Se cumplen exactamente tres años desde que Tesla Inc finalmente comenzó a cotizarse en el índice S&P 500. Desde entonces, los accionistas de la compañía han recorrido un agitado camino que los ha llevado a preguntarse si deberían haber puesto su dinero en dicho índice bursátil de referencia.
Las acciones de Tesla cerraron en alrededor de US$ 232 el 18 de diciembre de 2020, la sesión anterior a que la compañía se uniera al S&P 500. Hoy cuestan alrededor de US$ 258, un aumento de aproximadamente el 11%.
Mientras tanto, el S&P 500 ha subido aproximadamente un 28%, liderado por acciones tecnológicas de megacapitalización como Microsoft Corp., Apple Inc. y Nvidia Corp. Tesla, que tiene la séptima mayor ponderación en el índice, se encuentra entre la mitad inferior de los resultados del S&P durante ese período.
“La valoración de Tesla era muy exagerada cuando entró en el S&P, por lo que no es de extrañar que las acciones tengan un rendimiento inferior y probablemente seguirán teniéndolo durante los próximos dos años”, dijo Craig Irwin, analista de Roth Capital Partners, en una entrevista. “Actualmente, negociar con la volatilidad es la estrategia correcta para ganar dinero con las acciones”.
De hecho, el mediocre rendimiento de Tesla en los tres años enmascara una racha altamente volátil. En un momento, la acción subió casi un 80% con respecto a su precio justo antes de unirse al S&P, mientras que en otro momento valía menos de la mitad de ese valor.
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De cara al futuro, las condiciones podrían volverse aún más desafiantes para Tesla a medida que se enfríe la demanda de vehículos eléctricos. Incluso la posición dominante de la empresa en el sector, que la convierte quizás en la única apuesta viable para los inversionistas en la industria, puede no ser suficiente para ayudar al precio de sus acciones en los próximos años.
Aun así, el repunte eufórico que precedió la entrada de Tesla en el S&P 500 hace que el débil desempeño de las acciones sea aceptable para algunos inversionistas. Las acciones subieron un asombroso 731% en 2020 hasta el 18 de diciembre, ya que las expectativas de que la compañía pronto ganaría el estatus de pertenecer al selecto grupo de acciones, atrajeron a inversionistas tanto institucionales como minoristas.
El hecho de que Tesla fuera aceptada en el S&P significó que muchos administradores de fondos que desconfiaban de la volatilidad; del extravagante e impredecible director ejecutivo de la compañía, Elon Musk; y de la naciente industria de los vehículos eléctricos tuvieran que prestar atención a la compañía. Y los administradores de cartera de los fondos que seguían el índice de referencia tuvieron que comprar acciones de Tesla para reflejar la nueva composición del índice.
“Los inversionistas pasivos en índices que se lanzaron después del período previo a 2020 no han obtenido un gran rendimiento considerando la volatilidad”, dijo Jerry Braakman, director de inversiones de First American Trust, que poseía alrededor de 16,000 acciones de Tesla al 30 de septiembre.
La pregunta a partir de aquí es cuánto margen queda en una valoración de mercado que ya supera a otros fabricantes de automóviles y se asemeja a las mayores empresas tecnológicas.
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Futuro autónomo
El consenso actual de Wall Street parece ser que tal vez no haya margen en lo absoluto.
El precio objetivo promedio de los analistas sobre Tesla refleja una expectativa de que las acciones caigan alrededor del 6% durante los próximos 12 meses. Esto no es sorprendente, dado que se proyecta ampliamente una importante disminución de la demanda de automóviles eléctricos en 2024, antes de recuperarse nuevamente.
Como han venido diciendo los últimos meses empresas automotrices como Tesla, proveedores de vehículos eléctricos e incluso empresas de alquiler de automóviles, parece que el grupo de primeros usuarios de la tecnología se ha agotado y una mezcla de preguntas sobre la economía, el alto precio de los vehículos y las elevadas tasas de interés mantienen alejados a los compradores tradicionales.
Y luego está la esperanza de que Tesla pueda construir un automóvil verdaderamente autónomo antes que nadie.
A juicio de Nicholas Colas de DataTrek Research, aproximadamente dos tercios de la valoración de la empresa dependen del éxito de su tecnología de “conducción totalmente autónoma”. Pero ese objetivo ha enfrentado algunos tropiezos. El revés más reciente se produjo la semana pasada cuando Tesla dijo que retiraría más de dos millones de automóviles después de que el principal regulador de seguridad automotor de EE. UU. dijera que el sistema no tiene funcionalidades suficientes que prevengan el uso indebido.
“La valoración de Tesla y, por lo tanto, la volatilidad y el potencial rendimiento futuro, están indisolublemente ligados a su capacidad para ofrecer un vehículo verdaderamente autónomo”, dijo Colas. “Los inversionistas que piensen que eso va a suceder comprarán las acciones. Aquellos que dudan de que Tesla pueda llegar a esa meta en primer o segundo lugar, no lo harán. Es un caso de inversión bastante binario en este momento”.