Las mujeres en Afganistán son “despojadas de los derechos más básicos”, lamentaron refugiadas afganas en Francia, quienes piden a la comunidad internacional no ser “borradas” de la sociedad.
Shokria, una refugiada afgana manifestó a EFE su deseo de que los países europeos “tomen medidas serias” para que sean vistas “como seres humanos”. Un 80% de las personas afganas desplazadas son mujeres y niñas.
En el centro de acogida de refugiados de Massy (Francia) de la organización Cimade, varios refugiados afganos hablan de sus vivencias cuando se cumple un año de la toma de poder de los talibanes, el 15 de agosto de 2021.
Cimade es una ONG que lleva en funcionamiento desde 1939, dedicada a asistir y defender a migrantes y exiliados con ayuda jurídica, formación y alojamiento para que puedan asentarse en Francia.
Shokria, profesora de literatura, ha tenido que afrontar situaciones “muy difíciles” a sus 25 años hasta llegar a Francia, en febrero de este año.
“Cuando me iba a marchar de Afganistán mis alumnos vinieron a decirme adiós. Fue un momento muy conmovedor”, recordó emocionada.
Un mes después de la toma de poder de los talibanes, Shokria se vio forzada a huir a Irán donde se quedó cuatro meses en condiciones complicadas y tuvo que pagar para abandonar el país.
Lo mismo le sucedió a Basira, otra refugiada afgana asistida por esta ONG, que se vio obligada a pagar a las autoridades iraníes 8,000 euros para poder marcharse.
Ahora, su principal objetivo es aprender francés y en un futuro, ser profesora de nuevo, una profesión que califica como “muy noble”.
Penurias y hambruna
“¿Por qué hay este silencio si tenemos la costumbre de defender los derechos de las mujeres?”, se preguntó la docente, que denuncia que son “totalmente olvidadas por el mundo entero” y demanda medidas que les ayuden a ganar sus derechos para recuperar la libertad.
Según datos de ACNUR, la mayoría de los refugiados se han desplazado dentro del país, con 3.5 millones de afganos en el interior a finales de 2021.
Además, 2.7 millones han cruzado la frontera para vivir como refugiados en 98 países diferentes, la mayoría en Pakistán (1.3 millones) e Irán (780,000) y son el grupo poblacional más desplazado del mundo, después de los venezolanos.
La situación es extremadamente precaria en el país y empeoró cuando el pasado junio el peor terremoto de la historia azotó el país y mató al menos mil personas, según cifras de Naciones Unidas.
Según ACNUR, en el país al menos 23 millones de afganos, más de la mitad de su población, sufren de hambruna extrema.
La secretaria general de la organización, Fánelie Carey-Conte, defendió en declaraciones a EFE la importancia de “acelerar lo procesos” de reunificación familiar, un proceso que puede ser “muy complicado”.
A sus 18 años, Basira quiere estudiar informática para ayudar a otros afganos tras haber podido reunirse con su padre en Francia.
Su padre, y posteriormente su hermano, fueron amenazados en Afganistán por los talibanes, lo que motivó a toda la familia a abandonar el país.
En Francia, Basira se siente libre. “Puedo estudiar, trabajar, puedo hacer lo que quiera”, dice.
En Afganistán, la vida para las mujeres se volvió extremadamente complicada con la llegada de los talibanes: “Las mujeres no son vistas como humanos”, lamentó.
“Son despojadas de los derechos más básicos, los derechos humanos no existen en Afganistán en lo que respecta a las mujeres”, denunció la joven. Pero tampoco las cosas han sido fáciles fuera de su país natal.
“He sido maltratada por ser afgana”, expresó Basira sobre su experiencia en Irán, donde son discriminados por su nacionalidad.
Según la joven, tienen prohibido poder comprar o alquilar una vivienda y son excluidos de manera constante, lo que le causó miedo a salir a la calle: “Nos llaman sucios afganos”, afirmó.
A pesar de las difíciles experiencias que han tenido que vivir mujeres como Shokria y Basira, no dudan en compartir su historia y demandar cambios, para que su valentía y sufrimiento no caigan en el olvido.