Por Tyler Cowen
Soy optimista sobre México. Ahí está, lo dije. Me doy cuenta de que muchas personas ven a México como un territorio peligroso y corrupto, pero los hechos más básicos son los más importantes, especialmente para inversionistas y economistas: México tiene uno de los ingresos per cápita más altos entre las economías emergentes, se fundamenta en muchas y vibrantes culturas, y está ubicado justo al lado de Estados Unidos.
Si mi entusiasmo no es suficiente para volverlo optimista sobre México, escuche a los muchos centroamericanos que dicen que México se está volviendo muy parecido a Estados Unidos, particularmente en términos de exceso de comercialización. Esta crítica es en sí misma una prueba de progreso, a pesar de que el debate sobre México en Estados Unidos tiende a centrarse en las diferencias entre los dos países. La perspectiva más amplia es más reveladora.
Ahora, sobre el crimen y la corrupción: según algunas estimaciones, un 20% del territorio mexicano está controlado por bandas de narcotraficantes, y el país tiene una alta tasa de homicidios. Estos problemas no desaparecerán por completo, aunque estos sean solo un reflejo de la demanda de drogas de su vecino en el norte.
Sin embargo, sí podrían volverse más manejables. A medida que México se haga más rico, los Gobiernos central y estatal podrán establecer un mayor control sobre su territorio. Y aunque Estados Unidos no puede controlar de manera útil mucho de lo que pasa en México, su apoyo financiero al Gobierno mexicano proporciona estabilidad.
El Gobierno de México también es notoriamente corrupto, y actualmente liderado por populistas y especialmente irresponsables. Pero eso también podría mejorar con una mayor capacidad estatal. México ahora tiene una clase media que vota y espera algo a cambio de los impuestos que paga.
Mientras tanto, hay razones en este momento para ser optimistas sobre México. Una es que la globalización económica se ha frenado un poco y, en algunas áreas, incluso se ha revertido. En la medida en que los estadounidenses no confíen en cadenas de suministro chinas, la economía mexicana recuperará parte de la holgura. México es también el proveedor natural de salarios más bajos para la industria norteamericana (su principal problema al especto es que sus salarios ahora ya no son tan bajos, pero eso también es un reflejo de su progreso).
Por otro lado, si el turismo en Asia y Europa sigue siendo complicado o inconveniente, los estadounidenses optarán por visitar más México y se acostumbrarán a pasar sus vacaciones en lugares distintos a Cancún. Algunos de esos hábitos podrían perdurar.
México, como gran parte de América Latina, también tiene una floreciente escena de startups, especialmente en comercio electrónico y fintech. Ciudad de México podría terminar como la capital tecnológica de América Latina. Eso ayudaría con uno de los problemas económicos crónicos de México que es que las pequeñas empresas deciden permanecer pequeñas para escapar de las regulaciones y los impuestos.
Las nuevas empresas tecnológicas exitosas, por el contrario, pueden escalar más fácilmente y enfrentar menos regulaciones en promedio que las empresas manufactureras.
Otra razón para ser optimistas sobre México: datos recientes muestran que los inmigrantes latinos en Estados Unidos se integran notablemente bien. Muchos de ellos tienen herencia mexicana y pueden ser una fuente de capital comercial y colaboraciones para México propiamente dicho. También proporcionan un recordatorio constante de que la prosperidad es posible para todos, no solo para los estadounidenses de ascendencia anglosajona.
En los últimos 40 años estado viajando a México y cada vez que visito el país parece estar mejor. La prosperidad parece tener una base más amplia, lo que reduce el grado de segregación de facto basada en la raza y el color de la piel.
A diferencia de gran parte del mundo, México no enfrenta problemas de seguridad nacional por la posibilidad de invadir o atacar a rivales. Esa ventaja podría ser cada vez más relevante, a medida que los competidores de México tienen que lidiar con problemas de China, Rusia u otras fuentes.
Muchos inversionistas y economistas se han mostrado excesivamente pesimistas sobre México porque no ha crecido al ritmo de China. En este punto, sería mejor admitir que probablemente nunca lo hará. Sin embargo, muchos de los países más exitosos del mundo, como Dinamarca, nunca tuvieron grandes rachas de crecimiento como lo hizo China. En cambio, lograron un ritmo de crecimiento constante con algunas caídas importantes.
México, con sus fuertes conexiones con Estados Unidos, está bien posicionado para lograr ese tipo de estabilidad de crecimiento en las próximas décadas. A diferencia de la década de 1980, el banco central mexicano está dirigido por tecnócratas bien educados. Incluso durante la pandemia, que pegó con fuerza a la economía mexicana, las calificaciones crediticias se mantuvieron aceptables.
“México es la próxima Dinamarca” suena como otra de mis declaraciones deliberadamente contrarias. Sin embargo, por inverosímil que parezca, es una afirmación que finalmente podría hacerse realidad.