Miles de mexicanos montados a caballo recorrieron el jueves las calles del poblado donde hace un siglo fue asesinado Francisco “Pancho” Villa, el fugitivo convertido en revolucionario y que ha inspirado numerosas leyendas.
Con botas y ropas vaqueras, incluido sombrero para protegerse del sol abrasador, los jinetes llenaron el miércoles las calles de Parral, en el estado norteño de Chihuahua, en el primer día de la conmemoración del centenario de su muerte. Este jueves, se recreó además la emboscada en la que murió.
En medio de gritos de “¡Viva Villa! ¡Viva México!”, la procesión se detuvo ante una estatua del ícono de espeso bigote antes de recorrer el pueblo, donde varias bandas tocaban para regocijo de la multitud reunida en la calle.
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Así culminó una cabalgata que para algunos jinetes empezó hace más de dos semanas, unos 600 kilómetros al norte, cerca de la frontera entre México y Estados Unidos.
Otros se sumaron a lo largo del recorrido por las vastas llanuras de Chihuahua para honrar al hombre conocido como el “Centauro del Norte”, rostro emblemático de la revolución mexicana junto con Emiliano Zapata, “El Caudillo del Sur”.
“Fue un héroe. Otros lo consideran villano y otros asesino. Pero no es así. Me siento muy orgulloso de estar presente en este día”, dice Javier Baca, de 55 años, habitante de Parral que acudió vestido como Villa, con sombrero de ala ancha y cananas cruzando su pecho.
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“Gran caudillo militar”
Villa fue uno de los líderes de la Revolución de 1910 que se levantó inicialmente contra la dictadura de Porfirio Díaz, exiliado en París en 1911, y condujo a la adopción en 1917 de una nueva constitución que aún sigue vigente.
“Villa fue el gran caudillo militar de la revolución en la segunda etapa”, explica el historiador hispano mexicano Paco Ignacio Taibo II, director del estatal Fondo de Cultura Económica.
Este revolucionario ha generado entre historiadores “una combinación de admiración, repulsión, fascinación, miedo, amor, odio”, escribe Taibo II en su libro “Pancho Villa, una biografía narrativa”.
La vida amorosa del “Centauro del Norte” también ha estado en la mira: se sabe de 27 mujeres con las que tuvo una relación marital, casándose con la gran mayoría aprovechando el escaso control del registro civil de entonces. Tuvo al menos 26 hijos.
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Este hijo de aparceros llegó a ser visto como un Robin Hood mexicano, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, antes de convertirse en un militar talentoso, general revolucionario con visión social.
Pero otros relatos retratan a Doroteo Arango, su verdadero nombre, como un bandolero, ladrón de ganado y asesino a sangre fría que se unió a los revolucionarios pese a no tener una verdadera ideología.
“Hay leyendas de Villa el Robin Hood, Villa el Napoleón de México, Villa el asesino despiadado, Villa el mujeriego y Villa como el único extranjero que ha atacado el territorio continental de Estados Unidos desde la guerra de 1812 y se ha salido con la suya”, escribió el historiador austriaco Friedrich Katz, considerado uno de los mayores biógrafos del revolucionario.
“Existe un acuerdo generalizado entre amigos y enemigos de que Villa fue capaz tanto de grandes actos de generosidad como de igualmente grandes actos de crueldad”, añade Katz en su libro “Pancho Villa”.
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“Ayudaba a los pobres”
La vida y la muerte de Villa inspiraron una gran cantidad de baladas populares, así como películas mexicanas y de Hollywood.
En Estados Unidos, es más conocido por su ataque a Columbus, Nuevo México, en 1916, por motivos que han sido objeto de conjeturas y debates.
En respuesta, Estados Unidos envió tropas bajo el mando del general John J. Pershing en una misión infructuosa para capturar a Villa, lo que aumentó su fama en México.
“Pues aquí en México fue un héroe. Porque nadie ha existido que ‘atore’ (declare) a los gringos a la guerra. Y nomás él, Pancho Villa”, señala Rubén Palma, un ingeniero de 25 años.
La suerte del revolucionario quedó finalmente sellada el 20 de julio de 1923 cuando, a la edad de 45 años, fue emboscado por hombres armados mientras conducía a un bautismo, un episodio que fue recreado este jueves frente a cientos de espectadores.
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Mientras el revolucionario circulaba por la calle Gabino Barreda -donde hoy se localiza un museo en su honor- un cómplice de los sicarios, fingiendo estar borracho, gritó “¡Viva Villa!” como una señal para los pistoleros al acecho.
El auto quedó bajo una lluvia de balas, dejando a Villa ensangrentado en el asiento del conductor y a sus hombres muertos o heridos en plena calle.
Según Katz, hay indicios de que en medio de las pugnas entre los jefes militares, el gobierno del entonces presidente Álvaro Obregón, también revolucionario, “no sólo estuvo implicado en el asesinato de Villa sino que probablemente lo organizó”, porque temía que pudiera participar en otro levantamiento.
Villa fue enterrado en un cementerio de Parral. En 1976 sus restos fueron exhumados y depositados en el Monumento a la Revolución, en Ciudad de México.
“Para algunos fue una persona muy buena y para otros mala”, explica Gaby Armendáriz, ama de casa de 45 años que vino a ver el desfile. “Yo aquí lo que oigo es que fue una persona valiente, que ayudaba a los pobres”, añade.
Fuente: AFP
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