Panamá respondió pronto a la retórica de Donald Trump sobre la influencia china en el canal de Panamá. El 2 de febrero, el país señalo que no iba a renovar su participación en la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda (BRI, por su sigla en inglés), el plan de desarrollo global de China, e inició una auditoría a la empresa de Hong Kong que maneja los puertos en cada extremo del canal. Supuestamente, los líderes están considerando la posibilidad de cancelar el contrato.
Los medios de comunicación estatales chinos ya están condenando el expansionismo de Estados Unidos y, después de haber hecho ruidos similares sobre Groenlandia y Gaza, han reafirmado las credenciales de China como defensora de los Estados más pequeños frente al grande y malo Estados Unidos.
“¡Basta de fingir! Trump asegura que expandirá el territorio estadounidense”, decía un titular del China Youth Daily después de la toma de posesión. “El mundo no está ciego a la verdad de quién mantiene el canal neutral y próspero y quién sigue amenazando con ‘recuperar’ el canal”, comentó un vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Panamá está en peligro de convertirse en un caso de estudio de cómo una victoria del poder duro estadounidense puede convertirse en una derrota del poder blando.
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Estados Unidos no necesitaba recurrir a las amenazas para combatir la influencia china en Panamá, afirmó Nehemías Jaén, un exdiplomático panameño. El punto más alto del alboroto en torno a China fue en 2017-2019, señaló.
En 2017, el entonces presidente Juan Carlos Varela rompió relaciones con Taiwán y las estableció con China, como resultado de la agresiva diplomacia china. Varela firmó un aluvión de acuerdos bilaterales que incluían la adhesión al BRI. Sin embargo, se materializó muy poca de la prosperidad prometida.
China tan solo ha destinado US$ 386 millones en préstamos y subvenciones a Panamá desde que se unió al BRI, según AidData, un laboratorio de investigación de la Universidad William and Mary.
La mayoría fue antes de 2020. Desde entonces, muchos de los proyectos chinos de infraestructuras se han cancelado o reasignado discretamente, en parte debido a la presión estadounidense. Un acuerdo de libre comercio quedó congelado.
En 2021, Panamá le revocó una concesión a un consorcio de empresas chinas para construir un puerto en la costa caribeña. En enero, el primer contrato para una línea ferroviaria desde Ciudad de Panamá hasta la frontera con Costa Rica (originalmente una propuesta china) se le otorgó a una empresa estadounidense.
China tampoco ha tenido un efecto significativo en la opinión pública panameña. Una encuesta que realizó Centre for Insights in Survey Research en 2023 reveló que el 62 por ciento de los panameños no conocía ninguna inversión china importante en su país.
No obstante, la beligerancia de Trump ha vuelto a la vida algunos fantasmas antiestadounidenses. Debido a que el país utiliza el dólar como una de sus monedas oficiales, el gobierno de Panamá no tiene de otra más que apaciguar a Estados Unidos y distanciarse de China.
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Sin embargo, algunos ciudadanos están molestos. Hubo manifestantes que quemaron efigies de Trump y Marco Rubio, el nuevo secretario de Estado, durante la reciente visita de este último.
El presidente de Panamá reiteró que la propiedad del canal no es negociable. Rubén Blades, un famoso músico y excandidato presidencial, escribió que “Panamá tiene que prepararse para la eventualidad de otra intervención armada estadounidense”. Los sindicatos han organizado protestas.
Es posible que estos sentimientos no cambien la postura política de Panamá. Sin embargo, el sentimiento antiestadounidense en la región está inclinando a otros hacia China.
La vecina Colombia, con la que Trump se enfrentó a principios de su presidencia, se está uniendo al BRI y lanzando una nueva ruta marítima a Shanghái que incluye una parada en un megapuerto que construyó China en Perú y se inauguró el año pasado.
Durante años, los dirigentes chinos han acusado a Estados Unidos de tener un comportamiento hegemónico. Ahora aseguran ser los defensores del orden basado en las normas y subrayan con cierta justificación el desprecio de Estados Unidos por las normas internacionales cuando les conviene a sus intereses.
No obstante, si no logran escucharse con esos argumentos, el asunto de Panamá tiene otra implicación. Debido a que Trump parece dar señales de un retorno a las esferas de influencia en los asuntos internacionales, China no dudará en presionar más para conseguir las suyas en Asia.
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