Cuando la policía de seguridad nacional de Hong Kong llamó a su puerta de madrugada el mes pasado, el periodista Ronson Chan no se sorprendió, pero no puedo evitar que el cuerpo le temblara.
La creciente represión en esta ciudad teóricamente semiautónoma de China ha silenciado y encarcelado a la mayoría de activistas prodemocracia. Ahora el objetivo empieza a ser la prensa.
Chan sabía que era un blanco como presidente de la Asociación de Periodistas de Hong Kong y editor del diario digital independiente y financiado por los lectores Stand News.
“Estaba preparado mentalmente”, manifestó. Pero “cuando me mostraron la orden de registro, estaba temblando”.
Chan usó su teléfono para retransmitir en directo su diálogo con los agentes hasta que le ordenaron parar. Fue el último ejercicio de periodismo de Stand News.
El medio cerró más tarde ese día, después de que las autoridades congelaran sus activos mediante la ley de seguridad nacional impuesta en el 2020 por Pekín y detuvieran a siete empleados y directivos, algunos ya retirados, por publicar contenido “sedicioso”.
Dos editores fueron inculpados y siguen bajo custodia. Chan teme terminar con ellos.
“¿Seremos los próximos?”. La pregunta sobrevuela en las redacciones de medios locales, y también algunos internacionales, en esta ciudad antaño considerada bastión de la libertad de prensa en la región.
“Se supone que los periodistas decimos la verdad al poder”, asegura Lokman Tsui, exprofesor de periodismo en la Universidad China de Hong Kong y actualmente en Países Bajos. “Ahora, la verdad es subversiva en Hong Kong”.
Deterioro
La China continental es uno de los lugares más opresivos del mundo hacia los periodistas. Los medios locales están rígidamente controlados por el Estado y los movimientos de los corresponsales extranjeros están fuertemente restringidos.
No era el caso en esta antigua colonia británica, incluso después de la devolución a Pekín en 1997. La prensa local era alabada por su tenacidad, controlando al poder de una forma inimaginable en el resto del país.
Pero el paisaje se ha ido deteriorando. En el primer informe anual de libertad de prensa de Reporteros Sin Fronteras, en el 2002, Hong Kong aparecía en el 18º lugar. En el último año ya había descendido al 80º.
Y en los últimos siete meses este retroceso se ha hecho claramente palpable.
El primero en caer fue Apple Daily, un popular e irreverente tabloide que respaldó abiertamente las protestas prodemocracia del 2019 y criticaba ferozmente a Pekín.
Usando la nueva ley de seguridad nacional, la policía congeló los activos del diario e imputó a altos responsables, incluido el propietario Jimmy Lay.
Llegó el turno de Stand News. Y una semana después, Citizen News, otro medio digital fundado por curtidos periodistas, también cerró alegando que ya no podían informar “sin sentir miedo”.
“La libertad de prensa ha ido disminuyendo durante varios años, pero desde el 2020 especialmente ha sido a toda velocidad”, explica Yuen Chan, un veterano periodista que ahora enseña en la Universidad de la City de Londres.
“Clima de miedo”
La jefa del ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, niega sin cese la represión contra la prensa y asegura que las autoridades solo aplican la ley.
Tras los cierres de Stand News y Citizen News alegó que los países occidentales disponen de leyes de seguridad nacional “mucho más draconianas”. Pero no dio ejemplos de que esas leyes se hayan usado contra medios.
Un antiguo editor del diario independiente InMedia asegura que hay “un clima sin precedentes de miedo en el sector”. “Es difícil evaluar el riesgo”, dijo desde el anonimato.
Por ahora la ley de seguridad nacional no se aplicó en medios internacionales, pero el gobierno de Hong Kong es cada vez más crítico con sus coberturas.
Numerosos medios cuentan con su sede asiática en Hong Kong, como AFP, Bloomberg, The Wall Street Journal, CNN o The Economist.
Desde noviembre, las autoridades han publicado 13 cartas a medios extranjeros en inglés, francés, español o inglés, mayoritariamente por editoriales que no gustaron al gobierno.
Las cartas a The Wall Street Journal o al británico The Sunday Times contenían advertencias de una posible violación de la ley de Hong Kong.
En noviembre, la ciudad descartó renovar el visado de una corresponsal australiana de la revista The Economist, la cuarta periodista extranjera que ha tenido que dejar el país por cuestiones de visado desde el 2018.
El editor de Stand News confía en que la prensa internacional se quede en Hong Kong y relate su evolución, pero aconseja no subestimar a sus autoridades.
“La gente solía pensar que Apple Daily nunca cerraría, tenía 25 años de historia y más de mil empleados. A pesar de todo, cerró”, advierte Ronson Chan.