Desde Múrmansk hasta el mar Negro un festival del pescado ha copado los principales espacios públicos de la capital rusa para tentar el paladar de los moscovitas con los mejores frutos del mar.
“La mitad de mi reino por un buen plato de mariscos”, bromea Vasili, un gerente de 46 años que disfruta una porción de centollo de Kamchatka a pocos metros del Kremlin y que como muchos rusos, acudió a este evento, ya tradicional, para degustar los más exquisitos frutos del mar.
“En los pintorescos espacios del festival se presenta una amplia gama de pescados y mariscos de toda Rusia y los países vecinos: más de 600 productos”, informó el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, al presentar la octava edición del festival ‘Moscú en la ola. Semana del pescado’, que se extenderá hasta el próximo domingo.
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En el marco del evento, que arrancó el pasado 24 de mayo, las autoridades han abierto más de 140 mercados y ferias dedicados a la venta de pescado y mariscos procedentes de la amplia geografía marítima rusa, desde Múrmansk hasta el mar Negro.
Además, cientos de restaurantes y cafeterías han incluido en sus menú diversos platillos con pescado y mariscos para satisfacer los gustos más exigentes y para promover el consumo de estos entre los rusos.
“El pepino de mar y las centollas azules vienen del Lejano Oriente, la caballa y la vieira, de las islas Kuriles. El bacalao y los mejillones, de Múrmansk, el esturión y el besugo, de Astracán. El ómul y el muskún, del río Lena, las ostras y el espadín, del mar Negro”, enumeró el alcalde.
Las autoridades capitalinas, que promueven toda una serie de festivales estivales llamados ‘Temporadas de Moscú’, acompañan este evento con vistosas competiciones de pesca y surf de pala en el río Moscova.
Además, se han organizado medio millar de talleres culinarios y de pintura, conciertos de jazz y sobre todo, una gran variedad de pescado para todos los gustos.
En la plaza Manéznaya, junto a la muralla del Kremlin, una ración de centollo de 200 gramos cuesta algo menos de mil rublos (cerca de nueve dólares), un precio relativamente bajo, aunque aún alto para los rusos de a pie, cuya canasta básica incluye productos mucho más asequibles como la carne de pollo y cerdo.
Las autoridades moscovitas han intentado durante décadas promover el consumo de productos del mar entre la población, incluso en la Unión Soviética los comedores y restaurantes instituyeron los jueves como ‘día de pescado’ con este fin.
Y es que la ubicación de Moscú, a cientos de kilómetros del mar más cercano, las limitaciones al acceso a mariscos frescos y los precios, no siempre democráticos, imponen costumbres culinarias más continentales, que el festival busca revertir.
“Ofrecemos precios justos”, reza una tablilla sobre una de las tarimas de la feria abierta en la VDNJ, el principal recito expositivo de Rusia, mientras uno de los vendedores ofrece tres arenques en salmuera “por el precio de dos”.
Mientras, a pocos pasos de la tarima, una niña no puede contener su asombro y tamborilea con el índice una pecera con varios centollos de largas patas, lentos e indiferentes a su curiosidad.
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