Ese característico “vamos” utilizado por los humanos para indicar a otros que hay que moverse tiene su equivalencia en los elefantes macho, que producen un rugido específico para pedir a la manada que se ponga en marcha, según ha descubierto un estudio de la Universidad estadounidense de Stanford.
Esta capacidad se creía exclusiva de las hembras, pero observaciones y análisis de sonidos llevados a cabo durante casi 20 años con una manada de elefantes en el Parque Nacional de Etosha (Namibia) han revelado que los machos también tienen un sonido específico para indicar al resto que hay que moverse.
Las conclusiones del estudio aparecen recogidas este lunes en la revista PeerJ.
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“Nos ha sorprendido mucho descubrir que los elefantes macho, que generalmente tienen lazos sociales poco estrechos, participan en una coordinación vocal tan sofisticada para llamar al grupo, lo que indica que su comunicación es más compleja de lo que se pensaba”, señala la bióloga de Stanford Caitlin O’Connell-Rodwell, autora principal del estudio.
O’Connell-Rodwell ha comprobado que los llamamientos al movimiento los llevan a cabo los machos más integrados socialmente, y a menudo los más dominantes en manadas muy unidas.
La investigadora grabó por primera vez estos llamamientos de los machos en 2004, mientras realizaba trabajos de campo nocturnos para comprender cómo se propagan las vocalizaciones de los elefantes por el suelo.
Desde ese año y hasta 2017, ella y otros investigadores han estado recopilando sonidos de elefantes junto a la charca de Mushara, en el citado parque nacional, con equipos de grabación de alta tecnología, incluidos micrófonos enterrados y cámaras de vídeo de visión nocturna.
Estos equipos captan las vocalizaciones infrasónicas, inaudibles para el oído humano, y permiten ver imágenes de alta resolución de los comportamientos de los elefantes macho.
Los investigadores analizaron las vocalizaciones en busca de patrones acústicos, y analizaron las imágenes para comprender las relaciones y la jerarquía entre los machos, observando qué elefantes iniciaban los llamamientos, cómo respondían los demás y qué pasaba después.
Un ritual aprendido
Los llamamientos al movimiento de los elefantes macho son muy similares los registrados previamente en las hembras, lo que indicaría, según los investigadores, que aprenden el comportamiento de ellas siendo jóvenes.
“Crecen en una familia en la que todas las líderes femeninas participaban en este ritual, por lo que pensamos que a medida que maduran y forman sus propios grupos, repiten el comportamiento observado en las hembras para coordinar los movimientos con otros machos”, añade O’Connell-Rodwell en un comunicado de la universidad de Stanford.
Tanto en el caso de los elefantes machos como en el de las hembras, a la llamada del iniciador sigue otra del siguiente individuo, y cada elefante espera a que la llamada precedente casi termine antes de añadir su propia voz, dando lugar a “un patrón armonioso de turnos”.
Otro estudio llevado a cabo con elefantes en Kenia, publicado hace poco más de un mes, reveló que los elefantes se identifican entre sí con un nombre propio dentro de la manada, lo que, junto con la presente investigación, pone de manifiesto que la comunicación entre los elefantes es más compleja de lo que se pensaba.
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