Los mosquitos Aedes son sensibles a los pequeños cambios de temperatura y su área de distribución se ha ido ampliando a medida que el planeta se calienta.
Los mosquitos Aedes son sensibles a los pequeños cambios de temperatura y su área de distribución se ha ido ampliando a medida que el planeta se calienta.

A diferencia de su sigiloso primo, que propaga la malaria, la hembra del Aedes aegypti señala su aproximación con un exasperante zumbido, y mucho peor que este es su picadura. Si es portadora de un flavivirus, su víctima puede infectarse de dengue. La mayoría de las infecciones pasan sin síntomas, pero unos pocos desafortunados sufren la “fiebre quebrantahuesos”, que provoca fuertes dolores articulares, hemorragias y, en ocasiones, la muerte. Las secuelas, poco conocidas, incluyen fatiga y deterioro cognitivo. El Aedes es tan abundante que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos calculan que cada año enferman de dengue 100 millones de personas en todo el mundo.