
En Venezuela, los recuerdos de los peores días de la crisis económica en 2019 vuelven a aflorar: apagones, inflación de tres dígitos y una severa escasez de divisas.
La posibilidad de regresar a ese escenario ha llevado a empresas y hogares a reactivar estrategias de supervivencia que usaron durante los meses más duros de la recesión, considerada la peor crisis humanitaria de la historia moderna del hemisferio occidental.
Más de media docena de empresarios y ejecutivos venezolanos dijeron que están recortando gastos y renegociando contratos con clientes para asegurar pagos a corto plazo. Todos solicitaron anonimato por temor a represalias del gobierno, el cual ha reprimido las voces críticas desde las polémicas elecciones del verano pasado.
Las fábricas, afectadas por constantes apagones, han optado por operar en horarios nocturnos. Algunos comercios han dejado de fijar precios en dólares por temor a sanciones si se descubre que están usando la tasa paralela, mucho más alta que la oficial.
“El escenario que todos empezamos a ver es una vuelta a 2019”, afirma Ángel Alvarado, economista y profesor en la Universidad de Pensilvania. Una situación así podría provocar devaluación, aumento de precios, caída del consumo y recorte del gasto público. “Eso es recesivo”, advierte.

Mientras el sector privado se prepara para lo peor, la respuesta del gobierno será el factor determinante de cuan profundo sea esta vez el bajón económico.
Aunque ha abandonado políticas radicales como los controles de precios y divisas, mantiene su injerencia a través de inspecciones y multas. Empresas privadas están presionando a las autoridades para que abran la economía, dijeron las personas, en lugar de reactivar las restricciones que provocaron una inflación galopante durante la última recesión.
Los controles monetarios elevarían la inflación aún más por encima del 162% registrado por un índice de Bloomberg en los 12 meses hasta abril. El banco central dejó de publicar el indicador en octubre, al igual que hizo durante cuatro años durante la última crisis.

“Los controles de cambio traen pobreza, ya lo hemos vivido”, dijo Adán Celis, presidente de Fedecámaras. “Tiene que haber reformas para que la economía sea más ágil”.
El gobierno no respondió a una solicitud de comentarios. El banco central no publica datos regulares sobre la economía, pero en un inusual comunicado el 1 de mayo afirmó que el PBI había crecido un 9.3% en los tres primeros meses de 2025, más que el 9.1% registrado en el mismo periodo del año anterior. La actividad petrolera creció un 18.2%, mientras que la minería se expandió un 13.5%, según el comunicado.
Intervención estatal
En 2019, Estados Unidos impuso sanciones petroleras y financieras que aislaron a Venezuela del sistema financiero global.
Cortes de electricidad sumieron al país en la oscuridad por semanas, interrumpieron el abastecimiento de agua y paralizaron refinerías. Esto provocó el cierre de todo, desde salas de urgencias hasta el transporte público. Los empleados no podían ir a trabajar, los niños no podían asistir a la escuela y se produjeron despidos masivos y cierres de empresas.
Le tomó a Nicolás Maduro cuatro años estabilizar la economía. El gobierno puso fin a la hiperinflación, revirtió una de las recesiones más profundas de la historia moderna y trajo cierta calma a la moneda venezolana, en gran parte al permitir el uso generalizado del dólar estadounidense.
Pero la recuperación fue frágil. La presión de la segunda administración de Donald Trump ha hecho que vuelva a asomar una posible recesión, la primera desde 2021.
Al revocar la licencia de Chevron Corp. para operar en el país, EE.UU. asfixia a la industria responsable del 90% de los ingresos de Venezuela y de la mayoría de los dólares en el mercado cambiario oficial.

