América Latina es una potencia futbolística. Entre sus selecciones se encuentran Argentina (actual campeón mundial masculino) y Brasil (la selección nacional más exitosa de la historia). Sin embargo, si bien la región juega al fútbol con belleza y elegancia, sus sistemas de liga son dolorosamente complejos. Las competencias latinoamericanas, en pleno auge en este momento, pueden llegar a ser más confusas que la regla del fuera de juego.
Un buen ejemplo de ello es la liga de Uruguay. En agosto, en la calle de Montevideo donde vivo, se escucharon vítores y celebraciones cuando el equipo local, el Nacional, ganó el Torneo Intermedio. En esa competencia, los 16 mejores equipos de Uruguay se dividen en dos grupos. Los mejores de cada grupo compiten en una final. Eso, hasta ahí, suena bastante simple.
Sin embargo, cada año estos mismos 16 equipos también compiten entre sí en una liga Apertura que se lleva a cabo en los primeros meses de la temporada y en una liga Clausura separada que comienza cuando el año se acerca a su fin. El campeón final se decide en una semifinal y una final que incluyen a los ganadores del Apertura, los ganadores del Clausura y el equipo que haya quedado en lo más alto de una tabla anual (creada, confusamente, combinando los resultados de las tres competiciones).
Si algún equipo gana más de una de ellas, hay que consultar una interminable sección en letra pequeña del reglamento para averiguar qué sucede. “Ni siquiera nosotros lo entendemos”, dijo entre risas Juan Francisco Pittaluga, un periodista deportivo.
Este tipo de formato enrevesado es común en toda la región. Bolivia, Colombia, Ecuador y México tienen sus propios sistemas de Apertura y Clausura. México tiene eliminatorias para sus eliminatorias. Descifrar qué equipos descenderán al final de una temporada podría requerir una calculadora: en Colombia y Uruguay, entre otros lugares, esto se determina con un promedio de resultados a lo largo de varias temporadas. ¿Por qué es todo tan complejo?
Una explicación tiene que ver con las transferencias de jugadores. Hace algunos años, Argentina decidió que su temporada de fútbol debía coincidir con la europea, para facilitar la venta de jugadores a los clubes europeos. No obstante, eso significaba jugar hasta enero, cuando las temperaturas pueden alcanzar los 40 grados Celsius y muchos aficionados están de vacaciones en la playa. En 1991, Argentina fue pionera en el sistema de torneos de Apertura y Clausura, en parte para crear un receso en verano.
Pero es evidente que hay muchas más cosas involucradas. Organizar varios torneos cortos puede permitir que se celebren más partidos en total (algo especialmente útil en Uruguay, un país pequeño que tiene menos equipos en su primera división que, por ejemplo, Inglaterra o Italia). También se busca generar mayor cantidad de partidos importantes, lo que aumenta la venta de entradas y los ingresos por derechos de televisión.
El fútbol latinoamericano tiene problemas de liquidez en comparación con los estándares europeos y puede ser una vía de acceso a la política (Mauricio Macri, expresidente de Argentina, se hizo famoso presidiendo el Boca Juniors, un club muy popular). Por eso, los peces gordos están creando constantemente nuevos formatos que puedan generar dinero, y tal vez también prestigio para ellos.
Las reglas complicadas sobre el descenso son el resultado de un tipo de corrupción conocido como la captura del regulador. Cuando el Grêmio, un club famoso en Brasil, descendió una división en 1991, las autoridades prácticamente se aseguraron de que volviera a ascender casi de inmediato al declarar que la impactante cantidad de 12 equipos ascendería la temporada siguiente.
Los equipos europeos solo pueden soñar con la seguridad que gozan algunos de sus pares latinoamericanos. En 2021, una docena de grandes equipos europeos intentaron iniciar una liga en la que ninguno de ellos pudiera descender. Los fanáticos le sacaron tarjeta roja a ese plan.
El riesgo y la simplicidad son populares en las gradas. Brasil cuenta con la mejor liga de la región. Como muchas ligas europeas, tiene 20 equipos, una única tabla y —desde que las autoridades denunciaron las maniobras corruptas— reglas de descenso simples. Para la mayoría de los aficionados casuales, eso es digno de aplausos.
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