
Miles de personas marcharon este sábado para conmemorar el Día Internacional de la Mujer en la Ciudad de México, donde se gritaron consignas por los derechos a la salud y a la dignidad menstruante, encabezadas por un grupo de colectivos denominados la ‘Contigenta menstrual’.
“Estamos formando parte de este contingente rojo que tiene que ver con la visibilización de la menstruación y las diversas violencias que tornan desde las instituciones”, afirma Gabriela Quiroga, una de las fundadoras de Menstruadas México, un colectivo preocupado por la educación sobre el periodo.
Las manifestantes iniciaron su recorrido en el Monumento a la Revolución de la capital mexicana y aseguran que otras compañeras marcharon por igual en otras zonas del país, de Latinoamérica (Colombia, Chile, Perú) e incluso de España, defendiendo la misma causa a través del llamado ‘Bloque rojo’.
La lucha de Menstruadas México y de otros colectivos que las acompañan - Romper la regla, Xochiquetzal, Luna diversa, Kuvini y Bruja bordadora e incendiaria -, aseguran, no es solo para sus integrantes, también para el 51.7% de las mujeres que habitan el país y, sobre todo, para el 62% de las personas que se encuentran en edad menstruante.
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Quiroga explica que el reto más grande para las ‘educadoras de la regla’, “es romper con la desinformación en torno a la menstruación y la menopausia”, además de la poca sensibilización que tiene el sistema sanitario tanto público como privado.
“La violencia no solo sucede en lo privado, en lo familiar, también se institucionaliza al no haber preparación de los médicos para abordar estas cuestiones”, argumenta Quiroga y recuerda que hay enfermedades que afectan al periodo como el ovario poliquístico, la endometriosis o la dismenorrea.
Ante la desinformación, el tabú y la poca sensibilización, las educadoras menstruales son necesarias en un tema que “hace cinco o diez años era una misión imposible”, detalla Vianey Hernández, formadora en Red Multidisciplinaria de Educadoras Menstruales Romper la regla.
Hernández relata que hablar del periodo sigue siendo un desafío en los centros educativos porque “se liga con la educación sexual, pero no puedes hablar de educación menstrual y alfabetizar sin que entiendas cuál es la función biológica”.
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Según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual (2022), elaborada por la Unicef en México, el 69% de las adolescentes, mujeres y/o personas menstruantes tenía poco o nada de información cuando llegó su primera regla.
Una cifra que corrobora la docente de educación básica en el central estado de México, Ana Arana, al mencionar que “las y los niños llegan a las aulas sin total conocimiento sobre su cuerpo, a veces no saben ni cómo se llaman, les siguen diciendo ‘pajarito’ o florecita”.
“Las niñas llegan con miedo, dudas y mucha curiosidad. Me preguntan qué es la menstruación, si duele, porque eso es lo que sus madres les dicen (...) Ellas sienten que van a cargar una cruz para toda la vida, no lo ven como algo que las une a un red de mujeres”, agrega.
Permiso menstrual, un primer paso
Esto no cambia con la mayoría de edad en el ámbito laboral “porque cuando uno crece se enfrenta a dolores incapacitantes” y no sabe qué hacer, apunta Quiroga, para referirse a las instituciones públicas y privadas que han ignorado la inclusión de políticas menstruales.
En México, el 53% de las mujeres presenta molestias por el periodo, de acuerdo con un estudio de Dalia Empower, sin embargo, la licencia menstrual solo es un derecho en cuatro estados: Colima, Hidalgo, Nuevo León y Michoacán.
En cada uno de estas regiones se pide a las personas menstruantes que presenten un certificado médico.
“Tienes que demostrar que te duele, una institución debe certificarte porque tu palabra no es suficiente”, expone Quiroga y defiende junto con el resto de colectivos del contingente que la licencia menstrual debe incluirse en la Ley Federal del Trabajo (LFT).
A esta demanda se suma una de las menos visibilizadas, y es la del respeto a este tipo de educadoras, pues Miriam Vázquez, miembro de Menstruadas México, confiesa que son discriminadas por no contar con un papel que las certifique.
“Como educadora menstrual es difícil hablar de menstruación porque nos dicen: ‘¿Y ustedes a qué juegan? ¿Qué le enseñan a las niñas si de eso no se habla’, lo más difícil es llevarlo a la palabra, que la menstruación exista”, concluye Vázquez.
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