México emitió cantidades “extremas” de metano desde un ducto de gas natural que atraviesa Durango, un estado fronterizo del norte del país en 2019, mostró una investigación publicada el martes, citando datos recopilados por satélites.
El metano, un potente gas de efecto invernadero que atrapa el calor en la atmósfera y calienta el planeta mucho más rápido que el dióxido de carbono a corto plazo, se considera una de las principales amenazas para el clima.
Científicos de la Universidad de Harvard, dirigidos por Marc Watine y Daniel Varon, identificaron un punto caliente en Durango que liberó miles de toneladas métricas de metano a lo largo de dos meses.
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Watine dijo que el equipo pudo rastrear las fugas de metano hasta el gasoducto El Encino-La Laguna, que pasa por los estados Chihuahua y Durango, transportando gas natural desde Estados Unidos a México.
“Nuestro análisis muestra que hubo emisiones de varias partes diferentes del gasoducto entre abril y mayo de ese año”, dijo Watine en una entrevista. “No todo provino de un solo lugar”, añadió.
El 12 de mayo de 2019 se liberaron entre 260 y 550 toneladas de metano por hora desde una ubicación, con un total de entre 1,130 y 1,380 toneladas en tres horas, descubrieron científicos.
No estaba claro qué causó las emisiones o qué empresa era responsable de ellas. Según documentos gubernamentales, el ducto, propiedad de la empresa estatal de electricidad, CFE, es manejado por Fermaca Pipeline El Encino.
La CFE no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios y en los documentos públicos no figuran datos de contacto de Fermaca Pipeline El Encino.
Los científicos han dicho que las empresas mexicanas, incluida la petrolera estatal Pemex, están atrasadas en sus obligaciones de identificar, reportar y mitigar las emisiones de su infraestructura.
En septiembre de 2022, otro grupo detectó dos fugas de metano de infraestructura de Pemex en el complejo petrolero Ku-Maloob-Zaap, en el Golfo de México.
El metano, principal componente del gas natural, es invisible e inodoro. Sin embargo, en los últimos años la tecnología de satélites ha evolucionado para hacer posible y más precisa su detección.
La última investigación se publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, revisada por expertos.
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