Mennlay Golokeh Aggrey forma parte de una generación que ha visto cómo la marihuana pasó de ser un objetivo principal de la guerra contra las drogas al foco favorito de las empresas de capital de riesgo.
Hace dos décadas, cuando Aggrey comenzó una pequeña operación de cultivo en el próspero vecindario Twin Peaks de San Francisco, un vecino la obligó a cerrarla. “Personalmente, no vengo de un lugar donde tuviera a alguien que me rescatara si me allanaban”, dice Aggrey, quien nació en Estados Unidos de padres que habían inmigrado de África Occidental.
Hoy, Aggrey vive en Ciudad de México donde, con la investigadora y defensora del cannabis Karina Primelles, dirige Xula, que utiliza cannabinoides para fabricar productos que abordan un rango de problemas de salud. Este año, la compañía lanzó en Estados Unidos una línea de tinturas solo a base de CBD llamada Solo Hemp, para satisfacer una variedad de necesidades que incluyen relajación, alivio del dolor y salud intestinal.
Su enfoque en las necesidades de las mujeres hace que se destaque. Uno de sus productos, llamado Happy Period, se enfoca en calambres, dolores de espalda y problemas digestivos con 500 miligramos de CBD. Otro, llamado Happy Hormones, refuerza el estado de ánimo con una dosis más fuerte.
“Nuestros productos se centran en personas con útero”, dice Aggrey. “Personas con útero, personas que tienen calambres, personas que pasan por desequilibrios hormonales, personas que pasan por la menopausia”. Los cuerpos de las mujeres, agrega, pasan por “estas molestias y por todos estos hermosos ciclos” que el mercado del cannabis rara vez aborda, lo que convierte a las mujeres en un mercado “extremadamente desatendido”.
Una encuesta del 2019 estima que casi 900,000 mujeres en el Reino Unido renunciaron a sus trabajos debido a los síntomas de la menopausia. Es probable que las mujeres de ese grupo de edad se encuentren en un punto clave de sus carreras. Es más probable que sean elegibles para puestos sénior de dirección, y perderse esta oportunidad contribuye a la brecha salarial de género.
También es malo para las empresas; a nivel mundial, la pérdida de productividad relacionada con la menopausia puede ascender a más de US$ 150,000 millones al año, según Reenita Das, socia y vicepresidenta sénior de salud y ciencias biológicas de la consultora Frost & Sullivan.
Como parte de una nueva industria fuertemente regulada, las empresas que venden productos derivados del cannabis, ya sea que usen CBD, el menos conocido cannabigerol (CBG) o cannabinol (CBN), enfrentan una serie de desafíos.
En Estados Unidos, la compañía pisa una línea muy fina tratando de informar al consumidor sobre el contenido de sus productos sin darse atribuciones médicas.
“Dado que no somos productos farmacéuticos y no somos un suplemento, estamos en una extraña área gris donde no podemos poner en la página del producto o en la caja o en cualquier material la palabra ‘menopausia’”, dice Aggrey. “Es una palabra médica, por lo que conlleva una atribución médica. No podemos decir específicamente ‘calambres menstruales’”.
De ahí los nombres divertidos de Xula para sus productos, como Moon-a-pause (un equivalente divertido en español podría ser “Lunapausia”), Calm+clarity (calma y claridad), y Lights out (apagar las luces), una ayuda para dormir. La empresa publica entradas de blog y un índice en su sitio web, donde se puede leer sobre los beneficios de los cannabinoides y las hierbas que utiliza. Todos los productos de Xula son probados por un tercero para proporcionar a los consumidores una lista verificada de las hierbas que contienen.
Muchas startups han comenzado a promocionar el CBD como un ingrediente saludable, restaurador y basado en plantas. Dependiendo de los materiales de mercadeo que lea, puede proporcionar alivio para casi todas las enfermedades conocidas por el ser humano moderno: ansiedad, dolor de espalda crónico, dolor muscular, caspa e incluso labios agrietados.
Pero algunas investigaciones iniciales destilan optimismo de que la ciencia podría respaldar los testimonios. En agosto, la organización australiana de salud mental juvenil Orygen descubrió que los adolescentes y adultos jóvenes con ansiedad resistente al tratamiento que recibieron una sola píldora diaria de CBD durante 12 semanas informaron que sus síntomas se redujeron en un promedio del 43%.
Una investigación del grupo de medios FN prevé que el mercado mundial de aceite de CBD registrará una tasa de crecimiento anual compuesta del 38.9% desde el 2021 hasta el 2029, pasando de US$ 9,860 millones a US$ 136,640 millones.
Aggrey comenzó su carrera en el condado de Humboldt, California, la “tierra prometida de la marihuana”, como ella la llama. Recién egresada de la universidad en el 2005 entró a trabajar en el programa de radio World of Possibilities. No pasó mucho tiempo antes de que dejara su puesto y siguiera su pasión como “líder de marihuana OG”.
Rápidamente se dio cuenta. “Algunas mujeres que conocí me acogieron bajo su ala y me mostraron cómo eran las cosas”, dice. “Y ese fue mi curso intensivo en agricultura”. Bajo la Proposición 215 que se aprobó en 1996, comenzó su operación de cultivo interior profesional, legal y con licencia completa en San Francisco.
En el 2014 se mudó a Ciudad de México. México estaba entonces considerando cambios en su política de marihuana. En el 2015, la Suprema Corte del país falló a favor del uso recreativo, lo que provocó un prolongado debate sobre la legalización y la regulación.
En el 2018 conoció a Primelles a través de un amigo. “No teníamos ni idea de que la industria se abriría aquí en México”, dice. “Fue cuando eso sucedió que Karina y yo comenzamos la investigación y el desarrollo”. Xula comenzó a vender sus productos en Estados Unidos en octubre del 2020.
Pueden cultivar y vender legalmente sus productos botánicos y de cáñamo orgánico en Estados Unidos, gracias a la ley Farm Bill del 2018. Pero ni el CBD ni el cáñamo se reconocen como medicamentos farmacéuticos ni se reconocen legalmente como suplementos a base de hierbas. Como tal, dice Aggrey, “no podemos anunciar tan libremente lo que el producto permite como otros suplementos, a saber el aceite de pescado o el ginkgo”.
Aggrey y Primelles son conscientes de su peculiar estatus en la naciente industria. Son mujeres de color que poseen y dirigen una empresa que vende remedios muy antiguos después de décadas de demonización y encarcelamiento masivo de latinos y negros.
“Siento que la creencia popular de la población negra, latina e indígena conforma la cultura del cannabis y es quizás la base de la cultura, pero no hay acceso para nosotros. Es caro”, dice Aggrey. “E incluso como consumidor, no nos llega el mercadeo. Uno no le importa a nadie si es de raza negra y mayor de 40 años. Ahí ya nos dicen ‘adiós’”.
Eventualmente, Xula busca vender productos que contengan marihuana. Son populares, confiables y, según Aggrey, más efectivos. “Honestamente, mi cofundadora y yo solo queremos vender THC. Queremos vender hierba”, dice Aggrey. “Queremos hacerlo legalmente porque sabemos que es el cannabinoide más potente; y cuando está presente, incluso con otros como CBG y CBN, simplemente funciona mejor”.