Ya sea para el pan, el arroz o las tortillas, los Gobiernos del mundo saben que el aumento de los costos de los alimentos puede también tener un costo político. El dilema es si pueden hacer lo suficiente para evitar tener que pagarlo.
Los precios mundiales de los alimentos subieron un 33% en agosto con respecto al año anterior, con el aceite vegetal, los cereales y la carne al alza, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Además, no es probable que el panorama mejore dado que las condiciones extremas del clima, los costos del flete y los fertilizantes, los cuellos de botella en los envíos y la escasez de mano de obra agravan el problema. La disminución de las reservas de divisas también obstaculiza la capacidad de importación de alimentos de algunos países.
Desde Europa hasta Turquía e India, las autoridades políticas ahora entregan más ayuda, ordenan a los vendedores que reduzcan los precios, y modifican las reglas comerciales para mitigar el impacto en los consumidores.
El problema es más grave en los mercados emergentes, donde el costo de los alimentos representa una mayor parte del gasto de los hogares, y en países afectados por crisis.
En Líbano, el grupo militante Hizbulá intensificó su control en el país mediante la distribución de alimentos. Pero incluso Estados Unidos está tomando medidas para abordar la asequibilidad, que se convirtió en un tema más urgente durante la pandemia de coronavirus.
“Los Gobiernos pueden intervenir y comprometerse a apoyar la reducción de los precios al consumidor durante un tiempo”, dijo Cullen Hendrix, investigador sénior no residente del Peterson Institute for International Economics, un grupo de expertos con sede en Washington. “Pero no pueden hacerlo de forma indefinida”.
La inflación de los alimentos desató más de dos docenas de disturbios en Asia, Medio Oriente y África, contribuyendo a los levantamientos de la Primavera Árabe hace 10 años. El descontento está creciendo de nuevo. Los disturbios en Sudáfrica provocados por el arresto del expresidente Jacob Zuma en julio derivaron en la comida y la gente saqueó tiendas de comestibles y restaurantes. La escasez en Cuba provocó las mayores protestas en décadas.
Ajustados a la inflación y anualizados, los costos ya son más altos ahora que en casi cualquier momento de las últimas seis décadas, según datos de la FAO.
De hecho, es ahora más difícil costear los alimentos que durante las protestas del 2011 en el Medio Oriente que llevaron al derrocamiento de líderes en Túnez, Libia y Egipto, dijo Alastair Smith, investigador sénior en desarrollo sostenible global en la Universidad de Warwick en el Reino Unido.
“La comida es más cara hoy de lo que ha sido durante la gran mayoría de la historia moderna registrada”, dijo.