
Los tres recortes de tasas de interés en poco más de 24 horas por parte de bancos centrales europeos pusieron de manifiesto un cambio de rumbo, en un momento en que las autoridades monetarias tratan de gestionar las consecuencias de las impredecibles políticas comerciales de Donald Trump.
Los bancos centrales de Suiza y Suecia habían sugerido en marzo que era muy probable que hubieran terminado con la flexibilización, pero el Banco Nacional Suizo recortó los costos de financiación en 25 puntos básicos el jueves, siguiendo los pasos del Riksbank sueco, que había tomado una medida similar el día anterior.
El giro de Noruega, también el jueves, fue aún más drástico, con otra rebaja de un cuarto de punto que ninguno de los economistas encuestados por Bloomberg había previsto.
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Con las decisiones políticas de al menos 18 bancos centrales que gestionan más del 40% de la economía mundial previstas para esta semana, la flexibilización en algunas partes de Europa contrastó con la actitud expectante que predomina en todo el mundo.
La Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra mantuvieron sus tasas, al igual que los responsables políticos de Pakistán, Turquía y Chile.
Todo ello en un contexto en el que el 9 de julio vence el plazo para que Estados Unidos reintroduzca aranceles punitivos en todo el mundo. Esto, unido a la continua incertidumbre sobre la guerra en Ucrania y un posible ataque de EE.UU. a Irán, ha dejado a los responsables políticos sin voluntad o sin capacidad para actuar.
Lo que dice Bloomberg Economics...
“Las diferentes repercusiones de los aranceles y las condiciones del mercado laboral ayudan a explicar por qué el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal son más lentos que otros a la hora de recortar la tasa de interés. En este momento, la guerra en Irán está creando otra brecha. En Estados Unidos, rico en esquisto, el aumento de los precios del petróleo eleva la inflación sin afectar al producto interno bruto, lo que dificulta la flexibilización de la Fed. En Europa, importadora de petróleo, el aumento de la inflación va acompañado de un crecimiento más débil, lo que facilita la decisión de recortar”.
Las razones de los recortes de tasa en Suecia, Noruega y Suiza están todas relacionadas con la inflación, aunque las situaciones sean diferentes.
Los precios al consumidor en Suiza cayeron un 0.1% en mayo respecto al año anterior y las nuevas previsiones del SNB publicadas el jueves muestran que la inflación media este año será solo del 0.2%. Esto se debe principalmente al franco, que se ha apreciado frente al dólar y al euro desde que Trump asumió el cargo.
La presión sobre los precios en Suecia se ha relajado tras un repunte temporal a principios de año y a medida que se ha desvanecido el incipiente repunte de la mayor economía nórdica. Esto deja margen para más estímulos, según declaró el miércoles el gobernador del Riksbank, Erik Thedeen.
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La corona sueca ha sido la divisa con mejor desempeño este año entre las diez principales economías del mundo, con un alza del 15% frente al dólar, lo que también ha contribuido a reducir el riesgo de inflación importada.
En Noruega, el crecimiento de los precios se ha mantenido más estable durante el último año, en parte debido al debilitamiento de la corona.
Aun así, el indicador básico del crecimiento de los precios al consumidor del mes pasado igualó el nivel más bajo del año, en 2.8%. El banco central noruego prevé ahora que el crecimiento general de los precios se sitúe el próximo año en 2.2%, frente al 2.7% previsto en marzo, mientras que la proyección de la inflación para este año se mantiene en 3%.
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Las tres instituciones se encuentran además en fases muy diferentes de sus políticas monetarias: la medida adoptada el jueves por Noruega es la primera reducción de los costos de financiación desde la pandemia, mientras que Suecia y Suiza han llevado a cabo su séptima y sexta medida, respectivamente.
Sin embargo, lo que las une es el hecho de que todas podrían volver a recortar.
Así lo afirmaron ante la prensa Thedeen, del Riksbank, e Ida Wolden Bache, gobernadora del Norges Bank, mientras que el presidente del SNB, Martin Schlegel, no descartó esa opción, incluso si ello empujara la tasa suiza a territorio negativo.