Las empresas conjuntas de la estatal Petróleos de Venezuela SA con pares como Chevron inyectaron US$ 2,400 millones en el mercado oficial el año pasado y vendieron alrededor de US$ 600 millones en los primeros cuatro meses de 2025, según estimaciones de la consultora Sintesis Financiera en Caracas.
Una escasez de dólares hundiría el valor del bolívar. El temor a esto ya ha motivado una corrida por comprar billetes verdes, y ha llevado a la moneda venezolana a nuevos mínimos históricos.
Para empeorar el panorama, los precios del petróleo han caído 17% en lo que va de 2025, en medio de una escalada en la guerra comercial global.
Según una encuesta del Observatorio Venezolano de Finanzas realizada en abril, se prevé que el producto interno bruto de Venezuela se contraiga un 2.5% este año. Un mes antes, el consenso era que se reduciría un 1.5%. La consultora local Ecoanalítica prevé que una caída más aguda este año, de más de un 4%.
En abril, Maduro aprobó el primer decreto de emergencia económica en cuatro años, que le otorga la facultad de suspender impuestos y exenciones y autorizar más beneficios a los inversores.
Ese mes también nombró una nueva junta directiva del banco central, el cual duplicó las ventas de dólares, lo que alivió la caída de la moneda local en el mercado negro, según Sintesis Financiera. Esto busca compensar la disminución de las ventas de divisas antes de que Chevron suspenda operaciones el 27 de mayo.
“El gobierno se está preparando para la crisis de flujo de caja”, dijo Luis Vicente León, presidente de Datanálisis. Pero, a diferencia de 2019, esta vez cuenta con más margen financiero.
Entonces y ahora
Visitar el corredor industrial venezolano o incluso oficinas públicas en Caracas es como volver a 2019.
El gobierno ha impuesto racionamientos eléctricos debido a una sequía en el país, reduciendo la jornada laboral a tres días a la semana a partir de marzo.
La situación es aún más grave fuera de la ciudad. En regiones como Carabobo y Aragua, los cortes de luz pueden durar de 4 a 6 horas al día, varias veces a la semana. A diferencia de 2019, cuando el racionamiento era programado, ahora los apagones ocurren sin previo aviso.

A veces esto reduce la jornada laboral a la mitad y dificulta a las empresas cumplir con las entregas a sus clientes. Los empleados pueden llegar pero no pueden trabajar, dicen los dueños de una empresa de autopartes y de una fábrica de acero, ambos de los cuales piden que no se revele su nombre por temor a represalias.
Para lidiar con los apagones, uno de los empresarios hizo que sus empleados empezaran a trabajar de madrugada, ya que la mayoría de los cortes se producen en el día. Probó el nuevo turno por tres semanas pero lo abandonó porque tenía que pagar horas extras y muchos no llegaban al trabajo por temor a la delincuencia y la falta de transporte público a esas horas.
El otro propietario dijo que tratan de improvisar y adaptarse a los turnos reducidos durante el día, cuando hay electricidad estable.
Esto ha obligado a los negocios a improvisar todos los días, dijeron las personas.
Lecciones aprendidas
Lo que el sector privado quiere del gobierno de Maduro, además de menores restricciones bancarias para impulsar el crédito y permitir la libre circulación de divisas, es una mejora de los servicios públicos y una menor carga fiscal para las empresas, dijeron varios ejecutivos.
Si bien la escasez de electricidad y agua requerirá una elevada inversión pública, poco probable en las condiciones actuales, el gobierno aún tiene margen para liberar efectivo para préstamos bancarios y facilitar las transacciones en moneda extranjera, lo que daría un respiro a las empresas.
A diferencia de 2019, al menos la economía ha crecido, especialmente el sector privado. Antes de las nuevas sanciones de Trump, los economistas esperaban un crecimiento moderado para este año, y Fedecámaras incluso estimaba una expansión del 4% al 6%.
El gobierno también ha aprendido a capear la crisis. Ha encontrado formas de eludir sanciones y vender su petróleo, aunque con un fuerte descuento. La vicepresidenta Delcy Rodríguez se reunió con autoridades chinas en Pekín hace dos semanas para pedir a su principal cliente que compre más crudo.
“El reto de 2025 no es igual al de 2019 en términos de dimensión”, afirmó León. A pesar de las amenazas de EE.UU., como mínimo, “el gobierno sabe cómo vender petróleo”.