producción económica de China en 2022, frente al 62.2% en 2019, según los últimos datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En octubre, China desveló un plan para emitir 1 billón de yuanes (US$ 139,840 millones) en bonos soberanos antes de finales de año para ayudar a impulsar la actividad, elevando el objetivo de déficit presupuestario para 2023 al 3.8% del Producto Bruto Interno (PBI) desde el 3% original.
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