El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que durante mucho tiempo ha tratado de posicionarse como un árbitro independiente en los conflictos globales, ahora enfrenta la incómoda posibilidad de tener que mediar en una crisis entre Venezuela y Guyana, dos de los vecinos del norte de Brasil.
Las crecientes tensiones en torno a Esequibo, una región abundante en petróleo aproximadamente del tamaño de Florida y controlada por Guyana, pero reclamada por Venezuela como parte de su territorio desde el siglo XIX, han avanzado repentinamente al primer lugar en la agenda de Lula, lo que amenaza con eclipsar una cumbre de líderes del Mercosur, a quienes recibirá en Río de Janeiro el jueves.
Si bien el presidente teme tener que mediar en un conflicto regional, ya aceptó la necesidad de que el país más grande de Sudamérica intervenga para calmar la disputa, según cuatro funcionarios gubernamentales familiarizados con la situación.
El miércoles, el izquierdista Lula, tradicional aliado del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y del difunto mandatario Hugo Chávez, pasó horas en reuniones con sus principales asesores de asuntos extranjeros para discutir el conflicto, que la diplomacia brasileña considera muy delicado, dijeron los funcionarios, que pidieron el anonimato porque las conversaciones no son de carácter público.
Los funcionarios también dijeron que Lula planea llamar a los presidentes de ambos países en los próximos días.
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La principal preocupación de Brasilia: es probable que Lula tenga que caminar sobre la cuerda floja para moderar una crisis diplomática entre su viejo aliado Venezuela y Guyana, que cuenta con el respaldo de Washington, particularmente después de que el gigante estadounidense Exxon Mobil Corp. descubriera enormes reservas de petróleo frente a las costas del país.
Las cosas podrían complicarse aún más si Vladímir Putin —partidario del régimen socialista de Venezuela— también interviene en medio de una posible reunión que celebrará este mes con Maduro en Moscú, dijeron los funcionarios.
El delicado juego geopolítico ha generado incomodidad para Lula, ya que plantea un desafío para su enfoque diplomático multilateral, que hasta ahora ha permitido a Brasil mantener buenas relaciones diplomáticas con la mayoría de los países, independientemente de su ideología.
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La reacción calibrada de Lula ante la crisis que se gesta en la frontera norte de Brasil también contrasta con sus esfuerzos por desempeñar un activo papel en cuanto a poner fin a conflictos lejos de casa, incluso en la elusiva resolución de la guerra entre Rusia y Ucrania.
“Algo que Sudamérica no necesita en este momento es agitación”, dijo Lula sobre el conflicto durante el fin de semana. “Espero que prevalezca el buen sentido”.
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