Fotografía cedida por la presidencia de México, del mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, durante una rueda de prensa en la ciudad de Cuernavaca en Morelos (México).
Fotografía cedida por la presidencia de México, del mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, durante una rueda de prensa en la ciudad de Cuernavaca en Morelos (México).

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, está a punto de lograr la victoria este mes en un referéndum sobre su mandato, que podría fortalecer su autoridad durante el tramo final de su administración, incluso cuando los críticos califican la votación como un simple espectáculo.

El referéndum revocatorio del 10 de abril le ha dado al popular izquierdista López Obrador un punto focal para sus constantes andanadas contra la oposición, que lucha por capitalizar los problemas que ha tenido para cumplir sus promesas.

El mandatario argumenta que esa primera votación en su tipo, que él mismo convocó, es vital para validar su mandato democrático. Gran parte de la oposición lo ve como una distracción de su tarea de gobernar un país donde los presidentes sólo pueden cumplir un único mandato de seis años.

Se reafirma el principio constitucional de que el pueblo tiene en todo momento el derecho de cambiar la forma de su gobierno”, dijo López Obrador sobre la votación a fines del año pasado. “(Y) a los conservadores, a los fifís, no les gusta”.

Muchas personas, sin embargo, parecen indiferentes.

Una encuesta publicada a principios de marzo por el diario El Financiero mostró que el 52% consideraba innecesario el referéndum. Alrededor del 42% opinó de forma opuesta. Aún así, cuando se le preguntó si el gobernante debería terminar su mandato, el 63% dijo “”. Solo el 30% dijo que “no”.

El sondeo estimó que votaría entre el 18% y el 27% del electorado, muy por debajo del umbral del 40% requerido para que el resultado sea vinculante, a pesar de que el presidente ha dicho que renunciará si pierde, independientemente de la participación.

López Obrador, conocido popularmente como AMLO, ha ayudado a mantener el referéndum a la vista del público al acusar al Instituto Nacional Electoral (INE) de ponerse del lado de sus críticos y tratar de socavar la votación, lo cual niega.

El índice de aprobación del presidente ha sido sólido, ayudado por una oposición dividida y su control de la agenda política a través de conferencias de prensa diarias.

Las últimas encuestas lo sitúan en alrededor del 60%, a pesar de que la recuperación de la economía golpeada por la pandemia se estancó a fines del año pasado y los homicidios se mantienen cerca de niveles récord.

Destacados políticos de oposición han argumentado que la votación es un desperdicio de dinero público y debe ser ignorada, lo que probablemente deprima la participación de sus seguidores y haga que la probabilidad de una sorpresa sea cada vez menor, señalan las encuestadoras.

El referéndum es una burla”, sostuvo Alejandra, una estudiante de 23 años en Ciudad de México que votó por López Obrador en el 2018 pero ahora se opone a él, en parte, porque no está de acuerdo con su política energética.

El mandatario quiere cambiar la constitución para favorecer a las empresas energéticas estatales de México, que son grandes consumidoras de combustibles fósiles, frente a las empresas privadas de energía solar y eólica. Una votación en el Congreso sobre el tema se daría la semana posterior a la consulta.

Polarización

Argumentando que los gobiernos anteriores manipularon el mercado de la electricidad a favor del capital extranjero, AMLO ha utilizado el tema para enmarcar su narrativa de que, como custodio del Estado, está defendiendo a una mayoría pobre de una élite corrupta empeñada en el enriquecimiento propio.

Como candidato, López Obrador se comprometió a lograr un crecimiento económico anual promedio del 4% y controlar a las bandas criminales. Sin embargo, la violencia sigue siendo aguda y la economía se contrajo incluso antes de la pandemia y, hoy, se mantiene muy por debajo de los niveles previos al COVID-19.

Sin mejores resultados que remarcar, es probable que López Obrador duplique su narrativa polarizadora en los dos años y medio que le quedan, opinó Jesús Ortega, un antiguo aliado.

La consulta es parte de esa estrategia”, dijo el político, quien dirigió la fallida campaña presidencial de AMLO en el 2006.

El presidente ganó de forma aplastante en el 2018. Pero en las elecciones intermedias de junio, su control sobre el Congreso se debilitó y los partidos de oposición inesperadamente obtuvieron la mayoría de los distritos en Ciudad de México, considerados durante mucho tiempo como su bastión.

La alcaldesa capitalina, Claudia Sheinbaum, es una de las principales candidatas a suceder a López Obrador en 2024, pero sus posibilidades pueden depender, en cierta medida, del apoyo popular del gobernante en la urbe.

Si en Ciudad de México la consulta obtiene resultados por debajo del promedio a pesar de que muchos carteles instan a participar, podría dañar sus credenciales presidenciales, según media docena de funcionarios gubernamentales y políticos del oficialista Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

La oficina de Sheinbaum no respondió a una solicitud de comentarios.

Roberto Romero, un diseñador gráfico de 42 años en Ciudad de México y quien votó por López Obrador en 2018, confesó que estaba decepcionado con el Gobierno y que era poco probable que participara en el referéndum.

Tengo muchos amigos que votaron por AMLO que dicen que van a buscar una opción distinta”, reveló.

Aún así, entre sus seguidores, la fe arde con intensidad.

José Luis Zumaya, un trabajador de logística de 47 años de Ecatepec, en las afueras de la capital, opinó que López Obrador estaba ayudando a los pobres.

Los gobiernos previos eran intocables”, aseguró Zumaya, entusiasmado con el referéndum. “Tenían fuero para siempre”, agregó.