La conferencia de prensa que celebra diariamente el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) —llamadas popularmente ‘mañaneras‘— se ha convertido en lugar de reclamos y súplicas de víctimas de todo tipo que, angustiadas, como ocurrió el miércoles con un periodista amenazado de muerte, piden ayuda al mandatario.
Aunque nadie duda que acaparan la atención nacional, varios colectivos lo consideran una preocupante señal de que ciertas cosas no funcionan como deberían.
“Presidente, presidente, por favor, me amenazaron de muerte”, gritó el miércoles Rodolfo Montes, un periodista de investigación independiente, justo cuando López Obrador iba a dar por concluida la conferencia.
Montes contó, con la voz entrecortada por las lágrimas, que recibió una llamada con una amenaza de muerte de quienes “se presentaron como el cártel de Jalisco Nueva Generación... pero sospecho de alguien más, están ocultando a un servidor público”, dijo.
El reportero pidió ayuda al presidente para que le dieran escoltas. Debido a las amenazas, su hija abandonó el país la madrugada del mismo miércoles, explicó en el mañanera.
“Te vamos a proteger siempre, cuenta con nosotros”, respondió López Obrador.
Qué pasa después no siempre se sabe. En el caso de Lourdes Maldonado, una periodista de Tijuana que optó por una estrategia similar, dos años más tarde de su llamada de atención en la mañanera, fue asesinada. Maldonado fue uno de los 12 informadores asesinados este año en México, el más letal para la prensa en el continente.
“Estas expresiones son resultado de la sensación de peligro y amenaza que tienen”, explicó Jan-Albert Hootsen, representante en México del Comité para la Protección de Periodistas, un colectivo que investiga su caso. “Si se ven obligados a ir al presidente es que en los niveles más bajos ha habido problemas” y no les han atendido correctamente. “La seguridad tiene que estar garantizada por el Estado”, agregó.
Montes es un reportero con más tres décadas de experiencia, colaborador de medios nacionales como la revista Proceso o el grupo Milenio, y que suele realizar investigaciones sobre corrupción, abuso de poder o narcotráfico.
Según explicó en entrevista con AP, lleva un año integrado en el mecanismo federal de protección a periodistas aunque solo en ciertos momentos tuvo escolta. Aunque dijo tener “varios frentes abiertos” considera que las amenazas actuales no proceden del narco sino que están vinculadas a una investigación que realizaba sobre un funcionario de Ciudad de México involucrado en un presunto delito, un caso que ya ha denunciado en la fiscalía y del que le han pedido no dar datos.
El mecanismo federal le ayudó a salir de Cancún tras las amenazas de hace poco más de una semana pero al llegar a la capital, donde vivía su hija y que también había sido amenazada, no tuvo escoltas federales aunque los pidió. “Siento que me van a matar en cualquier momento”, declaró. Por eso optó por suplicar al presidente.
“Este tipo de escenas se han ido haciendo cada vez más recurrentes”, comentó Balbina Flores, representante de Reporteros sin Fronteras en México, otro colectivo de defensa de la prensa.
Casos similares han ocurrido con otro tipo de víctimas que han acudido a la conferencia de prensa solo para solicitar en ese foro que se revise un proceso penal irregular, para denunciar agresiones o pedir acciones para una persona o una comunidad concreta.
Esas peticiones individuales suelen ser atendidas siempre después de su participación en la mañanera pero diversas organizaciones y sectores críticos con el gobierno denuncian que se trata de respuestas puntuales y no de soluciones estructurales que beneficien a toda la sociedad.
México está considerado como el país del continente más peligroso para la prensa, algo que han señalado también altos funcionarios estadounidenses y europeos. La organización Articulo 19 recuerda, además, que la impunidad en las agresiones a informadores es del 98% y que la mayoría llegan de funcionarios públicos.
“Da tristeza porque pareciera que los periodistas tienen que ir a la mañanera para que les escuchen pero una cosa es escuchar y otra resolver”, indicó Balbina Flores. “Ahí de forma inmediata el presidente dice ‘atiéndalos’ pero después de la mañanera ¿qué sigue con esos periodistas, con esos defensores?”.
Por la tarde Montes confirmó a AP que ya tenía escoltas pero el miedo no disminuyó, ni tampoco su indignación con un mecanismo que cree que no funciona correctamente. “Estoy muerto en vida”, dijo.