Por primera vez en 33 años este año no habrá misas para conmemorar la represión de Tiananmen en Hong Kong, borrando uno de los últimos recordatorios de la sangrienta respuesta de China a las protestas de 1989.
Desde que Pekín impuso en Hong Kong una dura ley de seguridad nacional en el 2020 para sofocar las manifestaciones del movimiento prodemocracia, están prohibidas las vigilias con velas que llegaron a congregar a multitudes, se cerró el Museo de Tiananmen y se derribaron estatuas conmemorativas.
Las misas católicas que se celebraban para conmemorar la tragedia fueron la última ocasión para que los hongkoneses pudieran recordar en un acto público la mortal represión lanzada por Pekín el 4 de junio de 1989 cuando el gobierno sacó los tanques para contener las protestas pacíficas. Pero este año, estos ritos también fueron anulados por el miedo.
“Nos parece que el actual clima social es muy difícil”, afirmó el reverendo Martin Ip, capellán de la Federación de Estudiantes Católicos de Hong Kong, que era uno de los organizadores. “No queremos infringir ninguna ley”, dijo.
La Diócesis, cuya Comisión de Justicia y Paz era coorganizadora, afirmó que sus miembros en la primera línea están preocupados de que pueda violarse en alguna forma la ley de Hong Kong.
Décadas borradas en meses
Cualquier debate sobre la represión de 1989 está prohibida en China continental.
Pero en el territorio semiautónomo de Hong Kong, estos incidentes se estudiaban en algunas escuelas y en grupos que defendían el fin del dominio del Partido Comunista Chino, algo que cambió con la nueva ley de seguridad.
En pocos meses, décadas de conmemoraciones fueron aniquiladas a medida que las autoridades aplican una ley que tiene como objetivo refaccionar Hong Kong para ajustarlo a la concepción autoritaria que tiene Pekín.
Alliance, uno de los más connotados grupos que luchan por la memoria de Tiananmen que también organizaba la vigilia, está siendo perseguido tras ser catalogado como un “agente extranjero” por incitación a la subversión.
En septiembre pasado sus líderes fueron arrestados, el Museo del 4 de junio fue cerrado tras una redada de la policía y todos sus registros digitalizados de la represión fueron eliminados por una orden de la policía de cerrar la página web y las redes sociales del grupo.
Para otras organizaciones, la incertidumbre sobre la nueva legislación es suficiente como para hacerlos retroceder.
En este clima, seis universidades retiraron monumentos relativos a la represión del 4 de junio que llevaban años en sus terrenos.
El “Pilar de la Vergüenza” que estaba en la Universidad de Hong Kong (HKU), una escultura de seis metros del artista danés Jens Galschiot fue desmantelada, colocada en un contenedor de carga y dejada en un terreno rural.
En la Universidad de Lingnan una pared en relieve diseñada por el artista Chen Weiming fue prohibida y guardada en un depósito.
Su estatua “Diosas de la Democracia” de la Universidad China de Hong Kong fue enviada a un lugar secreto.
“Intentan borrar un episodio vergonzoso de la historia en el que el Estado cometió crímenes contra su propio pueblo”, dijo Chen.
Las universidades afirman que nunca consintieron a la presencia de las estatuas y que su traslado se basa en los riesgos legales que incurren.
Vigilias en el extranjero
En el lugar donde estaba la Diosa, ahora sólo quedan marcas del pedestal. “Después de unos años nadie sabrá que pasó”, dijo Galschiot.
En las bibliotecas públicas de la ciudad, 57 libros sobre Tiananmen ya no están disponibles, según un recuento realizado por Hong Kong Free Press.
En cambio, el espacio para la memoria de la represión gana terreno fuera de Hong Kong. Los disidentes exiliados instalan sus propios museos en lugares como Estados Unidos y otros activistas planean volver a erigir “Pilares de la Vergüenza” en Taiwán.
El 4 de junio se celebrarán vigilias en todo el mundo y Amnistía Internacional coordina eventos en 20 ciudades para “pedir justicia y mostrar solidaridad por Hong Kong”.
El superviviente de Tiananmen Zhou Fengsuo, que vive en Estados Unidos, contó que los últimos años ha constatado que más personas en Occidente se unen a este tipo de eventos, incluyendo personas originarias de Hong Kong recién emigradas.
“Estoy agradecido de que Hong Kong haya portado la antorcha de las conmemoraciones de Tiananmen en los últimos 30 años. Ahora es nuestro trabajo hacerlo fuera de Hong Kong”, afirmó.