Raúl y Aidana creyeron que las cosas podían cambiar en Cuba. La isla se abría con el internet y el país experimentaba aires de libertad, pero pronto se cerró. Decepcionados, emigraron siguiendo a una estela de jóvenes de su generación que abandona la isla.
Raúl Prado, abogado y director de fotografía de 36 años, y su esposa, Aidana Hernández Febles, actriz de 31 años, acaban de instalarse en Miami, Florida, iniciando un proyecto de vida que nunca previeron.
“La emigración es una idea con la cual todos los cubanos en algún momento coquetean”, dice este hombre delgado, de barba oscura, en medio del caos que reina en su departamento, ya casi desmantelado, de La Habana. Pero “no es una meta que uno se traza, al menos yo”, añade.
La pareja pasó de la esperanza a la frustración. En tres años vio cómo el internet móvil daba un vuelco a sus vidas, permitiendo que una generación se abriera al mundo y que surgiera una sociedad civil joven.
El ímpetu de esta juventud vibrante fue detenido por las autoridades comunistas, que al principio se vieron desbordadas, pero poco a poco retomaron el control, mientras el país se hundía en la peor crisis económica en 30 años. Entonces, miles de cubanos empezaron a emigrar cada mes.
La historia de esta joven pareja ilustra un nuevo fenómeno en la isla: el de una generación calificada y comprometida que renuncia a luchar en casa y opta por el exilio, privando a su país de muchas de las mentes mejor preparadas y dejándolo a su suerte con una de las poblaciones más envejecidas de América Latina.
Flujo migratorio
Desde la reapertura de las fronteras cubanas el 15 de noviembre del 2021, cerradas por la pandemia, el flujo migratorio ha sido incesante. Según el Servicio de Aduanas estadounidense, más de 113,000 cubanos han llegado al país desde México entre octubre y abril.
Una gran parte de cubanos han emigrado en avión hacia Nicaragua, que en noviembre eliminó el requisito de visa para los isleños, para tratar de alcanzar por tierra la frontera sur de Estados Unidos. Pero cada vez es más común que también se vayan por mar en balsas.
El sociólogo Rafael Hernández estima que se trata de un “Mariel silencioso”, dice en referencia al mayor éxodo cubano, cuando en 1980 salieron 130,000 personas.
De seguir esa tendencia creciente, sería la mayor ola migratoria en 63 años de la revolución en el país de 11.2 millones de habitantes.
La emigración “está creciendo, y dentro de ella la emigración de jóvenes con nivel universitario”, reconoció recientemente en la prensa oficial Agustín Lage, un científico de probada militancia revolucionaria.
Esperanza
Era una época de esperanza en la isla. El 27 de enero del 2019, un fuerte tornado azotó La Habana, dejando tres muertos, 172 heridos y cuantiosos daños materiales.
“Parecía un campo de batalla”, recuerda Raúl, quien descubrió el poder de convocatoria de internet, movilizando amigos y conocidos a través de Facebook y WhatsApp.
Sólo un mes antes, el internet móvil había llegado a su país, uno de los últimos del mundo en contar con tal servicio.
El pequeño apartamento de 35 metros cuadrados de Raúl y Aidana, en el barrio residencial de Miramar, se convirtió rápidamente en el cuartel general de ayuda para la catástrofe, almacenando donaciones de comida y ropa antes de distribuirlos a los damnificados.
La iniciativa puede parecer algo común en otros países, pero es inaudita en Cuba, donde sólo las autoridades podían hacer esta labor.
Así nació una red informal, vía internet, de jóvenes cubanos, muchos de ellos artistas, que estaban decididos a actuar por su cuenta. “Después del tornado, hubo otras cosas y seguimos organizando”, continúa Raúl.
Las causas de la comunidad LGBT, de defensores del bienestar animal o los que luchan contra la violencia hacia las mujeres se expresaron en las redes. Estos grupos también esperan poder salir a hablar a la calle con libertad.
Noviembre del 2020 marcó una nueva etapa, cuando integrantes del contestatario Movimiento San Isidro, una agrupación comunitaria de artistas, realizaron una huelga de hambre exigiendo la libertad de un rapero.
Tras el allanamiento policíaco del estudio donde el grupo protestaba, unos 300 jóvenes protagonizaron un “plantón” sin precedentes frente al ministerio de Cultura para exigir libertad de expresión.
