La mayoría de los argentinos considera a Sergio Massa, el nuevo ministro de Economía, un político oportunista; paradójicamente, muchos creen que esta cualidad negativa es la misma que lo puede ayudar a sortear la crisis financiera que sufre el país.
Tras décadas de militancia en distintas facciones del peronismo, Massa, un abogado de 50 años, llegó el miércoles al cargo que podría llevarlo a cumplir su sueño de ser presidente en el 2023, con el respaldo de socios políticos que fueron sus rivales en el pasado.
El desafío será complejo: Argentina tiene un alto déficit fiscal, una inflación superior al 70% anual y una pobreza cercana al 40% que ha disparado los conflictos sociales.
Para enfrentarlo, el ambicioso Massa pidió amplios poderes. Si sus recetas económicas liberales son exitosas, tendrá las puertas abiertas de la deteriorada alianza oficialista de centroizquierda para ser candidato en los comicios presidenciales del 2023; si fallan, su destino puede ser el ostracismo.
“Es una persona muy capaz, con gran capacidad de estudio, de trabajo, muy formada. Pero también es un gran pragmático y de ahí su decisión de armar un acuerdo, una alianza con el Gobierno”, dijo la diputada Margarita Stolbizer.
La legisladora acompañó al ministro de Economía como candidata a senadora en el 2017 para enfrentar a la también peronista Cristina Fernández de Kirchner, actual vicepresidenta y socia de Massa en el oficialismo junto al mandatario Alberto Fernández.
“Otra razón por la que pudo aceptar el cargo es su aspiración presidencial”, agregó Stolbizer, en alusión a un ministerio que muchos economistas rechazaron en los últimos días, según medios locales.
Su sagacidad le procuró lo que no consiguieron sus antecesores: el aval de la poderosa vicepresidenta para llevar adelante políticas ortodoxas que la misma Fernández de Kirchner -heterodoxa en economía- cuestionó en el pasado.
A diferencia de los dos ministros que renunciaron en el último mes, Martín Guzmán y Silvina Batakis, Massa cuenta con una estructura política propia que le permite ser la última chance del gobierno para revertir la crisis económica y evitar la implosión de la coalición peronista en el poder, explicó el analista político Carlos Fara.
“Estamos más cerca de una crisis fatal que nunca. Entonces la crisis nos ha vuelto a todos más pragmáticos, se le permite a Massa plantear cosas que seguramente no le hubiesen aceptado a Batakis y menos a Guzmán”, dijo Fara.
El “súperministro”, que tendrá el control de las áreas de producción, comercio y agricultura, anunció el miércoles medidas de austeridad fiscal y de acumulación de reservas internacionales, en busca de estabilizar la economía argentina.
Desaprobación social; ¿aprobación política?
Padre de dos hijos, Massa inició su carrera a fines de los años ochenta en el partido conservador Unión Del Centro Democrático.
Entre el 2002 y 2007 fue funcionario de gobiernos peronistas y luego alcalde de Tigre, el distrito de los suburbios de Buenos Aires en el que vive. Tras ser jefe de Gabinete de la entonces presidenta Fernández de Kirchner (2007-2015), se enfrentó a la mandataria con acusaciones de corrupción.
En el 2013 fundó el Frente Renovador, con el que logró éxitos y fracasos electorales, aunque decidió unir fuerzas con las demás facciones peronistas en el 2019 para crear el Frente de Todos y enfrentar al entonces oficialismo de centroderecha.
Tras alcanzar picos de popularidad hace casi diez años, sus vaivenes políticos le han restado respaldo de la opinión pública.
“Massa tiene aspiraciones presidenciales, entonces quiere revertir su imagen porque quiere ser presidente”, señaló Mariel Fornoni, directora de la consultora de imagen Management & Fit.
Según la última encuesta de Management & Fit, de junio, Massa tiene una imagen negativa del 54.5% entre los argentinos, mientras que el 63.4% dice que nunca lo votaría si se presentara como candidato presidencial.
“Massa es una persona muy ambiciosa, que soñó toda su vida con ser presidente y para eso es capaz de venderle su alma al diablo. Este es el mejor momento, en el que puede terminar convirtiéndose en superhéroe o hecho puré”, declaró el empresario Gregorio Feldman, de 60 años.