A sus 1.4 millones de seguidores en las redes sociales, Vica Li les dice que es una “bloguera sobre la vida”, “amante de la comida”, que quiere informar sobre China para que la gente viaje tranquila a su país.
“¡A través de mi lente te pasearé por China y te haré partícipe de la vida de Vica!”, dice en un video difundido en enero a través de YouTube y Facebook.
Ese lente, sin embargo, podría estar controlado por CGTN, la red estatal de televisión en la que ella se presenta con frecuencia y figura como periodista de la rama digital en el portal de la empresa. Vica dice que creó “todos estos canales por mí misma”, pero su cuenta de Facebook deja en claro que al menos nueve personas manejan sus páginas.
Su cuenta representa apenas uno de los tenáculos de una maquinaria a través de la cual China aumenta su influencia en las redes sociales de Estados Unidos y otros países, de acuerdo con una investigación de la Associated Press.
China, con su creciente poderío económico, usa el ecosistema de las redes sociales para ampliar su influencia, ya de por sí formidable. Ha creado una red de personalidades que difunden la perspectiva del gobierno, desvían las críticas a la situación de los derechos humanos en China y repiten las posturas de Pekín en torno a temas como la invasión rusa de Ucrania.
Algunos periodistas de la órbita estatal china se presentan como influenciadores en Instagram o como blogueros. El país contrató asimismo firmas que reclutan influenciadores para que transmitan mensajes cuidadosamente elaborados, que promueven su imagen entre los usuarios de las redes sociales.
Y Pekín se beneficia de una cantidad de personas de Occidente que difunden la visión china a través de YouTube y Twitter, desde su explicación al trato de los uigures hasta la de la deportista Eileen Gu, una estadounidense que compitió por China en los recientes Juegos Olímpicos de invierno.
La red de influenciadores que explota Pekín en todo el mundo incluye al menos 200 personas con conexiones con el gobierno o la prensa estatal China, que manejan 38 idiomas, según una investigación de la firma Miburo, que estudia las operaciones de desinformación.
“Se puede ver que tratan de infiltrar todos estos países”, dijo el presidente de Miburo Clint Watts, un exagente del FBI. “Si bombardeas a una audiencia con el mismo relato durante cierto tiempo, al final la gente termina creyendo” lo que le dicen.
La guerra de Rusia con Ucrania es un ejemplo. Si bien la invasión fue condenada en forma generalizada como una afrenta a la democracia, Li Jingjin ofrece una visión muy distinta a sus 21,000 suscriptores de YouTube, con videos que reproducen la propaganda rusa y promueven afirmaciones falsas, incluida la de que la invasión fue provocada por Estados Unidos y la OTAN.
En YouTube, Li Jingjing dice que es una “viajera”, “escritora” y “periodista”. En ningún momento revela que es periodista de CGTN, que promueve puntos de vista que no son suyos y coinciden con los del gobierno. Ni Vica Li ni Li Jingjing respondieron a preguntas de la AP.
La AP identificó decenas de cuentas parecidas, que en conjunto tienen más de 10 millones de seguidores y suscriptores. Generalmente son de periodistas de medios estatales chinos que transformaron sus cuentas en Facebook, Instagram, Twitter y YouTube --plataformas bloqueadas en China-- y empezaron a identificarse como blogueros, influenciadores y periodistas.
“Claramente decidieron que el camino a seguir es hacerse pasar por ‘damas chinas influenciadoras’”, afirmó Watts. Numerosos gobiernos han tratado por años de explotar las redes sociales con fines políticos, como ocurrió en las elecciones presidenciales del 2016 en Estados Unidos.
En respuesta, compañías como Facebook y Twitter prometieron alertar mejor a sus usuarios cuando detectan propaganda de gobiernos. Pero la AP comprobó que eso no siempre sucede. Las cuentas de Li Jingjing y Vica Li, por ejemplo, a menudo son etiquetadas como propaganda en Facebook e Instagram, pero no en YouTube o TikTok.
La cuenta de Vica Li no está etiquetada en Twitter. El mes pasado, Twitter empezó a identificar la cuenta de Li Jingjing como un medio estatal.
CGTN no respondió a pedidos de entrevistas. La rama estadounidense de CGTN (CGTN America), que está registrada como agente extranjero ante el Departamento de Justicia y dice tener arreglos comerciales con organizaciones como AP, CNN y Reuters, no respondió a mensajes. Tampoco lo hizo un abogado que ha representado a CGTN America.
Un portavoz de la embajada china en Washington, Liu Pengyu, dijo que “los medios y los periodistas chinos llevan a cabo actividades normales en forma independiente y no se debe dar por sentado que responden o sufren la interferencia del gobierno chino”.
El interés de China en los influenciadores de las redes sociales se hizo evidente en diciembre, cuando documentos presentados ante el Departamento de Justicia revelaron que el consulado chino en Nueva York había pagado US$ 300,000 a la firma Vippi Media de Nueva Jersey para reclutar influenciadores dispuestos a publicar mensajes en Instagram y Tiktok durante los Juegos Olímpicos de Pekín. Vipp Jaswal, CEO de Vippi Media, declinó hablar con la AP acerca de sus publicaciones.
Influenciadores de habla inglesa también se ganaron un espacio promoviendo visiones prochinas en YouTube y Twitter.
En abril del año pasado, CGTN invitó a angloparlantes de todo el mundo a participar en una competencia para seleccionar influenciadores en Londres, Nairobi y o Washington.
El videobloguero británico Jason Lightfoot se mostró feliz ante la oportunidad en un video de YouTube y llegó a contar con 200,000 suscriptores con titulares como “los juegos olímpicos le salieron mal a Estados Unidos. Arrepentidos con el desastre” o “la prensa occidental miente acerca de China”.
Los tópicos de los videos coinciden con los de otros blogueros prochinos como Cyros Janssen, un estadounidense que vive en Canadá. Durante los Juegos Olímpicos, Janssen y Lightfoot difundieron imágenes idénticas de Gu celebrando la conquista de tres medallas y hablando mal de Estados Unidos.
Janssen declaró a la AP que jamás recibió dinero del gobierno chino. Interrogado acerca de sus relaciones con empresas tecnológicas chinas, Janssen respondió preguntándole a un periodista de AP cuánto ganaba él.