Fueron convocados por Raúl y su amigo el dramaturgo Yunior García, que se convirtió en el abanderado de esta nueva generación crítica.
Las autoridades sorprendidas dejaron que los jóvenes se manifestaran, algo inédito en la historia reciente de la isla.
“Lo que ha ocurrido hoy es histórico”, expresó en ese momento Yunior García, que había sido parte de una comisión negociadora recibida entonces por las autoridades, pero que no prosperó.
Generación de la ira
Era apenas el preámbulo. El 11 de julio del 2021 Raúl, Aidana, Yunior y su esposa Dayana preparaban unos espaguetis para ver la final de la Eurocopa y se sorprendieron al ver en las redes que miles de cubanos protestaban en las calles al grito de “Tenemos hambre” y “Libertad”.
Una vez más, Raúl y Yunior convocaron a un grupo de jóvenes en la sede del Instituto Cubano de Televisión (ICRT) para exigir 15 minutos de tiempo al aire y enviar un mensaje de apertura al pueblo.
En vez de lograr su objetivo, esta vez fueron reprimidos. Más de 1,000 personas fueron detenidas durante esas manifestaciones, que dejaron un muerto y decenas de heridos en unas cincuenta ciudades.
Agentes vestidos de civil arrojaron violentamente a los jóvenes que habían acudido al ICRT a un camión de basura para llevarlos a la estación policial.
Raúl, Yunior y sus amigos fueron liberados al día siguiente, pero continuaron en la mira policial, mientras creaban el grupo de reflexión política en Facebook “Archipiélago”, que convocó a una gran manifestación el 15 de noviembre.
Un amplio despliegue policial impidió esa protesta y Yunior sorpresivamente decidió exiliarse en España con su esposa, argumentando que había sido amenazado con 30 años de prisión.
Más de 700 manifestantes del 11 de julio fueron procesados y algunos recibieron condenas de 20 a 30 años. “Mi generación no siente miedo, siente ira y esa ira se convierte en dolor”, dice Aidana.
Sin futuro en Cuba
Para Raúl y Aidana el momento decisivo llegó cuando ella se enteró de que iba a ser madre. “No quiero parir aquí”, dijo la actriz.
“Sería irresponsable” poner en riesgo a Aidana y al bebé, señala Raúl. Sabía que si se quedaba seguiría “involucrado” en actividades políticas.
Con seis meses de embarazo, Aidana, partió el 30 de enero a España. Obtuvo una visa Schengen que le sirvió además para entrar legalmente a México, donde pagó a un traficante para pasar la frontera de Estados Unidos por la ciudad de Mexicalli.
Raúl se unió a su esposa en Miami, viajando en marzo con una visa de turista después de terminar su trabajo como director de fotografía en la película “Riquimbili o el mundo de Nelsito” de Fernando Pérez, el director cubano más importante de la actualidad.
“Realmente es muy triste”, dijo Raúl a AFP antes de su partida. Es un camino que “nunca quise tomar, que siempre me negué a tomar”.
País envejecido
Estos jóvenes “sienten que no tienen futuro en Cuba, o mejor dicho, no quieren seguir compartiendo un presente sin libertad de movimiento, con restricciones para cada paso sin espacios para expresar y exigir sus derechos a pensar diferente o ser contestatarios”, dice el cineasta Fernando Pérez. “Es lo peor que nos puede pasar como país”, añade.
Cuba está perdiendo a toda una generación bien formada, que probablemente no regresará por sí misma, o, en algunos casos, no podrá hacerlo.
A varios disidentes que intentaron volver en el último año, tras un periodo en el extranjero, se les impidió entrar.
Esto priva al país de una élite intelectual y de profesionales capacitados para dirigir las principales empresas de la isla.
Es necesario que esa población que emigra ahora “salga, entre, tribute a la sociedad cubana, a la economía cubana”, advierte Antonio Aja, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana. De lo contrario, “la situación se volverá insostenible”.
La isla es ya uno de los países con la población más envejecida de América Latina: el 21.6% tiene 60 años o más y desde el 2020 hay más muertes que nacimientos.
En Miami, Aidana dio a luz al pequeño Bastian. “Cuando miro atrás, cuando miro la Cuba que dejé, sí me da la convicción que fue la mejor decisión que tomé, porque uno siente que hay oportunidades” en Estados Unidos, aunque “no es que voy a dejar de ser cubana, no voy a dejar a Cuba atrás”, asegura.